Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

viernes, 7 de noviembre de 2025

Francisco Ferrer Palacios y Luis Soriano Gómez

Ambos fueron nacidos en El Puerto de Santa María. Tierra en la que yo también vine al mundo. Y tuve la suerte de crecer con ellos y mantener desde la niñez una amistad que jamás tuvo visos de quebrarse  en ningún momento. A pesar de que compartimos vivencias que podrían haber propiciado desencuentros. Luis y Paco amaron el fútbol desde que vestían pantalones cortos. El primero destacó como jugador profesional  y el segundo fue presidente del Racing Club Portuense. Y nunca me he cansado de airear lo mucho que me ayudaron durante mis principios como entrenador.

Ferrer Palacios recurrió a mí para dirigir al equipo de nuestro pueblo cuando la década de los setenta estaba dando las boqueadas y principiaban los años ochenta. Y estuvimos a punto de lograr el ascenso a Segunda División A con una plantilla muy joven y bien asesorada por varios veteranos. En aquellos entonces el Estadio José del Cuvillo se llenaba hasta la bandera. Y los establecimientos de los alrededores se atestaban de clientes ávidos de disfrutar del ambiente que generaba su equipo. 

Los portuenses iban a disfrutar del orden que imponía Joaquín Acedo en el centro del campo. Zona de vital importancia. Teniendo a sus costados nada más y nada menos que a Solano y Reales. Dado que el sevillano y el roteño se entendían con la mirada. Y, por si fuera poco, Manolo Benítez jugaba como si estuviera en el patio de su casa. Y qué decir de Ángel: cuya forma de desenvolverse en el área llamó la atención de los seleccionadores nacionales de la época. Y, por si fuera poco, tuve la suerte de contar con Manolo Ojeda -colosal guardameta- y con Babi y Mario; dos centrales que se entendían de maravilla e imponían su ley defensivamente. 

No, no me he olvidado de Diego Quintero ni de Julio Puig; laterales que defendían y atacaban con una solvencia digna de encomio. Ni tampoco de la velocidad y conocimiento del juego de Pepe Calzado como extremo ambidiestro. Y mucho menos de Rios; lateral que jugaba a un ritmo extraordinario. Espero no haberme dejado ningún nombre en el tintero. De ser así, confieso que no ha sido adrede. 

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