Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 3 de septiembre de 2019

Cristina Cifuentes y Esperanza Aguirre


El juez Manuel García Castellón ha imputado a Cifuentes y Aguirre por presunta corrupción en el 'caso Púnica'. A partir de ahora las imputadas, ambas políticas del PP de gran envergadura en su momento, tendrán que defenderse como gatas panza arriba de las acusaciones que les atribuyen. Y lo tendrán que hacer sin la colaboración de quienes actualmente ocupan los despachos de la sede de Génova. Lo cuales se han limitado a decir lo justo y conveniente para ellos: Que respetan la decisión judicial y que apelan a la presunción de inocencia de ambas señoras.

Ambas señoras, sobre todo la segunda, han mandado tela marinera en el PP de Madrid y nacional. Y semejante poder, claro es, les habrá permitido conocer a fondo cualidades y debilidades de los jóvenes que fueron creciendo bajo la protección de sus liderazgos y que ahora pisan las moquetas de los salones donde se cuece lo que se cuece... Y no dudarán, si acaso se ven  necesitadas, en recordarles a sus cachorros que están obligados a no proceder con tanta frialdad como lo han hecho.

Pero la política, por muy sucia que uno se la imagine, siempre lo es mucho más. Y, naturalmente, pocos políticos están dispuestos a perder parte de su aparente crédito defendiendo una causa que huele mal. Es más, siempre podrán alegar que por encima de cualquier otro motivo están los intereses del partido. Máxime cuando la situación política parece destinada a que se resuelva en las urnas.

En la política es difícil no acabar despreciando a quien se vende... Sobre todo si lo cogen con las manos en la masa. Así se pronunciaba, durante una sobremesa, un político cuyo cuyo nombre no voy a mencionar por razones obvias. Ese político no dudó, tal vez por que había empinado el codo y se puso pesadísimo, en decir que si a él le diera por sacar la lengua a pasear, en cualquier momento, se armaría un lío morrocotudo.

En la política nadie debe fiarse de nadie. Pues está demostrado que cuando menos lo piensa el presidente de una comunidad, un alcalde, un ministro o cualquier cargo de poca monta, se ve traicionado por alguien que ha estado a su vera un montón de años. Tantos como para que no le tiemble el pulso a la hora de crucificarlo. Por consiguiente, oído al parche.

  





   

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.