Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 6 de agosto de 2015

Abel Matutes

Político. Empresario y banquero. Me llamó por teléfono cuando el mes de febrero de 1971 estaba dando las boqueadas. "¿De la Torre?" "Sí, dígame".

-Mire usted, soy Abel Matutes, alcalde de Ibiza, y le llamo porque nuestro equipo de fútbol, la Sociedad Deportiva Ibiza, va de mal en peor. Para que usted se haga una idea: el domingo jugaremos en el campo del Júpiter de Barcelona, que ocupa actualmente el último puesto de la clasificación, y si perdemos, que perderemos, será nuestro equipo el que pase a ser el  farolillo rojo. Y como llevo dos años siendo presidente de honor del equipo, y debido a que el presidente es un familiar mío, mi deber es hacer todo lo posible para que la Sociedad Deportiva Ibiza eluda el descenso.

-¿Qué desea usted de mí?...

-Mire usted, De la Torre, me ha dicho un profesional de la cosa, a quien concedo gran crédito, que si hay alguien capaz de obrar el milagro de la salvación de nuestro equipo es usted. Y, claro, tras facilitarme su teléfono, he decidido recabar su opinión. Aunque, sinceridad obliga, yo tengo asumido que la salvación del equipo es misión imposible. Pero...

-Don Juan, hoy es jueves, y mañana tengo que seguir entrenando al Écija Balompié. Y dada la gran amistad que me une con su presidente, le diré que necesito viajar a Barcelona el fin de semana. Y si permite que mi segundo dirija el partido en el San Pablo, mañana mismo tendrá usted confirmación de mi presencia en el campo del Júpiter.

-De acuerdo -contestó Abel Matutes.

Obtuve el permiso, y después de dos vuelos en aviones Fokker F-27, llegué a Barcelona el sábado y me alojé en el Hotel Oriente, antes de que lo hicieran los componentes del equipo ibicenco. Cené con Abel Matutes y Juan Gallego -directivo- en Los Caracoles. Y allí comenzamos a adelantar acontecimientos. El domingo, a las dos de la tarde, tras haber perdido el conjunto ibicenco por goleada en el campo del Júpiter, y lo que era peor, habiendo causado una paupérrima impresión, Abel Matutes estaba convencido de que yo no aceptaría hacerme cargo de aquel desastre de equipo. Así que mucha fue su sorpresa cuando le adelanté que el martes siguiente  nos veríamos en el campo durante mi presentación como nuevo entrenador de su equipo.

Mis palabras también dejaron pasmado a un ex futbolista, amigo mío, que me había acompañado a Barcelona. De manera que, en cuanto pudo, mi amigo trató de convencerme de que no diera semejante paso. "Una locura, una locura es lo que acabas de hacer", me repetía, una y otra vez, durante el viaje de regreso a El Puerto de Santa María. El martes estaba yo vestido de faena en el campo municipal ibicenco. El primer partido de los 13 que teníamos que jugar era frente al Villarreal, entrenado por Lalo. Y les dije lo siguiente a los jugadores: "Si les ganan ustedes al Villarreal, equipo difícil, les aseguro que serán capaces de ganar 12 partidos seguidos.

Mis palabras se propalaron por toda la isla. Y la gente cundió que el nuevo entrenador estaba pirado. Nada más finalizar el primer entrenamiento, le pedí a Mariano, utillero que llevaba muchos años en el club, que eligiera un restaurante para charlar tranquilamente con él. Me recomendó Casa Juanito, en el paseo Vara del Rey. Juan  Riera, el propietario del establecimiento, gozaba fama de ser muy buen aficionado al fútbol, y tras los saludos de rigor, quiso saber si era verdad que en mi primera charla a los futbolistas les había dicho que si ganábamos al Villarreal, ganaríamos todos los partidos menos uno. Y le contesté que sí. Que era cierto. Que me había atrevido a profetizar tal cosa. Y, viendo su cara de asombro, le pedí una servilleta y en ella refrendé lo que había dicho ya en el campo. Todavía se conserva -según me dice un ibicenco, Luis Jaca Salvado, que viene a Ceuta cada dos por tres- la servilleta firmada por mí, enmarcada en el restaurante como si fuera una reliquia.

La Sociedad Deportiva Ibiza ganó 12 partidos ante  rivales tan encopetados como Villarreal,  Gerona, Tarragona, Barcelona Atlético, Levante, Europa de Barcelona, Onteniente, Alcoyano, Olímpico de Játiva, y empató en Mestalla frente al filial valenciano. Empate que nos impidió ascender. Así que se cumplieron mis pronósticos. Con Abel Matutes comí varias veces en un restaurante de Figueretas, que él solía frecuentar, y aprovechaba las sobremesas para contarme cómo le fue como jugador que había sido del RCD Español cuando cursaba estudios universitarios en Barcelona. Abel Matutes infundía respeto y generaba confianza.










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