Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.
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martes, 8 de marzo de 2022

Respuesta a una pregunta

Pepe Carballeda es tan del Madrid que las derrotas de su equipo lo aplatanan. Una indolencia que le dura varios días. Y además se le avinagra el carácter. Lo mejor es no prestarle atención. Postura que adoptamos quienes lo conocemos. Mi amigo vive en Rota y solemos hablar por teléfono para recordar tiempos pasados y sobre todo para chamullar de fútbol. Hoy he recibido su llamada y lo primero que me ha dicho es que no está de acuerdo con mi opinión sobre Marco Verratti. Que el jugador del París Saint-Germain no goza de todas las cualidades futbolísticas que yo lo otorgo... 

Dado que conozco muy bien a PC, sé que habla poseído por el miedo que le produce el hecho de que yo considere que anular a Marco Verratti no será fácil. Y a fe que es verdad. Por ser un futbolista que no se deja localizar ni aun estando tan a la vista en el terreno de juego. A un mediocentro como el italiano, titular indiscutible en su selección, hay que marcarlo con un futbolista veloz y capacitado para sacarle rédito a los balones que sea capaz de robarle cerca del área. 

Pepe acepta mi parecer a regañadientes y además me pregunta qué otra cosa cabe destacar del equipo parisino. Y le contesto a media vuelta de manivela: su estrategia. Verbigracia: presiona muy arriba para impedir que el rival saque el balón jugado e incluso que lo pierda en zonas consideradas peligrosas. Y además ataca con los laterales muy avanzados porque Paredes y Danilo les guardan las espaldas. Así apabullaron al Madrid en la primera parte jugada en El Parque de los Príncipes. Donde Messi apenas intervino. 



 


jueves, 1 de marzo de 2018

Respuesta a una pregunta

El sábado pasado, durante mi estancia en Córdoba, alguien quiso saber si en mi etapa como entrenador se me había presentado la oportunidad de dirigir al equipo cordobés. Y le dije que sí. Y no dudé en contarle el ofrecimiento que me hizo don Rafael Campanero Guzmán en la temporada 83-84. Aprovechando mi visita a la ciudad como técnico de la Agrupación Deportiva Ceuta.

Era mi admirado Manolo Ruiz-Sosa entrenador del equipo local. Y, como siempre que nos tocaba enfrentarnos desde los banquillos, lo primero que hacíamos es mantener un rato de charla amena, horas antes de celebrarse el partido. En esta ocasión, Manolo no dudó en acudir presto al Hotel El Cordobés, donde estaba alojada la expedición del equipo ceutí.

Recuerdo que llovía a mares en la Ciudad de los Califas. Y compartiendo un té en la Cafetería del hotel, más o menos a las once de la mañana, Ruiz-Sosa me habló de que había decidido dejar la profesión al término de la temporada. En principio, yo achaqué su confidencia a que el equipo cordobés no estaba obteniendo los resultados apetecidos.

Horas más tarde, habiendo llovido torrencialmente y estando el terreno de juego en condiciones pésimas, la Agrupación Deportiva Ceuta hizo un partido extraordinario y acabó ganando 1-2 en el Estadio del Arcángel. Fue un varapalo para el equipo verdiblanco. Dado que entró a formar parte de los últimos clasificados. 

Durante la conferencia de prensa, a Manolo Ruiz-Sosa se le ocurrió anunciar su dimisión. Y fue entonces, precisamente en ese momento, cuando don Rafael Campanero, presidente del club y persona a quien yo nunca he dejado de apreciar, me pidió que convenciera a mi amigo de permanecer en su cargo hasta el final de temporada. Y, además, me hizo una oferta para la siguiente. 

Y a mí se me ocurrió, después de agradecerle su ofrecimiento, decirle que yo también había decidido dejar el fútbol en cuanto concluyera el Campeonato. Don Rafael quiso saber el motivo. Y tardé un amén en responderle: "Tal vez mis aspiraciones son superiores a mis posiblidades. Y si después de casi dos décadas ejerciendo de entrenador, aún no he logrado meter la cabeza en Primera División, se impone el cambio cuanto antes". Y así lo hice. Y nunca me he arrepentido.