Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 8 de junio de 2015

Toca sustituir la imagen por la sustancia

Cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no se cansa de decir que considera antidemocrático que se vayan a construir gobiernos municipales y autonómicos conformados por "cuatro o cinco fuerzas de extrema izquierda que no tienen cabida en el gran proyecto europeo", Juan Vivas cuenta con mayoría suficiente para no tener que depender de ningún otro partido. Lo cual es de enorme importancia en los tiempos que corren.

De nuestro alcalde, no ha mucho, se me ocurrió decir que es capaz de sortear más obstáculos que las grullas viajeras. Sobrevive a todo: a zorros, jabalíes y cazadores furtivos. Cierto es que cuenta con ventaja sobre los demás políticos que aspiran a ocupar su sitio: tiene cara de bueno y con ella bien se puede conquistar a la gente. De hecho, y a pesar del consiguiente desgaste debido a los muchos años que lleva en el cargo, ha vuelto a conseguir mayoría absoluta en las urnas. Aunque sea mínima.

Mínima mayoría que le permitirá a nuestro alcalde no someterse a los dictados de concejales que estando en la oposición han venido haciendo alardes de poder como si realmente fueran los que manejaban los destinos de la ciudad. No hace falta decirles sus nombres ni a qué partido pertenecen. Si bien conviene recordar que el poder más peligroso es el del que manda pero no gobierna (Torrente Ballester).

En la política importa unas pocas cosas. Eso sí, hay que saberlas hacer muy bien. A partir de ahora, en vista de cómo ha cambiado la política española, van a ser analizadas con lupa las políticas de quienes gobiernen. Es la hora de sustituir la imagen por la sustancia. Y, desde luego, el tono de un alcalde debe ser elegante, sencillo, amable, sin alardear de hechos que, siendo ciertos, suenan a eso de soy el más guapo del lugar.

Hasta hace nada bastaba con un gesto de cejas, marca Carlo Ancelotti, para amedrentar a quien hubiera osado decir algo concebido como improcedente por el poder; hasta hace nada bastaba deslizar una frase hiriente en el lugar adecuado para que alguien fuera privado de su empleo; hasta hace nada existían heraldos proclamando la tragedia que podría cernirse sobre quien criticaba comportamientos de cualquier gobernante. Hasta hace nada... bueno, hasta hace nada las cosas eran bien distintas.

Tan distintas como para hacerle ver a la derecha que lo que fue un día ya no puede serlo: "lo impiden la época, las reglas que han cambiado, unos derechos irrenunciables y el pragmatismo de que nunca sumarían una mayoría sólo con armaduras que acarrearon en el siglo XX". Y, naturalmente, la izquierda también está en la misma situación. Conociendo la forma de ser de nuestro alcalde, se espera que gobierne, en cuanto tome posesión de su cargo, con más acierto -todavía- que hasta hace nada

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