Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Gerard Piqué

Se cuenta que el último rey de Portugal, don Manuel II, habiendo preguntado a su ayuda de cámara el nombre de un embajador hispanoamericano cuyas cartas credenciales debía recibir aquel día, se encontró con la resistencia del palaciego a decírselo: "Majestad, no sé si debo...". Pero la orden del monarca venció el púdico temor, y con un desmayo de voz, le dio el nombre: "Se llama Raúl Porras y Porras.

No es difícil imaginar aquel melindre, debido a lo que Porras significa en portugués. Y se cuenta, que el desdichado rey, a quien la dignidad de la corona obligaba a permanecer impasible ante los trances graves, se limitó a comentar: "Lo que me molesta es la insistencia". La anécdota se la tomo prestada al maestro Lázaro Carreter.

Esto es lo que sucede con las chaladuras de Piqué que pululan por la prensa y fatigan radios y televisiones: aun siendo muchas sus meteduras de pata, parecen más de las que son, por su perseverancia y asiduidad. Y eso que, días antes de reincidir, había declarado hallarse en buena forma porque no se metía en berenjenales. Apuros y líos que no tienen razón de ser en alguien a quien la vida le sonríe en todos los aspectos.

Yo no creo que lo ocurrido en Albania tuviera importancia alguna como para que se ensañaran en las redes sociales con el excelente defensa del Barcelona y de la selección. Pero tampoco he llegado a comprender las razones tenidas por Piqué para mutilar una camiseta y destrozar la uniformidad del equipamiento del equipo español. Es más, tiempo tuvo tanto él como los encargados del material de buscar cualquier otra solución para no romper la estética del conjunto por un capricho del jugador.

Nadie duda del rendimiento de Piqué en la selección. Sobre todo porque lo evidencia cada vez que juega. Que es la mejor manera de combatir los muchos reproches de quienes abrigan animadversión contra él. Tirria que se ha ganado a pulso por sus continuas declaraciones contra el Madrid y sus jugadores. Conducta impropia que le está generando muchos problemas. Máxime cuando tampoco ha sabido capear el temporal de su independentismo. Pues en sus opiniones al respecto, nunca se privó de deslizar una frase hiriente hacia quienes apuestan por la unidad de España.

En Albania, cuando se enteró de cómo estaba siendo maltratado en las redes sociales, GP no pudo aguantar más y decidió zanjar la cuestión con la respuesta más socorrida en momentos así: "Dejaré la selección en 2018. No es un calentón, está bien meditado. No soy bien recibido". Las palabras del jugador eran, sin duda alguna, el grito doloroso de cualquier artista o deportista, que, a pesar de su categoría profesional, no se siente ni querido ni admirado ni respetado. La queja desgarrada de alguien necesitado de que se le reconozcan sus méritos en una selección donde jugar proporciona prestigio, dinero y fama.

Piqué se siente huérfano de todo ello y también de afecto, como figura de la selección española.  Y decidió recurrir al órdago del abandono para, al menos, sentir muestras de afectos y peticiones para que cambie de opinión.  Y las está teniendo. Claro que sí. Aunque debería ir haciéndose a la idea de que ya nunca será querido por una gran mayoría de españoles. Como él desea y necesita. Lo peor es que tan lamentable situación se la ha ganado con creces.










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