Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

domingo, 29 de septiembre de 2019

Ecos del Atlético-Madrid


Hay entrenadores que corrigen con celeridad los defectos de su equipo en el terreno de juego, mientras que otros no lo hacen o bien los resuelven cuando ya es tarde. Los hay que nunca se arredran ante las críticas agrias, sino todo lo contrario. También existen los entrenadores cursis. Que son todos los que nos dicen que prefieren perder jugando bien antes que ganar jugando mal. Yo he conocido entrenadores con una visión extrordinaria de cuanto estaba sucediendo en el partido. Capaces de enmendar errores propios o ajenos a paso de legionario y sin que les temblara el pulso. Decisiones que muchas veces era incomprendidas tanto por los aficionados como por los opinantes más reputados del lugar. Ayer, en el Wanda Metropolitano, Zidane fue incapaz de mejorar la situación de sus jugadores en ataque sin tener por qué renunciar al orden defensivo.

Ser entrenador es tarea muy difícil. Verdad de Perogrullo. Es estar todos los días expuesto a todos los vientos como la flor del vilano. Sobre todo en el Madrid. Cierto es que gloria y dinero van cogidos de la mano en ese club. Aunque no hace falta ser muy listo para comprender que la necesidad de ganar todos los días va desgastando los cimientos corporales de quien tiene la suerte de ocupar ese cargo. El Madrid comenzó la pretemporada recibiendo muchos goles. Debido a una anarquía defensiva tenida ya por crónica. Así que los conocimientos de Zidane como entrenador fueron puestos en tela de juicio. Llegando a ser tildado de simple alineador y de haberse ganado la confianza de los jugadores más veteranos a modo de coraza. Zidane comprendió que estaba obligado a que en su equipo reinara el orden defensivo. Y en Sevilla le dio resultado. Aunque sin olvidar que su equipo tiene que buscar la portería contraria con la asiduidad que le exige su fama.

ZZ está casi obligado a jugar con Bale, Benzema y Hazard. Y, por consiguiente, salvo raras excepciones, distribuye a sus jugadores bajo un 4-3-3. Sistema en el cual los extremos han de correr la banda en las dos direcciones para mantener un equilibrio permanente entre líneas. En Sevilla, ZZ puso a James como interior y éste le respondió corriendo como un poseso. Pero el equipo echó de menos al colombiano como segundo delantero. Demarcación en la cual sus pases son vitales y sus tiros desde la media distancia un peligro constante para sus rivales. Y además mantiene en vilo a los mediocentro defensivos. James no jugó en el Madrid-Osasuna. Y uno pensó que estaba siendo reservado para hacerlo en el derbi. Con el fin de emparejarse con el centrocampista que le permitiera estar más cerca de los delanteros de su equipo. Que si quieres arroz, Catalina. 

ZZ alineó a Valverde para evitar que el Atlético se impusiera en el centro del campo. Dejando a sus tres delanteros sin la ayuda de ningún jugador de las características de James. Máxime cuando la situación de Thomas invitaba a tomar esa decisión. Así que bien pudo el técnico francés usar a Benzema como delantero falso y lograr dos objetivos favorables para su equipo. El primero, dejar sin referencia de marcaje a los dos centrales rojiblanco. El segundo, y muy importante, poner en juego constantemente a Bale y Hazard, mediante las asistencias del futbolista francés, además de aprovechar sus tiros desde la media distancia. De haber tomado ZZ esa decisión, también hubiera evitado que Thomas rayara a tan buena altura. 

A propósito de James, a quien Zidane no quería verlo ni en pintura, debo decir que acabará jugando los minutos llamados de la basura. Ayer empezó su calvario. Oído al parche.






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