Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 23 de enero de 2015

El bipartidismo en la democracia

Durante mi adolescencia tuve yo la oportunidad de escuchar atentamente los consejos que me daba uno de mis tíos, tratando de desvanecer cualquier duda que me asaltara. Mi tío había hecho la guerra con los perdedores, y por si fuera poco, se había quedado renco por mor de una herida padecida en el frente de combate. Así que su vida durante la posguerra fue un calvario. Pero mi tío decidió afrontar aquellos años grises sacando a relucir su sabiduría y su fortaleza del alma, recurriendo al dominio de sí mismo y enfrentándose al dolor de modo impasible. Pasado unos años, comprendí que mi tío era un tipo estoico.

Mi tío murió con ochenta y pocos años, por lo que tuve la oportunidad de conversar mucho con él, no sólo de nuestra guerra civil, sino de la restaurada democracia y, por supuesto, de los políticos. Un día, durante una sobremesa veraniega, en un chiringuito playero, le pregunté acerca de qué partido se vería agraciado con su voto, en las ya cercanas elecciones. Y él, que había respirado ideas anarquistas, me dejó boquiabierto al responderme de esta manera: "A un partido moderado..." Ante mi extrañeza, no dudo en rematar la faena con la gracia natural que le distinguió siempre: "Deja que empiece a cáersete el pelo y a fastidiarte la próstata y verás como te vas pasando sin querer a la derecha moderada".

Luego, como quien no quiere la cosa, le dije a mi tío que había leído unas declaraciones de ese gran filósofo que es Karl Popper, en las que manifestaba que era partidario del bipartidismo en la democracia, al tiempo que es revelador del concepto de "soberanía popular" en el sentido de adjudicar al pueblo el Gobierno de una nación. Pero resulta que una gran parte de los políticos españoles suspiran por el pluripartidismo a la italiana, que viene a ser como el no va más de la democracia, cuando el pluripartidismo de esa extensión, no es otra cosa que la gran corrupción de los políticos en orden a su presencia en el poder, respecto a sus dogmas y sus programas.

Mi tío, tras medirme con la mirada, y carraspear lo justo para aclararse la voz, me dio su versión del pluripartidismo: Con él la gobernabilidad es también más azarosa y más sorprendente cuando se reúnen muchos diferentes para gobernar o para distribuirse la tarta. Ahora bien, tampoco es malo que exista, al lado de dos grandes fuerzas políticas, algún partido testimonial para consolación o para la facilitación de una mayoría en el poder. Pero lo ideal, en cuanto a la autoridad y a la gobernabilidad, es que haya una fuerza homogénea o coligada en el poder y otra fuerza -sola o en coalición- en la oposición. Y que exista cierto equilibrio entre ambas.

De haber vivido mi tío, le habría preguntado sobre qué pensaba sobre la irrupción de Podemos en la escena política. Mas tengo la impresión, conociéndolo tan bien como lo conocía, de que me habría respondido, más o menos, esto: "La aparición de Podemos en la escena política está sirviendo para sacar del letargo en que estaban sumidos los populares y los socialistas. Ha sido un soplo de aire fresco que nos era muy necesario en una España que ha perdido a su clase media y en la que corruptos y privilegiados han infectado el ambiente, ya de por sí iracundo ante los millones de parados existentes. Si bien conviene no perder de vista un asunto que puede desembocar en un grave problema". Desembucha, tito.

Veamos, imaginemos que ninguno de los partidos, algo que es factible, logra una mayoría absoluta. Y si malo es gobernar en minoría, qué decir si un frente popular, lógicamente formado por partidos de izquierda, se hace con las riendas del poder. Los dos casos, en una España tan castigada ya, son lo peor que puede suceder en un país donde los ricos ha aumentado su riqueza y los pobres son multitud. Mientras tanto, por si la crisis económica no es suficiente castigo, sale de la cárcel Luis Bárcenas para emplazarse en el centro del ruedo de los micrófonos, largando tela marinera contra el presidente del Gobierno, con altanería y sarcasmo.

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