Conviene decir cuanto antes que Courtois estuvo sensacional en la primera parte. En la que el Barcelona, aunque abusando de la posesión, puso a prueba al portero belga. Y éste evitó que el equipo azulgrana se adelantara en el marcador. El Madrid se defendía con orden y coraje, siendo Marcelo, como ya es habitual, el más endeble en esa tarea. En ataque, sin embargo, el conjunto blanco lo basaba en todo en explotar la velocidad de Vinicius. Magnífico en las conducciones y desbordes por su banda, pero incapaz de acabar bien las jugadas. Así que Ter Stegen no tuvo que intervenir.
La segunda parte empezó siendo un calco de la primera. Pero una jugada cambió el sino del encuentro. Sucedió que Isco, ya era hora de que lo hiciera, se situó cerca de Sergio Busquets y principió a generar peligro como mediapunta. Tratando de cubrir ese espacio vacío que queda entre Benzema y los centrocampistas. Y a fe que lo hizo bien. Más que bien. Pues un disparo suyo, gol cantado que evitó Ter Stegen, provocó un entusiasmo generalizado entre sus compañeros. El Madrid, a partir de ahí, fue mejor que el Barça en todos los sentidos.
Primó entre los jugadores blancos el sentido de la anticipación, la rapidez y el juego colectivo. Y sobre todo sus centrales no cayeron en la trampa de salir al encuentro de Messi, alocadamente, cuando éste llegaba desde atrás con el balón controlado. Aunque mentiría si no dijera, una vez más, que Benzema anda pidiendo a gritos que otro delantero lo acompañe en ataque. En eso pensaba yo cuando Kroos, genial durante todo el partido, le indicó a Vinicius que corriera y que él se encargaría de ponerle el balón en el sitio preciso.
Vinicius hizo lo que le mandó el alemán y la jugada terminó en gol, tras desviar Piqué el disparo del brasileño. El Madrid fue a más mientras que el equipo dirigido por Quique Setién jugaba ya con una precipitación impropia de un club que ha hecho de la posesión un arma letal. Es decir, que su fútbol no era ni chicha ni limonada. Vamos, que no daba para ganarle a un Madrid que estaba haciendo méritos para marcar más goles.
Hubo cambios por ambos lados. Pero hubo uno que fue decisivo: Benzema le dejó su sitio a Mariano en el minuto noventa. Y el hispano-dominicano llegó y besó el santo. Es decir, que el primer balón que tocó lo envió a la red. Triunfo, pues, merecido del Madrid... Porque fue mejor que el Barcelona en todos los sentidos.
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