Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 26 de marzo de 2016

Florentino Pérez y su adiós a Cruyff

Johan Cruyff no concebía que alguien fuera entrenador sin haber sido futbolista de elite. Y no se cortó lo más mínimo en difundirlo. Pero nunca se pronunció sobre los fracasos de los grandes jugadores como técnicos. Quienes han sido muchos y con nombres refulgentes. Yo tuve la suerte de ver muchos partidos del holandés en los años setenta. Jugaba como los ángeles, si es que los ángeles juegan... Aunque yo le he admirado más como entrenador. Precisamente, por haber demostrado que tampoco llevan razón quienes argumentan que los grandes jugadores suelen ser malos entrenadores.

Tan grande entrenador ha sido Johan Cruyff como para distinguir, con una sencillez insuperable, que hay tres clases de entrenadores; parecer que yo he tenido el placer de airear cada dos por tres. La semana pasada creo que fue el último. Lo voy a repetir en su honor: "Hay tres clases de entrenadores, los que ganan y pierden un partido sin saber por qué; los que ganan y pierden un partido y saben por qué; y los que ganan y pierden un partido y no sólo saben por qué sino que tienen la solución para seguir ganando o evitar seguir perdiendo". Y asevera, además: "La vida consiste simplemente en tomar decisiones". Verdad que no necesita demostración. Pues la vida no deja de ser una lucha contra la muerte.

Yo he escrito tanto de Cruyff, como jugador y sobre todo cual entrenador, como para que tuviera decidido no hacerlo en estos momentos. Pero el hombre propone y Dios dispone. En esta ocasión, la disposición me ha llegado por medio de persona interpuesta: Florentino Pérez. El presidente del Madrid se ha presentado en Barcelona para dolerse por la muerte del ídolo holandés, y lo ha hecho así: "Hay personas que no debieran morirse nunca, y una de ellas es Johan Cruyff. Nacimos el mismo año y por tanto he seguido toda su vida y su carrera".

El dato más evidente acerca de la muerte es que suele producir dolor cuando trata de la muerte ajena pero sobre todo causa miedo cuando pensamos en la nuestra propia. Lo cual hace decir al filósofo: "Algunos temen que después de la muerte haya algo terrible, castigos, cualquier amenaza desconocida; otros, que no haya nada y esa nada les resulta lo más aterrador de todo. Aunque ser algo -o, mejor dicho, alguien- no carezca de incomodidades y sufrimientos, no ser nada parece todavía mucho peor".

Termino con este silogismo de aprendices de filósofos y que tomo prestado del libro 'Las Preguntas de la vida' (Fernando Savater): "Todos los hombres son mortales; Sócrates es hombre luego Sócrates es mortal". Y conviene recordarle al presidente del Madrid que la muerte es lo más individualizador y a la vez lo más igualitario. En ese trance, nadie es más que nadie; sobre todo nadie puede ser otro del que es. Al morir, cada cual es definitivamente él mismo y nadie más. Lo mismo que al nacer traemos al mundo lo que nunca antes había sido, al morir nos llevamos lo que nunca volverá a ser.


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