Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

jueves, 28 de diciembre de 2017

Exalumnos de los jesuitas

Fechas atrás, durante mi estancia en El Puerto de Santa María, charlando con un amigo, exalumno de los jesuitas, me recordó el tiempo que pasamos en Las Escuelas de la Sagrada Familia. Y me contó anécdotas relacionadas conmigo durante los años que estuvimos estudiando bachillerato. Salieron a relucir nombres de maestros y, por supuesto, tuvieron mención aparte Bermudo de la Rosa y el padre Martínez. Dos jesuitas que dejaron huella indeleble en cuantos tuvimos la suerte de estudiar en la SAFA.

Le pregunté a mi amigo si era costumbre de los exalumnos de la SAFA celebrar cualquier acontecimiento que les sirviera como motivo para reunirse un día al año y pasárselo bomba contando historias de una época en la cual nuestra mayor felicidad consistía en jugar al fútbol en el campo de tierra del colegio. Terreno duro como el pedernal y donde caerse significaba ponerse hecho un Cristo.  

Mi amigo, que siempre fue muy suyo pero muy de fiar, me respondió de tal guisa: "Yo no voy a esas reuniones de antiguos alumnos porque sólo me encuentro con un montón de viejales con los rostros devastados por el tiempo, y, como contraste, la psique infantiloide de los más, que apenas ha cambiado con el paso de los años. Que han sido muchísimos". 

De regreso a casa de mi hija, tras haberme despedido de mi amigo, caminando bajo una lluvia fina capaz de refrescar mi memoria, me acordé de algo que había leído hacía ya muchos años sobre la fama que corre acerca de que a todos los exalumnos de los jesuitas nos ha quedado un cierto tic de rigidez e hipocresía. Y decía el escritor en sus memorias que él podía reconocer a un exalumno de los padres, a muchos metros de distancia, por mil indicios imposibles de ocultar. 

Cavilando al respecto, hoy he creído conveniente buscar nombres de personajes rebeldes y brillantes que hubiesen estudiado con los jesuitas. Y los encuentro en las páginas del Cuaderno Amarillo de Salvador Pániker. Exalumnos de los jesuitas fueron Buñuel, Alberti, Ortega y Gasset, Joyce, Saint-Exupéry. Y, tirando más para atrás, Balzac, Voltaire, Moliére, Descartes, Quevedo y el marqués de Sade. Echo de menos a Antonio Muñoz Molina.

En fin, a mí también me hubiera gustado hacer carrera con los jesuitas. Y bien que insistieron Bermudo de la Rosa y el padre Martínez para que no abandonara mis estudios. Pero pudo más la llamada del balón en tiempo de necesidades acuciantes. Necesidades que me impidieron acceder a la brillantez pero que no pudieron privarme de ese punto de rebeldía que a veces me cuesta lo indecible domeñar.




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