Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 13 de noviembre de 2020

Los grande vacíos

Llevo varios días leyendo y releyendo biografías. Hoy he elegido Mi vida... y otras más, perteneciente al doctor Antonio Puigvert: eurólogo eminente. Me detengo en la página 40 del libro. En la cual se refiere a los grandes vacíos de la medicina. 

Dice Puigvert que también la vida corriente y moliente da a veces grandes lecciones. Aunque sólo sea la de acercarnos al viejo aforismo: "Sólo sé que no sé nada". Y cuenta que a medida que avanza uno en el estudio van ampliándose los horizontes y el terreno de lo desconocido se hace mucho mayor. No hace aún quinientos años, los geógrafos terrestres, cuyos conocimientos se limitaban a una reducida parte del globo, creían tener sapiencia cierta de su contenido. Hoy, al extenderse el campo de visión hasta lejanas galaxias, nos damos cuenta de la inmensidad de cosas que desconocemos.

En Medicina ocurre lo mismo. Y el doctor Puigvert narra dos historias.

Un compañero suyo se encontró un día, al levantarse, con una espectacular blenorragia; la cosa no era de extrañar ya que en aquel tiempo eran frecuentes estos incidentes juveniles; pero entonces los tratamientos de la enfermedad (lavados uretrales, inyecciones, etc.) eran sumamente engorrosos. Un problema le impidió atender al compañero. Pues bien, Puigvert fue testigo de lo que para él fue increíble: sin cuidado terapéutico alguno, aquella blenorragia se curó sola. Hecho que tardó en comprender. 

La segunda historia la vivió durante el servicio militar. Puigvert lo hizo en el Regimiento de Artillería y fue destinado al botiquín por su condición de estudiante del último curso de Medicina. Un día compareció ante él un soldado con una blenorragia diagnosticable a distancia; Puigvert le explicó lo que era y el origen de la enfermedad e inició el tratamiento al estilo de la época. Al poco aparecieron en el botiquín dos compañeros del anterior; alegaban que ambos se habían relacionado sucesivamente con la misma mujer para que les hiciese un precio más reducido. 

Puigvert los mantuvo varios días en observación, y ninguno de ellos presentó el menor síntoma de la enfermedad. Lo cual le hizo preguntarse: ¿Por qué uno sí y dos no, si la fuente de la infección era la misma?  Y comenta: "En toda infección existen dos factores; el microbio y el hombre. Pueden ser ambos potentes, ambos débiles, o débil uno y potente el otro; y las consecuencias de la agresión microbiana está en relación con estos dos factores". Pero no profundicen...

Puigvert  recuerda que ambas anécdotas le despertaron gran inquietud. Y comenta el haber observado en pacientes destrucciones vertebrales por tuberculosis (mal de Pott) curadas y que pasaron inadvertidas en su fase aguda; pues igual ocurrió en la infección uretral de su amigo que curó espontáneamente o, mejor dicho, por la fuerza, hoy llamada antigenética, del propio enfermo. Yo le preguntaría a un especialista si algo así puede producirse con el coronavirus.

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