Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

sábado, 28 de julio de 2018

Dedicado a mi amigo Luis Soriano

Ayer por la tarde me llamó mi amigo Luis Soriano por teléfono. Lo hizo para leerme algunos párrafos de unas memorias que viene escribiendo sobre el fútbol portuense y asimismo de su paso por equipos donde jugó como profesional. Me dijo que contaba con la colaboración de su hijo como corrector de cuanto decida escribir. Y me contó, una vez más, recreándose en la suerte, unas andanzas nuestras en la Barcelona de 1972.

Mentiría si no dijera que a mí me agrada sobremanera que mi amigo, cada equis tiempo, me recuerde los momentos vividos en aquel entonces, desde que cogimos un vuelo Sevilla-Madrid-Barcelona. Volamos en un aparato Fokker, de sobrenombre 'El golfo', que se  movía tanto como para sembrar el pánico entre los viajeros. Hasta el punto de que las azafatas, dos beldades, nos ofrecían güisqui para paliar el miedo.

Nos alojamos en el Hotel Oriente, situado en La Rambla de Barcelona, donde ya estaba hospedada la expedición de la S D Ibiza. Equipo pertenciente al grupo baleárico-valenciano-catalán. Era sábado y Manolo Escobar actuaba en la gran sala de estar del establecimiento, abarrotada de personas pertenecientes a comunidades de vecinos.

El motivo de nuestro viaje era presenciar el partido entre el equipo ibicenco y el Júpiter de Barcelona (ambos contendientes ocupaban el penúltimo y último puesto de la clasificación) para aceptar o no la propuesta que me había hecho Abel Matute, presidente de honor del equipo balear, con el fin de que lo salvara del descenso. Descenso que todos los directivos tenían ya más que asumido.

El partido fue un desastre. Y lo ganó el equipo menos malo; es decir, el Júpiter de Barcelona. El partido se jugó a las doce de la mañana del domingo. Y a las tres de la tarde, nada más regresar al hotel, los directivos me preguntaron si había tomado ya una decisión.  Y les dije que sí. Que estaría en Ibiza dos días después, tras haber solucionado algunos problemas en mi tierra. Luis Soriano, cuando pudo hablarme a solas, me  preguntó si yo estaba cuerdo. Que si lo que había visto no me parecía suficiente motivo como para haberles dado un no rotundo.

Debo decir que quedaban por jugarse doce partidos, y que por Ibiza tenían que desfilar equipos como el Villarreal, Gerona, Barcelona Atlético, Lérida, Olímpico de Játiva y Levante. Y a mí me dio por responder de tal guisa: si le ganamos al Villarreal el próximo domingo les anticipo que no perderemos ningún partido. Es más, llegaremos a Valencia para enfrentarnos al Mestalla, jugándonos la posibilidad de ascender. Y empatamos. Así que nos faltó un punto para lograr dicho ascenso.

Y de esa predicción hay un papel firmado por mí en el Restaurante Casa Alfredo; situado en el paseo Vara del Rey. Luis Soriano, mi amigo desde que vestíamos pantalones cortos, tiene a veces el detalle de recordarme lo ocurrido para insuflarme ánimos. Y yo se lo agradezco de veras.






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