Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 10 de septiembre de 2017

Charla con un amigo en la Avenida de Martínez Catena

De higos a brevas suelo sentarme a charlar con él. Cuyo nombre me reservo porque él así lo quiere. Es un tipo conservador, educado, amable y que en su momento, de hace ya bastantes años, estuvo a punto de acceder a la política activa formando parte de un partido localista, necesitado de su bien pensar y de su formación académica. Pero mi amigo decidió, a última hora, no dar ese paso.

Tras los saludos de rigor, al coincidir con él en la Avenida de Martínez Catena, a la que acude para ver si pierde peso, debido a los excesos cometidos este verano que ya está tocando a su fin, le pregunto sobre el problema catalán. Y no duda en responderme con celeridad.

-Mira, Manolo, dicho problema, más bien problemón, guarda relación con la crisis económica y las funestas consecuencias derivadas de ella. Asimismo de la corrupción y de la intolerancia que habita en los partidos. Y, claro está, los dirigentes independentistas, que están siempre al acecho, han aprovechado la ocasión, una vez más, para tratar de romper a una España a la que odian cuando se acuerdan de que sus padres formaron parte de una burguesía tan adicta a Franco cuando les convino.

¿Qué hay, pues, del sentido común de los catalanes?

-Te voy a ser franco -me dice este amigo que suele viajar a Barcelona, cada dos por tres, por motivos profesionales y porque disfruta de lo lindo viendo jugar al Barsa-: dice un catalán muy apreciado por mí, que el catalanismo es economicista, y el clima es bueno cuando la economía es buena, malo, cuando la economía es mala. De ahí que estén dando el espectáculo que están dando.

A mí, la verdad sea dicha -le digo a mi interlocutor-, me están aburriendo los políticos catalanes. No sé a ti...

-Y a mí también, Manolo, a mí también; pero no me han sorprendido. Puesto que el catalán es un ser profundamente aburrido -se aburre y aburre- y sólo se hace interesante y universal cuando está tocado por la tramontana.

Y de la corrupción qué... 

-Nada es tan contagioso como el mal que desciende de lo alto, de quienes deberían ser ejemplares, y son, además de corruptos, corruptores. Hasta conseguir, como estamos viendo, que la sociedad, envidiosa desee ser corrompida y admire a los ladrones. Esta respuesta acerca de la corrupción se la oí decir a Antonio Gala, hace ya varios años, y me la aprendí de carrerilla.

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