Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 20 de marzo de 2018

Catolicismo a la española

El jueves de la semana pasada, cito de memoria, coincidí con Juan Antonio García Ponferrada en la calle Jáudenes. Y, tras los saludos de rigor, me dijo que no estaba muy allá por mor de una gastroenteritis. Y luego me enteré de que mi querido amigo, al día siguiente, se había lucido disertando sobre la Semana Santa en la Casa de Ceuta en Cádiz. Y, claro es, me alegré de su recuperación física y de su éxito como orador. Así que he decidido dedicarle este "catolicismo a la española".

A medida que se va acercando la Semana Santa es cuando uno vuelve a darse cuenta de cómo es el "catolicismo a la española". Ese catolicismo especial que no puede compararse con el de cualquier inglés, francés o alemán. Pero la cosa viene de lejos; por ejemplo: Cervantes, en una de sus novelas -Rinconete y Cortadillo-, nos ofrece este diálogo:

-¿Es vuesa merced por ventura ladrón?

-Sí -respondió él. Para servir a Dios y a las buenas gentes.

Del mandamiento "No matarás", el católico español es retratado así en un capítulo de Los siete pecados capitales de Fernando Díaz-Plaja. En unas memorias del siglo XVII cuenta el protagonista que su enemigo derribado le gritó: "No me mates, por la Virgen del Carmen". Y él contestó: "Has tenido suerte... has nombrado a mi virgen y eso te salva. "De haber apelado a otra, no habrías salido vivo".

Durante los años de nuestra posguerra, cuando el hambre azotaba nuestras calles y los tísicos eran legión y muchas mujeres hacían de la prostitución un medio de vida, se veía a éstas rezando a Dios en las iglesias cercanas a sus barrios antes de "hacer la carrera", para que el negocio les saliera bien. Y ello no sólo se lo leí a Díaz-Plaja, sino que lo vi con mis propios ojos.

En España, tierra de santos y mártires, es verdad que lo mismo puede surgir el católico doctrinal y convencido, que incluso va más allá de los preceptos divinos y se dirige a los animales llamándoles "hermanos", como es el caso de San Francisco de Asís, quien acabó en los altares, que aparece el "católico especial" al que nos estamos refiriendo.

Católicos que nunca han sentido la necesidad de leer ni un solo pasaje de la Biblia y que se han ido conformando, si acaso, con las cuatro cosillas de andar por casa. Llámese plática o sermón del cura de su parroquia y el repaso del catecismo durante los años escolares. Y que en llegando esta Semana de Pasión se lanzan a las calles dispuestos a llorar, si es preciso, ante las imágenes. Casi todos ellos poseídos, sin duda, por la fe del carbonero.

Tuve yo un amigo, que estaba en posesión de una cultura adquirida por sus muchas horas de lectura, a quien nunca se le oyó, al menos a mí no me fue posible, una palabra fervorosa en favor de la religión ni mucho menos de la Iglesia ni de sus representantes. Más bien todo lo contrario. Pues bien, cuando estaba a punto de irse a ese lugar del cual nunca se vuelve, y encontrándome yo a su vera, me pidió que me quedara con un crucifijo que sujetaba entre sus manos. Y, ante mi extrañeza, me contó lo siguiente: "Lo he llevado siempre en el bolsillo derecho del pantalón y casi siempre sujeto por la mano". 

He aquí el mejor ejemplo del "catolicismo a la española".

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