Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 24 de marzo de 2015

El Volar

Es martes, cuando escribo, y la noticia que acapara toda la atención, dolorosamente, es que un avión de la compañía alemana que cubría el trayecto Barcelona-Düsseldorf se ha estrellado en los Alpes franceses. En el siniestro han perdido la vida, según nos dicen, 150 personas. Y la catástrofe me hace caer en la cuenta, inmediatamente, de que sólo se tienen ojos para descubrir nuestras limitaciones y los absurdos, cuando tales tragedias nos sacuden el alma violentamente. ¡Qué horror!

Yo he volado muchísimo. Mayormente, durante cinco años, cuando los Fokker prestaban sus últimos servicios, y los pasajeros éramos conscientes de que lo hacíamos en aparatos que estaban pidiendo a gritos su desguace. Incluso recuerdo, porque hay cosas que no se olvidan, cómo las azafatas, bellas y preparadas, trataban con arte y buen oficio de aminorarnos el canguelo que suponía acceder a unos aviones que tenían remiendos por todos los sitios.

Una noche tempestuosa, volando de Barcelona a Palma de Mallorca, iba sentado a mi vera un cura mallorquín, conocido por mí, que ante aquel desmadre de viento, lluvia, granizos, relámpagos y tormentas, me invitó a rezar con él para pedir a Dios que nos permitiera aterrizar en el aeropuerto de Son Sant Joan, sanos y salvos. Y a mí, no sé por qué causa y razón, se me ocurrió decirle que Dios, que vivía en las alturas, se estaría preocupando por nosotros y, por tanto, no había por qué molestarle. Que ya decidiría Él lo más conveniente.

A mi compañero de viaje y asiento, no le sentó nada bien mi respuesta. Aterrizamos en perfectas condiciones. En mi caso, eso sí,  tras haber trasegado dos "whiskys" que una diligente azafata me había procurado para mermar el miedo que me atenazaba. Lo que fue imposible quitarme es el sudor de mis manos.

Años más tarde, en La faz de España, libro escrito por Gerald Brenan, leí lo siguiente respecto al volar. "El volar induce a una actitud de escepticismo religioso. Uno se da cuenta del error de suponer que Dios puede estar "ahí arriba", y puede estar "mirando hacia abajo" hacia nosotros. Porque la actitud del observador ahí arriba es necesariamente de indiferencia. Uno ve a un hombre pedaleando en una bicicleta, uno ve una pequeña granja con su arroyo y su puente, y no hay nada humano en ello. Uno no siente el menor deseo de ayudar al hombre en su camino, ni de lanzar una bendición sobre la pequeña casa... Para sentirse bien o mal dispuesto hacia ellos uno necesita verlos horizontalmente, a nivel humano. El hombre sólo puede ser hombre en relación con aquellos que caminan sobre la tierra a su lado".

Lo dicho por GB, escritor inglés, que fue tan querido en Granada y Málaga, se me vino con celeridad a la memoria en cuanto me enteré del drama ocurrido en los Alpes. Tan rápidamente como comprendí que no fue descabellada mi respuesta al cura que iba conmigo en el avión que cubría el trayecto Barcelona-Palma. Desgraciadamente, el siniestro del avión -con ruta Barcelona-Düsseldforf- se produjo porque a lo mejor Dios no estaba de guardia en ese tramo de los Alpes franceses. Y, claro, no pudo atender a quienes lo invocaban. Más que escéptico, que también, uno está sobrecogido por tan descomunal desgracia. Aunque espero que Dios no se olvide de acoger a todas esas criaturas en su Seno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta mis escritos ,pero desde el respeto.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.