Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 9 de junio de 2016

Fructuoso Miaja: cuando me eligieron senador

Mi vida dio un cambio en todos los sentidos -dice F. Miaja-. Como senador tenía que estar mucho tiempo en Madrid. Los viajes me pesaban mucho. Aunque tuve la suerte de hacer muy buenas migas con Antonio Rallo. Él fue siempre una ayuda muy importante durante los cuatro años que estuvimos como parlamentarios. Con Fráiz era muy distinto. Nos llevábamos bien, a pesar de que el carácter de Paco era diametralmente opuesto al de Antonio. En éste primaba la tranquilidad, la reflexión, y siempre sacaba a relucir su buena educación. Es decir, lo que Antonio llamaba saber maneras.

Ahora bien, lo que yo creía que era una unión granítica comenzó a resquebrajarse por culpa de las envidias y de los deseos de poder. Surgieron, en mala hora, las desavenencias internas y pronto prendió la mecha de la descomposición entre compañeros. Lo ocurrido entre Fráiz y Curiel se veía venir. Y ahí sí que nos faltó buena voluntad para remediar un problema que acabó por hacernos trizas, poco tiempo después.  Luego surgió el enfrentamiento entre Fráiz y Puya, que originó la aparición del PSPC.

Nosotros pusimos todo el empeño del mundo en atajar aquella división que se había generado dentro de nuestro partido. Pero las partes encontradas estaban dispuestas a no ceder un ápice en sus divergencias. Hasta el punto de que los militantes veteranos fuimos criticados acerbamente por intervenir como mediadores.

Recuerdo perfectamente de qué modo se ensañaron con Vallecillo y Rallo, conmigo y con muchos otros, cuando sólo buscábamos el bien de un partido al cual le había costado muchísimo auparse al puesto en que estaba. Pero la cizaña había prendido entre nosotros y no pudimos cortar de raíz lo que terminaría siendo el motivo principal por el que acabaríamos perdiendo, en un año, el favor de quienes nunca votan a los partidos donde se producen enfrentamientos graves entre militantes.

Tampoco ayudó, la verdad sea dicha, la forma de ser de Manolo Peláez; primer delegado del Gobierno de la democracia que tuvo Ceuta. MP llegó con un gran desconocimiento del lugar. Porque una cosa es lo que te digan en el ministerio correspondiente y otra es la realidad de una ciudad muy distinta a cualquier otra peninsular. Vino con unas ganas locas de hacer cosas, lo cual era digno de encomio. Pero es bien cierto, y conviene decirlo, que muchas veces se dejó asesorar por personas que tenían una visión sesgada de los problemas de la tierra.

Con Peláez, sin duda, los periódicos se aseguraban todos los días el titular de la primera. Tomaba decisiones tajantes y, sobre todo, ejercía sus funciones con mucho protagonismo. En cambio, cuando se le trataba de cerca daba gusto comprobar que siempre estaba dispuesto a echar una mano en lo que se le pidiera. Tampoco le ayudó mucho su amistad con Paco Fráiz. Pues los dos actuaban sin enfriar los sentimientos para que las decisiones salieran en las mejores condiciones.

Peláez fue sustituido por Ramón Berra. Éste se hizo cargo de la delegación en septiembre de 1986. Y demostró muy pronto que sus formas en nada se parecían a las del anterior delegado. Y no sólo porque ya conocía los problemas que se habían generado con los modos de actuar de MP, sino porque era el polo opuesto a su antecesor en la plaza de los Reyes. Negociaba muy bien y, desde luego, evitaba los enfrentamientos con muy buen talante. Y Ceuta ganó en tranquilidad.








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