Los halagos a Marcelo

Los comentaristas de Movistar-Plus le hicieron el artículo a Marcelo durante el prólogo del Elche-Madrid. Tantos halagos seguidos fueron tan empalagosos como innecesarios. Hablaron de su aportación ofensiva para derribar el muro defensivo de los ilicitanos. Así que celebraron que Zidane hubiera prescindido de Mendy por carecer éste de la imaginación atacante que tiene el brasileño. 

Cierto es que los centros del jugador francés no son un dechado de perfección. Pero su fortaleza defensiva es actualmente imprescindible para su equipo. Dado que no solo anula a su par sino que, además, evita que Ramos intervenga más y se le vean sus muchas carencias. El Elche, como era de esperar, atacó más por ese costado. Y, para más inri, Zidane situó a Marco Asensio por delante de Marcelo. Sabiendo que el mallorquín defiende poco o bien se dedica a deambular por otras zonas del césped en cuanto no recibe balones.

Semejante agujero supuso un quebradero de cabeza para el equipo blanco. Debido a que el interior de ese costado hubo de multiplicarse en su labor defensiva. Causando desequilibrios constantes en todas las líneas. Siempre se ha dicho que más sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena. Pero tampoco es menos cierto que Zidane, bien sea por amistad o vaya usted a saber por qué, siempre tropieza en la misma piedra. Es decir, que a veces se decide por Marcelo sin necesidad. Por más que su presencia en el equipo se haya convertido en sinónimo de derrota.

Los equipos que encajan pocos goles cumplen siempre con el objetivo previsto y acorde, claro es, con las plantillas que tengan. Unos se salvan del descenso, otros ocupan lugares en mitad de la tabla, los hay que logran jugar hasta competiciones europeas, y otros, como Madrid y Barcelona, obtienen títulos. La seguridad defensiva corresponde a todo el conjunto. Verdad de Perogrullo. 

Lo lamentable es que esa regla la incumplan los que forman la línea defensiva. Esa que solo tiene por detrás a su portero. En rigor, Marcelo nunca defendió bien. Aunque ya es un lastre. Pero Zidane debe apreciarlo muchísimo. Tanto como quienes babean hablando de la imaginación del brasileño. Sin caer en la cuenta de que a esa loca de la casa conviene retorcerle el cuello, de vez en cuando, para que no se desmadre.