No tenía intención de escribir otra vez acerca del Madrid-Barcelona. Por haberlo hecho ya dos días seguidos. Pero las preguntas de algunos lectores me obligan a redoblar el tambor. Porque quieren saber por qué el Barça perdió el centro del campo -en la primera parte- cuando en esa zona contaban con más jugadores que el Madrid y además naufragaron defensivamente. Y no me queda más remedio que insistir en lo que yo creo que provocó el desastre azulgrana durante muchos minutos.
Zidane acertó plenamente en dos acciones primordiales: la primera fue defender en bloque y muy cerca de Courtois. Y los jugadores cumplieron esa misión con la misma disciplina que en esa tarea muestran los equipos inferiores. Los repliegues fueron intensos y apenas permitían que los contrarios pudieran hallar un ápice de comodidad en sus ataques. Y la segunda, tan importante como la primera, fue elegir a Vinicius como el arma principalísima para fulminar a sus rivales mediante contragolpes.
Cada vez que a Vinicius le ponían el balón por detrás de su marcador, ora por un saque largo de Courtois, ora por un pase de sus laterales o centrocampistas, la defensa culé se abría en canal. Y el equipo entero se resentía de una mala situación en el césped. La cual duró tanto tiempo como para que hubiera reaccionado Ronald Koeman. Pero el despliegue del Madrid lo dejó petrificado. Tal vez convencido de que el torbellino merengue duraría lo mínimo. Craso error. Y, por qué no, exceso de confianza en que Messi acabaría por cambiar el sino del encuentro. Lo cual no fue así...
Sergio Busquets, en cambio, estuvo a punto de lograrlo con una durísima entrada a Lucas Vázquez. De cuya baja se resintió su equipo hasta el punto de que por la banda derecha, ya cubierta por Odriozola, el Barcelona logró nivelar la contienda. Ese agujero acabó con el dominio absoluto del conjunto blanco. Menos mal que Militao, Nacho, Mendy y Courtois dieron la talla en momentos cruciales del partido.
En cuanto a Vinicius, mucha es la influencia que tiene en el juego de contraataque de su equipo. Contragolpes que valen no sólo para desequilibrar sistemas defensivos, sino también para que mientras el brasileño corre detrás de balones enviados a los espacios libres, sus compañeros puedan tomarse un respiro y además den el paso adelante para zafarse del acoso de sus adversarios. También le vendría muy bien al Madrid, en ocasiones, que la banda derecha fuera ocupada por otro extremo con capacidad de trabajo y, naturalmente, capacitado para regates y centros medidos. Así como retención del balón cuando la situación lo exija. Podría ser Marco Asensio. Pero...
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