Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Beatriz

Es una mujer fuerte y agraciada, con algo más de cuarenta años, cálida, sensual, apasionada, y tan capaz como lista. Posee una nariz aquilina que le aporta recia personalidad, grandes y vivaces ojos, y es muy decida al hablar. Sigue soltera, y cuando se le inquiere al respecto, hace una faena de aliño. Y créanme que sale del envite de manera más que aseada. Aunque si alguien  quiere saber más del asunto, ella tiene oficio para matar de un bajonazo verbal que deja el entrometido dispuesto para el arrastre.

Beatriz y yo no vemos de higos a brevas, ya que no frecuentamos los mismos sitios.  Pero en cuanto nos hallamos, aunque sea en plena calle, nos agrada sobremanera darle a la sinhueso hasta aburrirnos. No en vano ella está convencida de que el cotilleo es saludable. Y más aún: una medida de presión. Y a mí no se me ocurre llevarle la contraria. Porque es mujer dispuesta casi siempre a mantener su opinión hasta extremos insospechados.

Hoy se nos ha presentado la oportunidad de pegar la hebra. Y lo primero que me ha dicho es que se me nota demasiado que ya no quiero líos con los políticos. Que estoy escribiendo acomodado en el burladero. Y que su parecer lo comparten otras personas que me llevan leyendo desde hace un mundo. Tras lo dicho, y dado que me conoce muy bien,  se ha callado. Esperando mi respuesta.

Lo primero que quiero saber, querida amiga, es si se me sigue leyendo a pesar de que ahora no les zurro la badana a los gobernantes, todos los días y fiestas de guardar.

-Sí, Manolo...  Y  sabes por qué, porque tú, además de lectores, cuenta con muchos seguidores. Algo que no sé a qué se debe. Y, aunque lo supiera, no te lo diría. Pero vamos a cambiar de tercio. ¿Qué te ha parecido la visita de Javier Arenas, el martes pasado? Personaje, por cierto, a quien tú has criticado, a veces, con acritud.

Beatriz, Javier Arenas me ha caído siempre la mar de bien. Porque su forma de ser invita a tenerle simpatía. Es campechano, natural, y su llaneza es indiscutible. Tal es así, que, siendo miembro de un partido nada "saludador" -ya lo dejó escrito José Antonio Labordeta en 'Memorias de un  beduino en el Congreso de los Diputados'-, siempre tiene la sonrisa presta y una palabra amable para quienes se va encontrando en su camino. Ahora bien, como buen andaluz, a veces se excede en los ditirambos.

-¿Acaso quieres decir que JA es más cumplido que un luto?

De ningún modo, Beatriz.  Javier Arenas no tiene nada de cursi. Pero nada.  Aunque sí parece disfrutar quedándose con la gente en momentos claves. Y entonces se le ve a la legua cómo le gusta deslizar una guasa con seriedad de Hermano Mayor de la Cofradía de la ironía.











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