Hace siete días, si la memoria no me falla, Carlo Ancelotti fue presentado como entrenador del Real Madrid. El técnico derrochó habilidad y diplomacia para responder a cuanto le preguntaban los periodistas. Nada extraño en un italiano que se distingue por tener mano izquierda y porque su jovialidad cae la mar de bien. Así que su regreso al fútbol español fue celebrado.
De Ancelotti se puede decir que los principios fueron tan prometedores como para desechar eso de que nunca segundas partes fueron buenas. Yo no escribí de esa presentación, y no me pregunten por qué, pero sí saqué en conclusión: el italiano sabe más que Lepe y por tanto le motiva muchísimo algo que es innato en los entrenadores; obtener rendimiento de futbolistas que fueron desahuciados deportivamente por anteriores técnicos.
Por consiguiente, estoy convencido de que el entrenador del Madrid estará ya poniendo los cimientos necesarios para que Gareth Bale y Eden Hazard reverdezcan sus lauros. Es decir, que vuelvan a ser jugadores muy principales en la plantilla. Lo cual no es fácil... Pero no tengo la menor duda de que el italiano, curtido en mil batallas, hará lo indecible por obrar el milagro. Lo que supondría un bien para el club y un logro más que sumar a los muchos conseguidos en su carrera.
Pero tampoco es menos cierto que el técnico, si no se ve correspondido por los futbolistas mencionados, deberá soportar la presencia de ambos durante la temporada. Con lo que ello significa: malestar en el seno de la plantilla y problemas con Florentino Pérez. El cual, seguramente, se habrá hecho ya a la idea de que es posible la recuperación de dos jugadores fichados por él como auténticos galácticos. En lo tocante a Sergio Ramos, caso de difícil solución, Ancelotti seguirá sin decir ni mu.
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