Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 8 de mayo de 2020

Censuras y anónimos


Una de las grandes bromas del idioma español fue llamar "asuntos públicos" a aquellos en los que nadie pudo meter las narices a lo largo de veinticinco años. Deberían haberse llamado con más lógica y mejor sentido, "asuntos privadísimos". Reconozcamos que durante un cuarto de siglo la prensa nacional se ocupó poquísimo de las cuestiones políticas, por prescripción facultativa, hasta el punto de que los celtíberos -duchos en alineaciones futbolísticas y problemas taurinos- ignoraban mayormente los nombres y apellidos de procuradores, gobernadores civiles, subsecretarios, directores generales...". Párrafo transcrito literalmente de Cartas a los Celtíberos Esposados. Libro escrito por Evaristo Acevedo. Humorista y escritor.

Sobre la censura de prensa en los años cuarenta, Miguel Delibes cuenta en uno de sus libros que -siendo director de un diario de provincias, El Norte de Castilla- al promulgarse la ley de Fraga un periodista le preguntó si la consideraba un avance respecto a la situación anterior. Y que su respuesta fue: "Antes me obligaban a escribir lo que no sentía, ahora se conforman con prohibirme que escriba lo que siento, algo he ganado, dije".

No cabe duda de que el montaje censorio de aquella primera etapa de la posguerra civil fue tan meticuloso que cuesta trabajo imaginar un aparato inquisitorial más coactivo, cerrado y maquiavélico. De la Delegación Nacional de la Prensa llegaban a diario consignas referentes a lo que era obligatorio publicar y también a la forma en que debería hacerse y a lo que de ninguna manera debería ser publicado. De este modo, sigue diciendo MD, la prensa española de los años 40, de una uniformidad monótona y aburrida, sometida a un inflexible control fue convirtiéndose en el más eficaz instrumento propagandístico del nuevo Estado.

Censura ha habido siempre, en España y en el mundo, pero como censura por antonomasia ha quedado la franquista, en la posguerra española y después. La censura es buena porque obliga al escritor a ser más sutil. Dado que todo escritor tiene el deber de ser más listo que sus censores. Y Francisco Umbral ponía este ejemplo: Cuando entonces estaba prohibida la palabra "muslo", alguien enumeró las cuarenta maneras de escribir muslo sin escribirlo. Así vemos cómo la censura enriquece el estilo y lo hace más arabesco.

La censura en España, desde la instauración de la democracia, hace ya la friolera de cuarenta y pocos años, sigue tan viva como solapada. Y es así, créanme, porque todos los cargos políticos siguen encajando muy mal las críticas adversas. De modo que, en cuanto pueden, tratan de cercenar la voz o la pluma de cualquier periodista que no les baile el agua. Aún recuerdo que el GIL, durante el tiempo que gobernó aquí, enviaba diariamente a los medios un escrito con lo que debía ser publicado y lo que no. Pero esa forma de proceder venía ya practicándose antes de que los 'gilistas' arribaran a esta tierra.

Lo que no esperaban los políticos es que las redes sociales fueran aprovechadas por quienes beneficiándose de su condición de anónimo, no dudan en vejarlos, calumniarlos o acusarlos de hechos que no han cometido. Esa postura cobarde debe ser condenada. Sin duda alguna. Aunque nuestro alcalde no debería caer en el anzuelo. Y me explico: cuando los políticos, de mayor o menor envergadura, se dedican a defenderse como gatos panza arriba, están obligados a pensar en si les merece la pena seguir en el cargo. Asesores tiene la primera autoridad de Ceuta.



  




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.