Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 25 de septiembre de 2015

Comunidades imaginadas

Los nacionalistas catalanes han estado siempre convencidos de que si al término de nuestra guerra civil, en lugar de castellanizar a Cataluña, como se pretendió, se hubiesen dedicados los esfuerzos a catalanizar España, habríamos salido ganando todos. Los más leídos nunca dejaron de recitar lo que Almirall había hecho cuajar en Barcelona con su obra Lo catalanisme: "Todo lo anticuado, lo quijotesco, lo místico, viene de la mesetaria Castilla, todos los adelantos, la industria y lo moderno, se deben a la cosmopolita Cataluña".

Nadie debe, por tanto, esconder la cabeza debajo del ala para negarse a la evidencia de que debajo de todos los nacionalismos subyace una mayor o menor dosis de racismo, por lo común negado con vehemencia pero no por eso menos cierto y verdadero. Pero así nacen los mitos. Todos sabemos desde hace ya innumerables años que los nacionalismos no dejan de ser comunidades imaginadas. Jon Juaristi nos dio al respecto una lección magistral en El Bucle Melancólico.

Racista hasta la médula fue, sin duda alguna, Sabino Arana. Quien logró sacarse de la manga, tras acabar con las identidades verdaderas, otras nuevas basadas en un gran pasado de la Patria Vasca, e inventadas para hacerles ver a los suyos lo malo que eran los españoles y cómo podían éstos alterar su forma de vida. Así nacieron unas identidades sin raíces. Atiborradas de victimismo y no muy distintas de las que dominan la mayoría de los nacionalismos.

Tales identidades sin raíces, inventadas o construidas hace ya un mundo, han logrado la plenitud gracias a la capacidad de los medios de comunicación actuales, y están constituyendo un hecho preocupante. En Cataluña no se manipula el pasado, sino el recuerdo. Los nacionalistas vienen usando la historia, a conveniencia, para hacer historia. Y con esa mentira están tratando de sembrar las dudas en momentos en los que España sigue sumida en una crisis económica -y carcomida por la corrupción-, que ha dejado maltrecha a una clase media que sigue sin dar señales de recuperación.

No es la primera vez que los nacionalistas se aprovechan de los trances malos vividos por España para tratar por todos los medios de asestarle el puntillazo en la cerviz a su unidad. La última vez coincidió cuando Luis Companys, presidente de la Generalidad, encabezó una sublevación contra el Gobierno central y proclamó "El Estado catalán" como parte de la República federal española. Por lo que fue condenado a 30 años de cárcel tras el fracaso de la intentona.

A propósito, en los meses previos al comienzo de la Guerra Civil, el Penal de El Puerto de Santa María vería pasar por sus instalaciones a importantes presos políticos. Uno de ellos fue Companys, acompañado por Lluhí y Comorera, dos de sus consejeros. Eso sí, contaban con celdas individuales y con asistente. Los tiempos han cambiado. De lo cual se está aprovechando Arturo Mas, presidente de la Generalidad Catalana. Porque sabe que es casi imposible que él pueda pasar por el mismo trance que Companys.

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