El Madrid llevaba ya tiempo rodando por la ladera conducente a la sima en la que se ha metido. Algo que se vislumbraba incluso cuando los resultados le favorecían. Se veia a la legua que la defensa naufragaba. Que el amaneramiento de Isco repercutía negativamente en el conjunto. Que Benzema no daba pie con bola. Que el fútbol alegre y desbordante de Marco Asensio había desaparecido por ensalmo. Y que Bale..., en fin, que el Madrid de Lopetegui, sin Cristiano y sin orden, no estaba para muchos trotes.
Muchas han sido las veces que amigos madridistas me han dicho que yo parecía ser más del Barcelona que del Madrid. Debido a mis críticas negativas, según ellos, acerca del juego del equipo cuando ganaba. Sin percatarse de que era el momento ideal para airear los defectos más que las virtudes. Defectos que se iban acrecentando ya con Zidane. Y que ahora han aflorado plenamente. Una ruina de actitudes y de estilo de juego. Un derrumbe generalizado. Y al que Lopetegui no ha sabido ponerle remedio.
Hoy, en el Camp Nou, el entrenador del Madrid tenía la posibilidad de haber cambiado el sino de lo que no deja de ser una tragedia futbolística del club más gran del mundo. Pero, por lo visto, Lopetegui dio la impresión de estar en las Batuecas. Ajeno a cuanto estaba sucediendo en el terreno de juego durante la primera parte. Verbigracia: Isco por el lado izquierdo y Bale por el derecho daban muestras palpables de que se encargarían de impedir las acciones ofensivas de Sergi Roberto y de Alba.
Pues bien, cuando apenas habían transcurridos los primero cinco minutos de juego tanto Isco como Bale decidieron jugar por todos los sitios menos por donde se les necesitaba. Semejante despropósito lo aprovechó Alba para ponerle un balón de gol a Coutinho. Corría el minuto diez y el Barcelona se adelantaba en el marcador. Ni que decir tiene que el equipo azulgrana, espoleado por sus aficionados, aumentó su presión ante un Madrid encogido y sometido a la voluntad de su adversario.
A partir de entonces, Suárez, perro viejo, se dio cuenta de que su momento había llegado y sacó a relucir todos sus ardides para descomponer a los centrales madridistas. Varane, confundido y atolondrado, le hizo penalti. Y el jugador uruguayo batió a Courtois. Con el 2-0 se llegó al descanso. En la segunda parte, Lucas Vázquez, sustituto de Varane, se situó como lateral, formando parte de una defensa de tres centrales. Y durante quince minutos el Madrid dominó la situación. Acortó distancias Marcelo y el equipo dirigido por Lopetegui tuvo su canto del cisne.
Fueron momentos apreciables en los que Isco hizo lo que debió haber hecho mucho antes: emparejarse con Busquets en vez de ir de un lado para otro sin otra idea que no fuera la de dejarse ver como director de orquesta de un conjunto que había desafinado hasta entonces. Pero Suárez, contando en todo momento con la colaboración de Sergio Ramos, logró dos tantos más. Y, para más inri, Arturo Vidal, enemigo acérrimo del Madrid, nada más salir al terreno de juego, marcó el quinto. El Madrid toca fondo...
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