Lleva
ya muchos años ocupando cargos en el Gobierno del Partido Popular y por tanto es mujer experimentada
en tales avatares. Su carrera política la ha ido forjando a la chita callando.
O lo que es lo mismo: sin hacer mucho ruido. Manera de proceder que infunde
respeto. En suma, se ha venido distinguiendo por ser lacónica.
Tal vez porque siempre ha tenido en mente no pasar por encima del alcalde bajo
ningún concepto.
A Mabel
Deu le pregunté un día si acaso le había mordido la lengua el gato; debido a que
siempre respondía a mis preguntas mediante visajes comedidos. Y, tras una
pausa, me habló así: ahora mismo lo que me corresponde es callar. Aunque a ti
te vendría bien que yo te contestara a cuanto me estás inquiriendo. Y te has
encontrado con mi silencio. Es lo que toca.
Y yo le dije que estaba perdiendo el garbo. Ese ir telenda por la vida y
que a mí me cautivó cuando en las Fiestas Colombinas de 2003, dedicadas a Ceuta, la señora Deu dio
las gracias a miles de onubenses por homenajear a los ceutíes. Aquella noche,
de principios de agosto, sustituyendo a Juan Vivas, Mabel Deu, desde la
altura que le ofrecía el elevador acondicionado de una grúa, se ganó a toda la concurrencia
de tan grandes fiestas. Hasta el punto de que su alcalde, a la sazón, Pedro
Rodríguez González, fue presa del entusiasmo.
A
partir de ese momento estelar, porque lo fue, los problemas personales y los
correspondientes a la política activa fueron haciendo mella en la consejera. De
modo y manera que acrecentó su parquedad de palabra. La cual no le impidió
estar siempre dispuesta a hacerse cargo de cualquier consejería a la que fuera designada
por quien más manda, hasta ahora, en el PP: Juan Vivas.
Mabel
Deu, alcaldesa accidental en estos momentos, dejó de reír en su día. Y con el transcurrir del tiempo se
ha percatado de que le ha ido bien no mostrándose en los medios con sonrisas
vanas. Lo que no sé, porque yo no accedo a ellas, es si se deja ver en las redes
sociales contando historias de tres al
cuarto y luciendo tipo. Aunque, de hacerlo, estaría en su perfecto derecho.
De
Mabel Deu, con la que llevo mucho tiempo sin cruzar palabra alguna, debo decir
que nunca le he oído hablar con extrema petulancia de temas en los que no
estuviera muy ducha. Y podría, por supuesto, destacar más cualidades de una
mujer que, sin prisa pero sin pausa, se ha hecho fuerte en su partido a la par
que se ha revelado como alguien capaz de afrontar retos que no son fáciles. Sin
necesidad de lucimiento ni de levantar la voz. Está más que preparada…
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