Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 24 de septiembre de 2015

El Madrid gana en un campo difícil

Athletic-Madrid. Partido de entrega absoluta de los dos equipos. La diferencia entre ambos conjuntos, al margen de las armas empleadas por cada uno, acorde con sus características y posibilidades, la puso Modric. Todavía recuerdo su llega al Madrid y las críticas acerbas que recibió de los periodistas que no saben ni papa de fútbol. Que son todos aquellos que decían que el Madrid se componía de Iker Casillas y diez más. Ilusos. Hacía muchos años que yo no veía jugar más y mejor en el centro del campo a un futbolista con tanta apariencia de fragilidad física. Será debido a que todo el talento que posee se le sube a los hombros y desde esa atalaya lo convierte en gigante. Clásico es lo que no se puede mejorar. Pues también eso es Modric.

Kovacic.Otro croata que está destinado a triunfar ruidosamente en el Madrid. Y hasta creo que su período de adaptación será mínimo. Pues en Bilbao ha jugado ya como si llevara media vida en el equipo. Maneja las dos piernas. Es rápido de pensamiento y, por tanto, actúa siempre con celeridad, no exenta de precisión en sus pases. Se suma al ataque y no duda en chutar a puerta desde cualquier posición y cuantas veces sean precisas. Trabajador infatigable. Fue sustituido por haber combatido como un gladiador todo el encuentro y porque Raúl García lo golpeó de mala manera.

Raúl García. Yo no niego que sea una magnífica persona. Uno de esos navarros que si te invita a comer a su casa es para darte gloria bendita. Incluso tampoco me extrañaría que me dijeran de él que es gran amigo de sus amigos y hasta que es un muchacho excelente. Pero como futbolista -amén de su fuerza y remate de cabeza, su valentía y su eficacia, su entrega y experiencia- no se le puede negar que sus entradas parecen hechas a la medida para amedrentar a los rivales. Su virilidad está en permanente excitación.

Keylor Navas. Era un partido complicado para los porteros. Campo resbaladizo y enfrente unos vascos dispuestos, como siempre, a comerse crudo al Madrid. Pero el guardameta costarricense está actuando con un sosiego que no admite dudas. Su facilidad de movimientos es espectacular. Y además anda convencido de que le ha llegado su momento de hacer historia  y se le ve en la portería con una ilusión y una vivacidad que contagia optimismo a raudales. Ojala que su deseo de progresar trabajando duramente le hagan mejorar sus intervenciones en los balones por alto. Que le será de muchísima necesidad.

Isco. De no haber dado el pase de gol a Benzema, cuando ya estaba a punto de ser sustituido, tendríamos que decir del malagueño, otra vez, que pegó un petardo. Y, desde luego, resulta incomprensible, al menos para quien escribe, su colocación en el campo. Situar a Isco por la banda derecha, carente de velocidad, con excesivos  regates y conducciones de balón, y siempre a expensas de que recupere el segundo aliento, me parece una temeridad. Sus pérdidas de balón sirvieron para que los vascos crearan problemas al Madrid. He aquí otro capricho de la prensa madriles.. Capricho que terminará indigestándosele a Benítez.

Varane. Enorme partido del francés. Pletórico de velocidad y dominador del juego aéreo. Preciso en las entregas de balones desde atrás. Y dando la impresión de estar sobrado de recursos. En Rafael Varane se dan las mejores condiciones: es alto, muy alto; es veloz, endiabladamente veloz; maneja ambas piernas y, siendo derecho, se desenvuelve con suma eficacia en lado izquierdo. Su cintura, que tiene la brevedad de la corona de Carlos Magno, le permite girarse en un palmo de terreno.  En esta ocasión, se vio además precisado a echarle una mano a Pepe, que no anduvo como en él es costumbre.

Nota: he visto la primera parte del Celta-Barcelona. Y me ha entusiasmado el juego de los gallegos.

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