Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

lunes, 16 de febrero de 2015

Eduardo Gallardo Ramírez

Mis relaciones con Eduardo Gallardo Salguero fueron cortas pero suficientes para conocer a un hombre muy educado, buen conversador, moderado en su decir, y sobre todo amigo de sus amigos. Aún recuerdo el día que llamó mi atención cuando nos cruzamos por la calle para decirme que era lector de cuanto yo escribía. Y, además. me invitó a pasar a su despacho para enseñarme la cantidad de artículos míos que tenía encarpetados.
A partir de ese momento, don Eduardo no dudó nunca, con su acostumbrada delicadeza, en pronunciarse acerca de mis columnas. Y yo aceptaba sus sugerencias con muy buen  talante. Como no podía ser de otra manera. Y así transcurrieron nuestras magníficas relaciones hasta que un mal día el Alzheimer se hizo presente en su vida y nunca más disfruté de unos intercambios de impresiones con una persona a quien estimaba muchísimo.
Pero fue entonces, debido a esa circunstancia desafortunada, cuando traté con más asiduidad a uno de sus hijos: Alberto Gallardo Ramírez. Con quien pronto hice migas y raro era el día en el cual no se nos presentara la oportunidad de pegar la hebra en lo tocante a cuestiones de la ciudad. Y debo decir que, enseguida, me percaté de que el hijo de ami amigo despreciaba a los aduladores más que Felipe II, que ya es decir. Y a mí me cayó bien.
Alberto Gallardo Ramírez pasó por un mal trance, que le tuvo sumido en un proceso de curación que duró muchísimo para sus amigos y todo un mundo para él. Eso sí, le echó los bemoles suficientes para salir de tamaña emboscada. No se amilanó nunca y ahora, tras la amarga experiencia vivida, Alberto ama la vida tanto como capaz es de ponerle los puntos sobre las íes al más pintado. No es fácil, pues, darle coba a alguien que sigue vendiendo muy caro los halagos.
Presidente fundador de la Fundación Alberto Gallardo Salguero, dedicada a los enfermos de Alzheimer, Alberto ha recuperado su entusiasmo y vuelve a ser ese tipo decidido con quien hay que tener mucho cuidado en no pasarse de la raya con tonterías de tres al cuarto. El sábado pasado, cuando la tarde estaba a punto de hacerse noche, me llamó por teléfono para decirme que quería acceder a este blog y que no lo lograba. Y al fin, tras algunos intentos fallidos, consiguió adentrarse en él.
Hoy, lunes, que es cuando escribo, he hallado a AG en la calle. Y lo primero que ha hecho es hablarme de los artículos que le han gustado más. Y no se ha parado en barras en cuanto a discrepar conmigo de otras opiniones. Todo ello, ante la presencia de un amigo en común. Y a mí, aunque no se lo he dicho, lo que más me ha ilusionado es ver cómo Alberto ha vuelto a recuperar plenamente la costumbre de vivir.  Y he salido del envite enormemente satisfecho.

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