Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 29 de enero de 2015

Corrupción

Dado el momento político reinante, hoy me ha dado por mirar hacia atrás y me he encontrado con una situación calcada a la que estamos viviendo actualmente. Aunque entonces, en 1993, les tocó a los socialistas vivir la crisis del desgaste y de la corrupción. Lo que unido a una crisis económica internacional y, cómo no, al terrorismo y al caso de los GAL, hicieron que el presidente del Gobierno decidiera adelantar las elecciones. En las que el PSOE ganó, en el mes de junio, por una minoría que le obligo a pactar con tres partidos nacionalistas -CIU, PNV y Coalición Canaria- para que Felipe González pudiera seguir residiendo en la Moncloa.

Corrupción y privilegios son palabras odiosas, contra las que se han alzado los hombres en todas las épocas. Palabras que separan, que dividen, que hacen distingos entre hombre y hombre. Y que ponen a los ciudadanos iracundos contra sus gobernantes. Que es lo que viene sucediendo en estos momentos. Alentados, además, por la pérdida de esa clase media vital que ha desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. La corrupción, como todos sabemos, no es siempre dinero, a veces implica ventajas, sobornos morales o reciprocidades.

De entre mis apuntes, obtenidos de mis lecturas, he espigado este párrafo concerniente a la corrupción. En él se dice que es el síntoma de una enfermedad del Estado, pero también del cuerpo social: el egoísmo competitivo institucionalizado que lo contamina todo. Debido a que no existe responsabilidad moral, que a diferencia de la responsabilidad jurídica, no es una institución sino una figura jurídica.

No hay nadie bueno, según dice San Agustín en Sus Confesiones. Porque todos llevamos en nuestro interior el virus de la corrupción. Pero tampoco es menos cierto que mientras unos se cansan de robar, otros quedan exhaustos por el simple hecho de intentar domeñar los deseos de hacerlo. Logro, para más inri, cuya única recompensa consiste en ocupar, inmediatamente, un puesto en el escalafón de los tontos. Algo que estamos cansados de oír a cada paso.

Hay quien sostiene que buena parte de estos males arranca de los partidos políticos y de su falta de democracia interna, lo cual se refleja en la sociedad. En realidad, si hay corruptos es porque hay corruptores. Y, por tanto, mucho me temo que la venalidad es algo imposible de erradicar. Pero sí debería ser castigada severamente. Incluso exigirles a los políticos, que estén bajo sospechas, la dimisión de sus cargos hasta que todo se aclare.

Por tal motivo, esto es, por los muchos casos de corrupción descubiertos en su seno, el Partido Popular está pasando el quirinal. Conque en las próximas elecciones generales podría necesitar los votos de otros partidos para poder gobernar. Lo cual me induce a pensar que a Mariano Rajoy no le será tan fácil, llegado ese momento, continuar en la Moncloa. Cual Felipe. González en 1993.

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