Tengo como libro de cabecera -para saber algo sobre la unidad de los pueblos de España- Tres Milenios de Historia. Cuyo autor es Antonio Domínguez. Y en el se dice que la romanización fue un hecho decisivo en nuestra historia; está en la base de la existencia de España como unidad nacional. Incluso se nos afirma que fue un proceso muy largo: empezó con la conquista y en cierta medida continuó aún después de la caída del Imperio, porque la Iglesia cristiana en algunos aspectos tomó el relevo.
La unión de España no obró el milagro de que todos sus habitantes se entendieran mediante el latín. Ya que se hablaban muchas lenguas indigenas en la conocida como tierra de conejos. Lo que es seguro es que un galaico no podía entenderse con un balear y por tanto no tenían nada que decirse. La unión de España se les debe a los Reyes Católicos. Hasta el punto de que Maquiavelo reconoció el gran hacer de un rey modesto -Fernando- y que con pocos medios supo meter en vereda a un pueblo belicoso y siempre dispuesto a la guerra.
En este mes de agosto, un mes para recordar, debido al atentado terrorista que llenó de sangre, heridos y muertos la Rambla de Barcelona; donde primaron los miedos, los llantos, la solidaridad de los ciudadanos y una manifestación aprovechada por muchos políticos para arrimar el ascua a su sardina. Manifestación que sigue causando vergüenza e indignación entre las personas de bien. Y que no ha ayudado lo más mínimo a fomentar la unidad de los españoles contra el terrorismo.
Unidad por la que tanto claman nuestros políticos. Así que tengo que darle la razón a Antonio Gala cuando dice lo siguiente: "España no es una unidad -no conozco nada menos uniforme-, sino una unión: algo que como el amor, no se termina de hacer o deshacer, según se mire. Somos una gente bravucona y gritona que con frecuencia hace lo contrario de lo que alardea".
Y remata AG su faena con esta revolera: "Una única vez nos pusimos de acuerdo todos -el 2 de mayo de 1808-: fue para expulsar a los franceses, y en cuanto se fueron nos liamos a sablazos. El entusiasmo nos mueve más que las ideas, y la tea que arde, más que las ilusiones". La tea que arde apareció en la Rambla durante una manifestación que no merecían unas criaturas que tuvieron la desgracia de estar en Barcelona, en ese paseo y a esa hora.
Pero hay más: ¿cómo es posible que en una disputa literaria dos personas alcen la voz y uno de ellos sea condenado porque sí? Y no quiero extenderme más en el hecho acaecido. Y, sin embargo, el Fiscal general del Estado no haya dicho aún ni pío acerca del Fulano que, situado muy cerca del Jefe del Estado -Felipo VI-, exhibió una pancarta demoledora contra él. Quizá sea una manera de proceder con el fin de que los chicos independentistas no se amotinen.
Actuando así, los españoles nunca estarán unidos en contra ni a favor de nada. Y, por consiguiente, tendremos que darle la razón a quien dijo en un momento determinado: Si esto es una democracia, Luis Roldán es Teresa de Calcuta.
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