Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

miércoles, 26 de agosto de 2020

El opio del pueblo

En los años cincuenta y sesenta, los ayuntamientos informaban -mediante circulares- a los ciudadanos que el aburrimiento, madre de vicios y corruptelas, podía inducir a la clase obrera y media, económicamente débiles, a frecuentar salas de fiestas, cotos de caza, cines, teatros, tiros de pichón, óperas, conciertos, cocktails, banquetes... 
 
Y que el fútbol, moral, deportivo, austero, impedía que las dos clases citadas, despilfarrando unos ahorros que no tenían, tomaran contacto con una vida mundanal nociva, perversa y demoniáca. Y, a renglón seguido, solicitaban la desinteresada ayuda económica de la gente para contribuir al fichaje de jugadores por parte del club. 
 
Así lo cuenta Evaristo Acevedo en Cartas a los celtíberos esposados. Lo cual uno echaría a chacota de no haber vivido plenamente esa época en la que el fútbol llegó a considerarse el opio del pueblo por parte de intelectuales que, en cambio, gustaban de acudir a las veladas de boxeo en el célebre Campo del Gas y en la Plaza de Toros de las Ventas de Madrid.

Sesenta y pocos años después de considerar el deporte rey como el remedio más eficaz para adormecer las ideas políticas de innumerables españoles de cuando entonces, resulta que, por si había algunas dudas al respecto, hemos comprobado, una vez más, que el fútbol sigue siendo opio para que mucha gente se haya olvidado del virus que ha venido matando, que sigue en la brecha, y que ha dejado, y continuará dejando, pobreza por doquier. 

Para que ello suceda, ha bastado que Lionel Messi manifestara, vía burofax, que quiere rescindir gratis su contrato con el Barcelona. Desde ese momento, nada más que se habla de un futbolista genial que se ha acostumbrado, a la chita callando, a que lo mimen. Y, claro es, en cuanto el presidente ha creído conveniente comunicarle por medio de Ronald Koeman que se es necesario acabar con los privilegios en la plantilla, se ha rebelado contra el club que lo acogió siendo un niño... 

El privilegio es una odiosa palabra que ha causado muchos enfrentamientos. Es una palabra que separa, que hace distingos entre hombre y hombre. En cuanto concierne al fútbol, hay entrenadores que se adaptan muy bien a la camarilla del equipo en el cual prestan sus servicios. Así que suelen tomar las decisiones tras consultarlas con el dirigente de ese grupo que lleva la voz cantante. 
 
Son técnicos a los que cuando ganan, por contar con los mejores futbolistas, se les destaca sobremanera por sus buenas relaciones con los jugadores que mandan en el vestuario. Eso sí, la diplomacia que se les otorga se viene abajo cuando  llegan las derrotas. Y entonces ocurre lo peor: los privilegiados no asumen los fracasos y los descontentos estallan a toro pasado. En el caso de Messi, lo mejor sería que hiciera de jugador-entrenador. Teniendo en la banda como técnico a un 'hombre de paja'. De no ser así, no creo que haya entrenador capaz de acabar con los privilegios en el Barça.
 
Tras lo ocurrido, tengo la certeza de que Ronald Koeman estará deseando que Messi se dé el piro. Puesto que sin la estrella argentina podrá el técnico holandés tomar las decisiones que crea beneficiosa para un club que conoce perfectamente. De no ser así, Koeman las va a pasar canutas para imponer sus criterios. De momento, quien está pasando el quirinal es Bertomeu. Por haberle dicho al nuevo entrenador que está hasta los mismísimos de que sea Messi quien dirija el cotarro. 




 
 
 
 
 
 
 
 
 


 



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