Hace siete días escribí, bajo el título de Más vale lo malo conocido..., una columna dedicada a nuestro alcalde, explicando que ya estaba a punto de propalar, una vez más, que dejaría el cargo. Y me pregunté qué alegaría Vivas en esta ocasión para anunciar a bombo y platillo una decisión que, como siempre sucede, hace que innumerables ceutíes se pongan a llorar por los rincones la posibilidad de quedarse sin la luz que los guía. Y que no deja de ser el comienzo de una precampaña electoral para seguir perpetuándose en el poder.
Pues bien, hoy he leído lo que aduce nuestro alcalde para meterle el miedo en el cuerpo a sus aduladores y aduladoras: "Que la falta de apoyo del Gobierno de Ceuta se debe a que Pedro Sánchez le tiene la misma ojeriza que a Isabel Díaz Ayuso. Y que si ese es el obstáculo para que el Estado atienda a Ceuta, tiene decidido largarse". Vamos, que está dispuesto a dejar a los ceutíes sin su liderazgo. Lo cual sería una pérdida irreparable (!). Mucho más en los tiempos que corren. En los que resulta muy difícil, si no imposible, encontrar un político de su talla.
Las declaraciones de nuestro alcalde me han hecho dar vueltas a la cabeza. Y he llegado a la siguiente conclusión. ¿Cómo es posible que el presidente del Gobierno de una España azotada por la tiranía de una pandemia que ha ido sembrando la muerte por doquier tenga tiempo hasta para odiar a un alcalde, aunque éste lo sea de Ceuta? Tampoco sé cómo Juan Vivas ha sido capaz de calibrar la aversión que tiene Pedro Sánchez a la presidenta de la Comunidad de Madrid. Ya que no es lo mismo odiar a un hombre que a una mujer. En fin, que me he pasado toda la mañana cavilando al respecto.
Cavilaciones que me han hecho recordar que no hay mejor discurso para quienes tratan de hacerse el artículo político con fines electorales que arremeter contra un adversario poderoso. Culpándole de todos los males que aquejan a la ciudad por no haber recibido aún algunos millones de euros en una tierra donde hay subvenciones tan cuantiosas cual innecesarias y que deberían destinarse a mejores causas. Una vez más, creo que nuestro alcalde ha dejado el burladero de su tan cacareada modestia para situarse en el centro del ruedo de la soberbia desmedida. Convencido de la importancia de llamarse Juan Vivas.
Cavilaciones que me han hecho recordar que no hay mejor discurso para quienes tratan de hacerse el artículo político con fines electorales que arremeter contra un adversario poderoso. Culpándole de todos los males que aquejan a la ciudad por no haber recibido aún algunos millones de euros en una tierra donde hay subvenciones tan cuantiosas cual innecesarias y que deberían destinarse a mejores causas. Una vez más, creo que nuestro alcalde ha dejado el burladero de su tan cacareada modestia para situarse en el centro del ruedo de la soberbia desmedida. Convencido de la importancia de llamarse Juan Vivas.
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