Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 25 de febrero de 2019

Yo sé poco de fútbol...

Yo recuerdo cómo los intelectuales del Madrid de los 'felices sesenta', y asimismo quienes se daban pote de serlo, renegaban del fútbol a la par que se declaraban fervientes defensores de las veladas de boxeo que solían celebrarse tanto en el Campo del Gas como en la plaza de toros de Las Ventas del Espíritu Santo, o en cualquier otro escenario de la época. 

Hasta el día en que se supo, pues en esta vida todo sale a relucir más pronto que tarde, que los susodichos acudían al Bernabéu o bien al Metropolitano, tratando de pasar inadvertidos. Por más que en el empeño tuvieran que usar las prendas adecuadas para que no se les descubriera formando parte de una masa a la que en el fondo detestaban, por considerarse ellos personas de gustos exquisitos. 

Hay personas de gustos exquisitos que no sólo van al fútbol sino que han dado en la manía de escribir acerca de él como si lo hubieran inventado. Es como si a mí me diera por decirle a Pablo Laso cómo ha de tratar a los jugadores de la sección de baloncesto. O me dirigiera en los mismos términos a todos los entrenadores del juego de la canasta.

Hace nada y menos, compartiendo una sobremesa con conocidos, un Ingeniero de Caminos Canales y Puertos comenzó de tal guisa su intervención: "Yo sé poco de fútbol... Pero se tiró una hora hablando de lo que decía estar casi pez. Y lo hizo con una petulancia insoportable. No dudó en decir impropios de los entrenadores que, llegado el caso, se ven obligados a imponer una política de mano dura. Cuando lo más conveniente es tratar de seducir a los jugadores. De no ser así, decía él, toda la plantilla se pondrá en su contra.

Tampoco se cortó lo más mínimo en recordarnos que los jugadores sólo respetan a los entrenadores como Zidane; que lo ha sido todo en la vida, que se le ve sereno, sobrio... Finalizado su discurso, largo, largo, largo, se me ocurrió preguntarle al Ingeniero de Caminos Canales y Puertos qué concepto tenía de Arrigo Sacchi. Y me lo puso por las nubes. Asi que hube de recordarle que el afamado italiano había sido un agente comercial que no sabía darle dos toques seguidos a un balón.

Mi respuesta lo dejó titubeante... Lo cual aproveché para citarle de memoria los nombres de once técnicos famosos que nunca jugaron al fútbol. Algunos llegaron a ser seleccionadores nacionales y otros, como José Mourinho, ganaron no pocos títulos. Cierto es, le dije, que el fútbol ha evolucionado en todos los sentidos. Y que los entrenadores han logrado cubrirse las espaldas con varios ayudantes. Los cuales llevan la voz cantante durante las sesiones de entrenamiento. Y, por consiguiente, los entrenadores se desgastan menos que en otro tiempo, cuando, por necesidad, debían asumir todo el trabajo.

Y, por último, me acordé de Jupp Heynckes, figura del fútbol alemán y reputado entrenador, atiborrado de fama, serenidad, sobriedad... Amén de ser tenido como buena persona.  Pues bien, harto ya de soportar el técnico alemán los malos modos de la plantilla del Madrid, siendo Lorenzo Sanz, a la sazón, su presidente, le contó, con voz dolorida, que los componentes de la plantilla eran unos hijos de puta (sic).

Lo que, en suma, quiero decir es que ser entrenador es muy difícil. Y, naturalmente, ha de tener la personalidad suficiente para preservar el orden y ser justo. Y, sobre todo, ganar, ganar y ganar... Lo cual no deja de ser la mejor solución para que los jugadores no tengan más remedio que aceptar las decisiones del técnico. De no ser así, quienes no juegan o juegan poco, estarán siempre predispuestos a meter la pata.  





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