Las autoridades deben poner fin al caos fronterizo

Los problemas en la frontera están cundiendo el pánico entre los empresarios ceutíes y a sus empleados no les llega la camisa al cuerpo. Así que están padeciendo la antesala del canguelo que puede desembocar en los despidos por imperiosa necesidad. Noticia desagradable pero que ha de publicarse para ver si, de una vez por todas, se enteran las autoridades de que han de actuar con tanta celeridad como acierto para que reine la normalidad.

Las autoridades de Ceuta están obligadas a entenderse con las marroquíes para encontrar caminos alternativos con el fin de que el comercio existente entre ambos países se desarrolle sin sobresaltos y deje de ser motivo de escándalo. Del cual se aprovechan las asociaciones Pro Derechos Humanos para ponernos en el escaparate mundial como colonialistas acérrimos.

Ello sucede, y conviene decirlo, porque hay ceutíes que publican vídeos sobre lo que sucede en el Tarajal II con la intención de  provocar ‘cancerofobia’ contra la tierra que los vio nacer o los acogió en su seno. Lamentable comportamiento que debiera avergonzar a los autores de una denuncia que nada tiene que ver con la realidad de ese intercambio comercial.

Las porteadoras ganan mucho dinero si lo comparamos con los salarios que percibirían trabajando en su país. Y qué decir de quienes se sienten con fuerzas y ganas de repetir la labor dos o tres veces al día. Por cierto, tengo entendido que esa insistencia cabrea muchísimo a los policías marroquíes. Por razones obvias.

En el segundo párrafo hablamos de caminos alternativos. Un conocedor del paraje que concierne a ambas fronteras se entretiene en detallarme que hay un sitio que empieza en Marruecos y desemboca en la antigua fábrica de cerveza ceutí. Y que bien podría aliviar la insostenible situación que se está viviendo. Siempre y cuando se adecente para la causa.

Tampoco se corta lo más mínimo mi interlocutor en decirme que bien podría  la Guardia Civil y la Policía Nacional abrir tres carriles y ser más tolerantes en cuestiones no merecedoras de ser tan tiquis miquis. Cierto es que tales acciones deben ser avaladas por el delegado del Gobierno. Quien, por haber nacido aquí, está obligado a tener más y mejores conocimientos del terreno que pisa.

En fin, antes de terminar este escrito, a mí se me viene a la memoria la palabra hinterland. Se dice de todo territorio que muestra una densidad mayor de interacciones con una ciudad o país con respecto a intercambios, movilidad poblacional y redes de transporte y comunicación. Que conste que no soy perito en la materia. Y aceptaré correcciones. Ahora bien, algo habrá que hacer antes de que los empresarios principien a despedir personal.