Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 2 de julio de 2017

Pegando la hebra con José Mancilla



Desde la noche de San Juan viene soplando un viento de poniente que enfría las aguas de una playa a la que acudo cada día a prima mañana para darme un baño que mantenga mis carnes prietas. Ayer coincidí en El Chorrillo, una vez más, con José Mancilla. Quien, cuando me vio adentrarme en el mar con tanta diligencia, me auguró  que iba a quedarme  como un témpano. Mi amigo hablaba con propiedad. Pues momentos antes le había tomado la temperatura al agua con los pies.

Tras mi breve y reconfortante baño me puse a pegar la hebra con él. Y lo primero que me preguntó es si el Rey Emérito hizo bien en contarles a sus allegados lo molesto que estaba por no haber sido invitado a la conmemoración de las primeras elecciones democráticas -celebradas después de la dictadura- en el Congreso de los Diputados.

Si –le contesté-. Porque Juan Carlos I quería que toda España supiera el disgusto que le había causado el desaire que le habían hecho. Y para ello nada mejor que acudir a quienes tardarían nada y menos en divulgar lo molesto que estaba. Como así fue. Máxime cuando al frente de los elegidos estaba Raúl del Pozo. Cuyo crédito como columnista sigue cotizando en bolsa.

José Mancilla, una vez puestos a charlar de cómo había transcurrido el miércoles pasado la celebración de las primeras elecciones generales de 1977, quiso saber si era necesario que Felipe VI se hubiera referido al franquismo… durante su intervención.

-Te cuento, querido José: “Para muchos españoles el franquismo es pura historia; para otros muchos es todavía una mezcla de historia y vivencia, y es muy aleccionador ver cómo las revelaciones de las memorias personales, de los documentos que se sacan a la luz, en unos caso confirman y en otros modifican o desmienten ideas que en su tiempo pasaban por evidentes”.

Pero hay más, claro que sí; me vas a permitir que haga uso de la memoria, siempre frágil,  para intentar ofrecerte una etopeya de Francisco Franco, de las de andar por casa. Verás. FF  fue un hombre de suerte en grado indecible; la muerte de Calvo Sotelo, Sanjurjo, Mola y José Antonio apartó de su camino hacia el poder supremo los rivales más cualificados.

En su larguísimo mandato no surgió dentro de España ninguna oposición que pudiera inquietarlo, y cuando los sucesos internacionales llegaron a un punto en el que parecía imposible que no fuera derrotado, el panorama evolucionó de tal manera que encontró apoyos inesperados.

Franco carecía de calor humano; helaba al interlocutor no con la majestad de Felipe II, sino con su frialdad de pescado. No fue un asceta; con frecuencia abandonaba su mesa de despacho atiborrada de papeles para dedicarse a la caza o la pesca; su verdadera pasión era el poder, y lo satisfizo más allá de toda expectativa; hay que remontarse hasta Felipe II para encontrar otro personaje histórico que acumulase tanto poder y con tal fruición.

En fin, amigo José, que no quiero ni aburrirte ni errar mucho en esta etopeya improvisada. Así que sólo me queda recomendarte un libro escrito por Antonio Domínguez Ortiz. Cuyo título es el siguiente: España. Tres milenios de Historia.  Mi amigo Mancilla, por ser persona con grandes deseos de saber,  me dio las gracias.















 










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