Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 10 de marzo de 2017

Los fanáticos son más agradables que razonables



Yo tengo dos amigos, ex jugadores de fútbol, que suelen llamarme cuando desean conocer mi opinión acerca de lo ocurrido en partidos importantes. Uno es del Real Madrid y otro del Fútbol Club  Barcelona. Los dos se pusieron al habla conmigo una vez acabado el correspondiente al Barcelona-París Saint Germain.

El primero estaba de acuerdo en que el árbitro alemán, Deniz Ayken, había atropellado al equipo francés, haciendo uso y abuso de su autoridad. El segundo, en cambio, a medida que yo le iba enumerando los errores cometidos por el tal Ayken se iba poniendo farruco a pesar de nuestra verdadera amistad.

El seguidor del Madrid nunca ha puesto en duda los errores arbitrales que han beneficiado a su equipo, al menos hablando conmigo; en tanto que el otro es incapaz de hacerlo con  el Barcelona. Aunque para ello deba dar muestras de su fanatismo. Es extraño que los fanáticos sean a menudo una gente más agradable que razonable y equilibrada. ¿Por qué será?

Así que me permití el lujo, ante sus salidas de tono, de ponerme a su altura: “Oye, tú, te voy a decir algo que te hará poca gracia: el árbitro alemán, de origen turco, puso de manifiesto en Barcelona que, de haber querido, bien podría haber raptado la Giralda de Sevilla a las doce de la  mañana de un Jueves Santo”.

Con semejante respuesta pude quitarle hierro a nuestra conversación y devolver a mi amigo al redil del hablar sosegadamente. Y hasta pude recordarles a los dos, porque ambos suelen ver los partidos juntos, que el mundo del fútbol es hipócrita, donde muchos entrenadores y futbolistas dicen lo contrario a lo que piensan para evitar problemas.

También les sucede a los intelectuales, quienes si antes vivían de las metáforas extraídas del boxeo, ahora hacen literatura de los goles. Por ejemplo: sigo sin entender el comportamiento de Juan Cruz -escritor, y periodista adjunto a la dirección de El País- en su artículo, titulado Visca el Barça, publicado en el Diario As. En el cual no dijo ni mu del árbitro alemán.

Frase

“Nada es más contagioso que el mal que desciende de lo alto”








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