La Selección Española golea a Eslovaquia. Cinco fueron los goles. Y pudieron ser más. Dado que sus rivales no supieron ni defender ni atacar. De ahí que no recuerde ninguna intervención de Unai Simón. Y, por si fuera poco, su portero cantó por bulerías como si hubiera nacido en Jerez de la Frontera. Los eslovacos jugaron replegados con dos líneas de cuatro muy juntas y dos delanteros por delante que jamás inquietaron a su marcadores. Pues estuvieron más preocupados de ayudar a sus centrocampistas. Pero no pudieron soportar la presión del combinado español.
El aplastante dominio de España no se traducía en goles. Tuvo que ser el portero eslovaco, Martin Dúbravka, quien introdujera el balón en su puerta: fallo garrafal que premió el buen juego de La Roja, hoy vestida de blanco. Tan bajo era el nivel de Eslovaquia que Sergio Busquets parecía una gacela en su zona. Con adversarios así, el jugador del Barcelona podría estar jugando varios años más a pleno rendimiento. Pero mucho me temo que a partir de ahora no le será tan fácil jugar andando. Morata, desgraciadamente, carece de suerte: ya que el guardameta le paró un penalti.
Así que fueron llegando los goles por medio de Laporte, Sarabia, Ferran y Pau Torre. Y pudieron ser más: porque los eslovacos se vinieron abajo y los españoles vieron la oportunidad de lucirse y de causar la mejor impresión en el Estadio de la Cartuja. Por cierto, cuando se juega bien y se gana por goleada no hay tiempo para hablar de lo mal que está el césped. En suma, buen partido de España ante un rival que dio muchas facilidades. Victoria contundente que dará confianza a los jugadores para futuras empresas. Aunque tampoco convendría que nadie echara las campanas al vuelo.
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