Del Bosque cree tener dotes de taumaturgo

Vicente Del Bosque ha dicho: "Los futbolistas que vienen a la Selección juegan mejor después en sus clubes. Y también que, al revés, los que no van no juegan tan bien en sus clubes". Asegura tener datos que confirman sus palabras. En esta ocasión, el seleccionador tras un mal partido en Italia, ha decidido cambiar la máscara de santurrón por la de taimado. De perillán lo hubiese tachado, de haber vivido, Paco Rabal. Pues bien, sea como fuere, el marqués ha creído conveniente sacar pecho.

Y yo tengo la impresión de que Vicente del Bosque ejerce de hermano refitolero entre los jugadores seleccionados. Y ello le permite, mediante astucias de monje, refitolear -curiosear- a sus anchas. De modo y manera que todos los integrantes de la Selección se ven obligados a tener que contarle vida y milagros del club donde militan.

Y, claro, semejante bicoca no deja de proporcionarle mucho poder a un seleccionador que cuenta con un segundo, Grande, en quien delega para que hable ante las cámaras de televisión, a sabiendas de que su dequeísmo suena mal, rematadamente mal. Sí, ya sé que el vulgarismo carece de culpa, y obedece a una débil escolarización; pero tiempo ha tenido -y tiene- Grande de superar ese "de que hoy estamos convencidos de no sé qué...". Por ejemplo.

Conque no me extraña que Del Bosque haya pensado en José Antonio Camacho como el hombre adecuado para sustituirle cuando él decida dejar de ser seleccionador. Ya que si mal se expresa Grande peor lo hace Camacho. ¿Cómo es posible que éste se atreva a ser glosador de partidos en televisiones que a todos nos cuesta una pasta gansa? ¡Qué horror! Pues quien fuera un extraordinario defensa del Madrid y de la Selección, un tipo aguerrido en el terreno juego e idólo de la juventud de su época, se hace un flaco favor hablando tan mal como habla. Ya que es incapaz de componer una frase. Se le resiste más que si ahora mismo tuviera que marcar a Leo Messi.

Pero perdonen la digresión y permítanme volver al punto de partida; o sea a ese decir del seleccionador sobre que todo los jugadores que él les concede cobijo en la Selección acaban siendo más rentables en sus clubes. Con lo cual se está haciendo, con careta de ladino, el artículo. Incluso estoy convencido de que Del Bosque está dándose pote de taumaturgo. Vamos, de hacedor de cosas maravillosas que no están al alcance de ningún entrenador de clubes: conseguir que hasta el futbolista menos dotado, por el mero hecho de estar a sus órdenes, varios días, regrese a su equipo convertido en una estrella rutilante.

Por consiguiente, bien haría el seleccionador en reconocer que sus saberes, su modo de ser o su buen bajío, repercuten favorablemente en todo jugador que no sea del Madrid. Y me remito a los hechos: Sergio Ramos, internacional indiscutible, cada vez rinde menos en su equipo. Y qué decir de Isco... Cuyas actuaciones en su equipo son calamitosas. Ojalá que esta noche en Rumanía el jugador malagueño beba de ese 'elexir de la vida' que les da el seleccionador para que llegue a su club hecho un jabato en todos los sentidos.