Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 10 de enero de 2022

Supercopa de España

Joan Laporta, tras los barquinazos que estaba dando el equipo en todas las competiciones, decidió despedir al entrenador; nada más y nada menos que Ronald Koeman: histórico jugador del Barça. La destitución del técnico holandés estuvo precedida de comentarios improcedentes hacia su persona, mientras los directivos se dedicaban a convencer a Xavi Hernández de lo necesaria que era su presencia en el banquillo del club de toda su vida. Actitud reprobable, sin duda alguna.

Xavi Hernández llegó a su casa huérfano de credenciales como entrenador de primera línea, dado que sus prácticas en Qatar con el Al-SAAD no creo que fueran suficientes para disfrutar de tal reconocimiento. Lo cual no fue óbice para que se le recibiera en el Camp Nou, el día de sus presentación, como una estrella capaz de cambiar, de la noche a la mañana, las derrotas del Barcelona por triunfos acompañados de un estilo de juego, llamado tiqui-taca, nacido y hecho mayor en La Masia.

La euforia creada por el fichaje de quien fue en su momento el mejor centrocampista para practicar ese fútbol de pases cortos y horizontales, con aperturas de balones a las bandas y finalizaciones, casi siempre, de Lionel Messi, ha ido decreciendo a medida que los resultados no han sido, hasta ahora, los que se esperaban. Así que Xavi Hernández ha tenido que renunciar a la posesión porque sus futbolistas tardan un mundo en llegar a la portería contraria y ésta, cuando lo consiguen, se les hace pequeña. De modo que los goles brillan por su ausencia y el estilo de juego carece de marca. Bien podría decirse que es un híbrido. 

La suerte de Joan Laporta, y asimismo de su entrenador, radica en que el Barça -el próximo día 12- juega la Supercopa de España contra el Madrid. Y sus jugadores saldrán al césped con las ideas muy claras: ganar a cualquier precio para que el triunfo les sirva de capa a fin de tapar los errores que vienen cometiendo desde hace tiempo. En fin, el Madrid debe evitarlo para que su rival, por boca de Gerard Piquer, siga preocupándose de los arbitrajes. 





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