Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 15 de mayo de 2016

Los políticos deben pensar en España

Unidos Podemos no creo que vaya a obtener los resultados electorales previstos por las encuestas que se han publicado hace nada. Y es que la experiencia comunista en el mundo es la de una supresión total de las libertades; hay un Estado vivo y una sociedad muerta. Sí, ya sé que vivimos otros tiempos... Pero la gente en  el fondo sigue sin fiarse lo más mínimo de los políticos que adoptan aires revolucionarios y no dejan de contarnos el cuento del alfajor.

El gran triunfo del socialismo, tras ganar arrolladoramente en 1982, fue olvidarse de su pasado clásico o histórico, arrumbando las figuras, los carteles y los dogmas de sus antecesores; y en menos que canta un gallo se acompasaron con los socialismos europeos que se habían orientado hacia la socialdemocracia, después de la Segunda Guerra Mundial.

Una socialdemocracia no es otra cosa que una aceptación, por parte del socialismo, de la democracia y sus libertades, conservando sus esencias de correctores sociales del sistema liberal-capitalista, pero sin tratar de liquidar, o de quebrantar este sistema. Ni que decir tiene que el Partido Socialista, con sus errores y aciertos, llegó a convertirse en un partido tan de centro izquierda como fiable y cuya participación destacada en la vida política española es de vital importancia.

La derecha, encarnada desde hace ya bastantes años por el Partido Popular, entendió bien pronto que no sólo le correspondía la defensa de las libertades, sino que también se tenía que mostrar como una fuerza progresista y reformadora. Única manera de poder competir con los socialistas y sobre todo evitar el ser adelantado por partidos centristas de su propia cuerda.

Socialistas y populares han venido gobernando con grandes aciertos y, cómo no, con muchos errores. Pero se hicieron acreedores a que se les tuviera por partidos fiables. Hasta que llegó la crisis económica y se abrió la caja de los truenos. A partir de ahí, con una clase media arruinada y un paro que sigue haciendo estragos como cundiendo el pánico entre la gente, las calles fueron tomadas por innumerables ciudadanos pidiendo justicia y pan.

Escenarios que ni pintiparados para que los dirigentes de los llamados partidos emergentes se pusieran a la cabeza de las manifestaciones, ayudados y jaleados por muchos medios de comunicación. Tarea justa y necesaria, por más que algunos aprovecharon la ocasión para propalar los casos de corrupción a conveniencia de la tesorería.

Corrupciones y privilegios. Dos odiosas palabras que separan, que dividen, que hacen distingos entre hombre y hombre; en esos dos aspectos que tanto afectan a las personas. Y que son  aprovechadas  por los más listos de la clase para intentar llevarlas a su redil, mediante discursos ridículos de tan amanerados. Bien harían, pues, socialistas y populares en percatarse del momento trascendental que estamos viviendo y llegar a acuerdos; si así lo vuelven a demandar las próximas elecciones. Porque ya va siendo hora de que los políticos piensen en España.

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