Año 2002, Fructuoso Miaja escucha atentamente mis palabras: "El 14 de abril de 1931 se proclamó en España la Segunda República. Era una joven robusta y hermosa -cantaron entonces sus innumerables amantes-, alegre y decidida, que llegaba repartiendo sonrisas y flores de esperanza, y, por vez primera en la historia de la monarquía europea, sin derramamiento de sangre". ¿Me puede decir cómo fue seguida en Ceuta?
Quien fuera concejal, senador y alcalde de Ceuta, tras carraspear lo justo para aclararse la voz, hizo alarde de memoria y expuso de qué manera se vivió en esta tierra. Sus declaraciones están recogidas en el libro de notas que fue publicado en 2003. Así que trataré de resumirlas. Me hubiera gustado ilustrar su relato con las fotografías que aparecen en el ya reseñado libro; pero debo decir que este blog nació sin tales apetencias.
En mi casa, dice Fructuoso Miaja, seguían con el mayor interés todo lo referente a las elecciones municipales de 1931. Los periódicos contaban la importancia que éstas tenían para los republicanos. Estaban consideradas como una prueba decisiva para comprobar si la gente estaba a favor o en contra de la Monarquía. Mi familia deseaba el triunfo de los republicanos. Yo escuchaba con mucha atención las conversaciones de cuanto se decía al respecto. Y debo decir que casi nadie creía que se obrara aquel milagro. Aunque se reconocía que nunca antes los ciudadanos, sin distinción de clase, se habían interesado más en acudir a las urnas.
Las elecciones se habían entendido como la mejor manera de que republicanos y monárquicos supieran cómo pensaban los españoles. Era un plebiscito en toda regla. A mis quince años y por circunstancias que escapaban a mi entendimiento, yo ya me interesaba vivamente por cuestiones políticas. Tal vez me hice mayor por necesidad y mis pensamientos crecieron en esa dirección. Encontrando, además, un terreno abonado. Pues España, en esos principios de la década de los treinta, era un hervidero de movilizaciones e ideas asumidas para poner fin a una etapa de oprobios caciquiles.
De pronto la noticia corrió como un reguero de pólvora: la proclamación de la República se había hecho realidad. En Ceuta se tuvo conocimiento del hecho antes que en muchos otros sitios. Lo que fue debido a que el jefe de Telégrafos gozaba de cierta amistad con un compañero de Eibar y éste, habiéndose aclamado allí el nuevo régimen, lo puso en conocimiento de Arines, que así se llamaba el jefe de Telégrafos de Ceuta. A propósito, Arines fue fusilado en cuanto las tropas rebeldes se adueñaron de la plaza.
Fructuoso Miaja se toma un respiro... El cual aprovecha para enjugar con el pañuelo la humedad de sus ojos.
Aquel 14 de abril -sigue hablando FM- nació luminoso y la gente salió a la calle para celebrar tan buena nueva. Los ciudadanos se habían acostado monárquicos y se habían levantado republicanos. La calle Real estaba llena de personas que cantaban, reían y se abrazaban. Los ceutíes bajaban al centro desde las afueras de la ciudad para participar con entusiasmo en un momento decisivo para la vida de los españoles. La alegría reinaba por todos los sitios y sobre todo en el Bar Hispania.
En el Bar Hispania sonaba la música y se bailaba sin descanso. La gente entraba y salía del establecimiento dando vivas al nuevo régimen. Yo asistía embelesado a todo lo que me rodeaba. Y di muchos gritos de esperanza: ¡Viva la República...! En aquel ambiente tuve la certeza de haber crecido más en todos los aspectos. Me sentía más hombre y, por tanto, capacitado para defender unas ideas que habían ido germinando en mí y sin apenas darme cuenta.
Aquel gran día decidí afiliarme cuanto antes a la Central Nacional del Trabajador. Y lo hice muy pronto. Todavía estoy orgulloso de ello.
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