Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 23 de septiembre de 2022

Limpieza y orden en los anaqueles

Impera el desorden en mi modesta sala de escribir y leer. Desde hace ya muchos días hay libros por todos los sitios reclamando su vuelta a los anaqueles. Así que hoy trato de pegarle un regate a la desidia y afronto una labor de limpieza y orden. La tarea requiere tiempo y paciencia. A medida que voy colocando ejemplares en su lugar habitual, los voy ojeando

El don de la palabra de Antonio Gala es uno ellos. Y el repaso supera con creces a cualquier otro tomo. Debido a que me dirijo directamente a las páginas dedicadas a la política y por consiguiente a los políticos. Así que la demora está justificada. Entre otras razones porque el extraordinario escritor no duda en poner como chupa de dómine a los políticos y a la política en general. 

El libro es un compendio de frases y conceptos suyos sobre temas diversos, extraídos de su obra literaria. El contenido está estructurado y explicado mediante unas palabras ordenadas alfabéticamente. Ahora bien, El DON DE LA PALABRA no es un diccionario en sentido estricto. Me adentro en la página de Política. Y se me viene a la vista el siguiente parecer: "La política está llena de impostores. Lo único que los ciudadanos se atreven ya a pedirles es que sean fieles a su propia máscara: aquella con la que los conocieron, a la que votaron, por cuyas falaces palabras se dejaron llevar. Pero ni eso les conceden".

"El descrédito se les conoce a los políticos como el valor a los soldados. Son gentecilla efímera que actúa como el burro de las indulgencias: retirada la albarda, se queda en burro sólo; políticos de segunda que, cuando les vuelcan el sillón, se hunden en el anonimato del que no debieron salir nunca jamás".

"Los políticos, cuanto más arriba, se consideran también inefables, infalibles, llamados por la providencia a trabajar por sus conciudadanos, y a su disposición y asistencia. Aunque esos ciudadanos estén de ellos hasta las mismísimas narices". 

"Se parecen demasiados entre sí. Son todos de la misma estatura y de la misma calaña. Ni un estadista, ni un fajador valiente, ni un imaginativo, ni un político históríco, ni un visionario. Su lenguaje es vulgar, tedioso y demagógico: no suscita ni ilusión ni esperanza. Sólo hablan para contradecirse, o para enturbiar lo que está claro y parecer más profundos así: como los búfalos".

Mala educación: en un político es el enamoramiento del poder por el poder. Cuando los políticos, de mayor o menor envergadura, se dedican a defenderse como gatos panza arriba, ha llegado el momento de echarlos a patadas

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