Historias de nacionalistas

Un amable lector de esta página me para en plena calle y lo primero que se le ocurre decirme es que está hasta los mismísimos de poner la televisión y ver a todas horas nada más que los caretos de los independentistas catalanes echando bravatas, haciendo befa de la Constitución y de las instituciones, y paseando por distintos escenarios dándose pote de que ellos se están pasando las advertencias de las autoridades por la parte meona. Y perdone la expresión.

El hombre, que así se me manifiesta, no duda en contarme que él nunca estuvo de acuerdo con el modelo de Estado con 17 Comunidades Autónomas. De hecho, opina que ese modelo no ha alcanzado nunca su objetivo capital, y que era el de extender el protagonismo a todo el país, con un sentido democrático más puro. Pero lo sucedido no fue otra cosa que el nacimiento de 17 Estados pequeños, con sus centralismos claros, y algunos de ellos con la idea de Nación y de autogobierno, como son los casos de Cataluña y del País Vasco, con un sentido de independencia respecto del país y del Estado mismo.

Mi interlocutor decide tomarse un respiro, y me pregunta, de repente, si me está dando la lata... Y le contesto que no. Que me agrada sobremanera escuchar atentamente cuanto me está relatando acerca de un asunto que a todos nos debe interesar. Puesto que estamos viviendo un enfrentamiento que acabará propiciando la pérdida de una conciencia unida ante situaciones que la exigen, y especialmente cuando el desafío exterior, y sus compromisos, imponen más que nunca la congregación inteligente, la conciencia pragmática de los intereses, y una comparecencia no fragmentada o débil. Así que siga, si usted lo desea, exponiéndome sus ideas.

Verá usted, Manolo, parece que fue ayer cuando se acabó con el terrorismo de ETA, cuyo objetivo era la nación vasca, la independencia, y una identidad radicalmente orientada hacia la izquierda, sin precedentes en el nacionalismo histórico. Pues bien, quién es capaz de asegurarme a mí, que, aunque los muy furiosos nacionalistas catalanes sean doblegados por el poder del Estado, que así será, no habrán dado ya pie con sus historias de nacionalistas, preñadas de victimismo, a que surjan unos locos que vuelvan a echarse al monte. Que ha sido también costumbre muy catalana.

Historias de nacionalistas. "He aquí la clave de la reproducción de todo nacionalismo: relatos que transmiten una lejana y lancinante melancolía". Mentiras, sin duda, contadas a los niños en el patio del colegio, en los fuegos de campamento, en las sobremesas familiares. Con el fin de inculcarles el odio permanente contra el resto de españoles.