Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 15 de junio de 2018

Cristiano es insuperable

Portugal jugó veinte minutos al contraataque como mandan los cánones. Cierto es que lo hacen para que Cristiano Ronaldo cunda el desconcierto entre quienes han de marcarle y además haga goles. Hoy ha logrado tres. Y de haber estado más acertado Guedes en el primer tercio del partido, cuando era el encargado de acompañar al jugador del Madrid en los ataques que cogían a España desordenada, seguramente España habría encajado más goles en ese espacio de tiempo.

Cristiano Ronaldo ha vuelto a demostrar que su poderío se convierte en esplendor cuando los compañeros le juegan a los espacios libres para que él haga uso de su potencia y de sus chutazos. Los cuales terminan casi siempre en el fondo de la red. En cambio, si la selección portuguesa hubiera jugado el celebrado tiqui-taca, no tengo la menor duda de que el delantero del Madrid apenas habría tocado bola. Ojalá que Lopetegui no instale ese estilo de juego en el Madrid.

Marcó Cristiano en el minuto 3. Gracias a un penalti. Y repito: durante veinte minutos España estuvo desbordada por los contragolpes de los jugadores lusos. Era tal el desconcierto que cundía entre los nuestros que Fernando Hierro hubo de hablar con Koke para que ayudara a Busquets. El cual no sabía qué hacer... De manera que era incapaz de cumplir, al menos, las misiones de vigilancia cuando se lanzaba un córner en la portería contraria.

Hasta ese momento, la Selección Española se dedicaba a sobar el balón, a recrearse en la suerte de pases cortitos y horizontales, tratando de hacer el rondo tan celebrado siempre por narradores y comentaristas de Telecinco. Cuando Koke decidió ayudar a Busquets se fue nivelando el dominio del medio campo, gracias a que ya los portugueses no hallaban espacios libres para sus correrías. Tiempo que duró lo suficiente para que Diego Costas empatara en el minuto 23.

A partir de ahí, Portugal se vino abajo y España volvió a imponer su juego preciosista de tocar, tocar y tocar pero sin tirar a gol. Y lo pagó muy caro: pues Cristiano Ronaldo obtuvo el segundo tanto, dejando a De Gea a merced de los inquisidores que pedían para él la hoguera como escarmiento a sus cantadas. Menos mal que Diego Costa, tan criticado últimamente por propios y extraños, empató el encuentro nada más comenzar la segunda parte. Hecho que estimuló a las huestes comandadas por Hierro y hundió en la miseria a los hombres dirigidos por Fernando Manuel Costa.

Y, por si fuera poco, cuando aún los portugueses no se habían recuperado del segundo gol de DC, llegó Nacho, tres minutos después, e hizo el tercero. Fue entonces cuando los jugadores españoles se empecinaron en seguir tocando y tocando el balón con la única intención de mostrar de qué manera el juego del tiqui-taca colmaría de gozo a quienes lo consideran la marca futbolística de España.

Parece mentira que, durante un buen rato, Fernando Hierro permitiera a sus jugadores gustarse con arabescos innecesarios y pasecitos que no conducían a nada. Fútbol enjuto y remilgado que, poco a poco, facilitó que los rivales recibieran un soplo de aire fresco con los cambios. Y, claro es, llegó el momento de Cristiano para golpear un balón desde una distancia no muy cercana a la portería de De Gea. Y el insuperable, una vez que había respirado hondamente e invocado a todos los santos habidos y por haber, puso el balón donde los porteros no llegan.

El Hat-Trick de Cristiano evidencia que ni Ramos ni Piqué fueron capaces de poder con él. Y además, porque es conveniente airearlo, Lopetegui habrá observado que si el fútbol que hace la Selección Española lo impone en el Madrid, Cristiano se iría apagando y gimiendo como una pavesa. El Madrid necesita de transiciones veloces, de jugadas rápidas a la búsqueda del gol por el camino más corto. Lo de la posesión, por sistema y sin otros recursos, carece  de emoción. Mañana, cuando me levante, lo primero que me acordaré es de los primeros veinte minutos jugados por Portugal.















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