Agradable sobremesa y sale a relucir su nombre. Y yo cuento lo que sigue. Era propietario de El Rocío: bar situado en el famoso pasaje de Matheu, en el casco antiguo de Madrid. Contaba con un magnífico jefe de barra y Javier Murube se limitaba a alternar con los clientes cuando le era posible. Agradable, con buen talante y gran conversador, con él se podía hablar de todo. Principiaban los sesenta y raro era el día en que Trompi -leyenda futbolística- y yo no visitáramos el establecimiento. Muy frecuentado éste por artistas, toreros, futbolistas...
Javier Murube -hermano de Alfonso Murube- era muy dado a la ayuda de quienes se la demandaban y, por tanto, era muy respetado. Javier nos contaba a Trompi y a mí, aquel día de verano, a la hora del aperitivo, que había recomendado a Curro, jugador madrileño, al Ceuta. Pues bien, por ahí iba la cosa cuando apareció Antonio Bienvenida, acompañado de otra persona, y en el local, de ambiente extraordinario, se impuso el murmullo sordo y expectante.
Al famoso torero, de amplia sonrisa, mirada enérgica y elegancia natural, le faltó tiempo para levantar la mano, a modo de saludo, dirigido a JM. Y éste, con el rostro demudado pero dueño de una frialdad incuestionable, respondió con un que te den por retambufa que sonó como un trueno en el local. La perenne sonrisa de Antonio Bienvenida quedó petrificada y descompuesta. Aun así, el maestro echó mano de su conocida serenidad, preguntando por la causa de tan mala acogida.
Javier Murube aprovechó el momento para descargar su ira sin contemplaciones, relatando la tragedia de un novillero, apoderado por él, a quien le habían amputado una pierna la semana anterior. Como consecuencia de que en el Sanatorio de Toreros se habían negado a intervenirlo en el primer momento, debido a que JM, por lo oído, se había retrasado en el pago de varias mensualidades.
-¿Se puede saber cuál es mi culpa en este caso? -preguntó el maestro Bienvenida.
-La de ser presidente de un Montepío de Toreros capaz de cometer canalladas de ese tipo...
La respuesta de Javier Murube golpeó como un látigo en el ambiente.
De pronto, el acompañante del diestro, que resultó ser Comisario Jefe de la temida policía instalada en el edificio de la Puerta del Sol, hizo ademán de irse contra Javier. Pero Antonio Bienvenida intervino con tanta presteza cual contundencia a la hora de sujetar al funcionario. Si bien el gran torero, antes de enfilar su salida hacia la calle, y tomado ya por la calma de quien nada sabía de hecho tan lamentable, pidió perdón a Javier Murube por la responsabilidad que le exigía su cargo.
Blog de Manolo de la Torre
Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.
domingo, 31 de mayo de 2015
sábado, 30 de mayo de 2015
España está enferma de particularismo
Cuando los ochenta estaban tocando a su fin, tuve yo una muy interesante conversación con Telmo Zarra Onaindía. A Zarra le pregunté yo por su jugador favorito y no dudó lo más mínimo en decirme que era Raúl y que el Madrid, después del Athletic Club, era su equipo preferido. Aunque me rogó que no publicara sus declaraciones, porque lo dicho por él caería muy mal en Bilbao, debido a que allí odiaban al Madrid. Es más, como hombre agradecido me puso también al tanto de cómo la directiva madridista tenía muchos detalles con él.
Zarra, al manifestarse de tal guisa, me demostró que no todos los vascos están enfermos de particularismo. Dice Ortega y Gasset, respecto al particularismo, lo siguiente: "La esencia del particularismo es que cada grupo se deja sentir a sí mismo como parte y, en consecuencia, deja de compartir los sentimientos de los demás". Los nacionalistas catalanes y vascos tienen muy desarrollado el sentido de la insolidaridad y se hacen tirabuzones con las esperanzas o necesidades de los demás.
En cambio, ponen el grito en el cielo en cuanto creen que han sido perjudicados en algo. De todas formas, el problema de muchos catalanes y vascos no está en que quieran disfrutar de más competencias de las que tienen. Puesto que gozan de una situación privilegiada. El verdadero problema es que están condenados a vivir en una nación de la que no quieren formar parte. Y no cesan de acumular infelicidad y rencor.
Lo peor del particularismo es que se ha extendido por toda España y se ha ido amoldando según las condiciones de cada región. Y de seguir así la cosa, puede que llegue un día en que haya que combatir, nuevamente, el cantonalismo. Y ese desinterés por formar parte de España es lo grave de un pueblo que apenas ha saboreado las mieles de vivir el menos malo de los regímenes.
Y debido a ello, es decir, a ese darle más importancia al interés individual que al general, parece ser que lo de ser español ha ido perdiendo consistencia a pasos agigantados. La gente, mayoritariamente, habla de este país porque nombrar España le produce alergia. Es como si al mentarla quedase catalogada como persona de segundo orden. Lo cual no deja de ser un complejo. Si bien no se le da la importancia que el hecho tiene.
Consecuencia: Athletic Club y Fútbol Club Barcelona jugaron la final de la Copa del Rey en el Camp Nou; una más de las muchas que han jugado ambos equipos desde principios del siglo XX hasta ahora. Y el himno nacional, con la presencia de Felipe VI en el palco, recibió una pitada descomunal. Lo que se esperaba. No así que Aduriz disfrutara del concierto de pitos. Ahora saldrá Del Bosque diciendo que el delantero bilbaíno es un chico muy majo. También se esperaba que Messi hiciera encaje de bolillos con Balenziaga. Cuyo marcaje al astro argentino, debió ser mixto, pero no al hombre. Por decir algo de un partido en el que los bilbaínos hicieron el mayor de los ridículos. Y que pudo traducirse en una ristra de goles, de no haber estado Herrerín de portero.
viernes, 29 de mayo de 2015
Apellidos locales con G
Gallardo Salguero (Eduardo). Empresario. Lo primero que hacía, en cuanto nos cruzábamos por la calle, era preguntarme por cómo estaba -pues de sobra conocía mis andanzas-, y a partir de ahí se centraba en oír mi contestación. Detalle de buena educación, adornado con ribetes de amistad que había ido aumentando con el transcurrir de los años. Amistad procedente de un hombre bueno a quien nunca le había dedicado mucha atención en mis escritos. Él, en cambio, me demostraba a cada paso ser lector de todo lo mío. De lo contrario le habría sido imposible referirse a mis artículos, los cuales conservaba en carpeta adecuada al efecto, con tanto conocimiento.
García Cosío (José). Funcionario. Cronista de la Ciudad. Era todo un carácter. Una persona aferrada a su vozarrón incomparable y a sus ideas. No necesitaba hacerse notar, allá donde estuviera, sino que su forma de conducirse llamaba la atención. García Cosío jamás renunció a resaltar su andalucismo sin que Ceuta perdiera la primacía en su vida. "Los vinos del marco de Jerez, una buena comida y un puro canario, obran el milagro de resucitar a un muerto", decía cuando se hallaba a gusto. Pepe era muy dado a celebrar sus veraneos en Ronda. Se le notaba demasiado que en ese rincón se lo pasaba en grande. Pues a su regreso no se cansaba de contar las peripecias vividas en la tierra de Pedro Romero.
García López (Juan). Maestro. Nos hallábamos muy a menudo por el centro de la ciudad y no teníamos ningún reparo en ponernos a charlar. En una ocasión, de hace ya varios años, Juan García me dijo que se había muerto Gordo, su perro. Gordo era un Gorden Retriever; un animal que, como todos los de su raza, tenía siempre una expresión bondadosa y los movimientos de su cola no dejaban de transmitir la alegría de un ejemplar que iba presumiendo cada día de tener un propietario ejemplar. Gordo me mostró siempre su cariño canino desde que nos vimos por primera vez caminando por la carretera nueva. Y su forma de ser fue motivo suficiente para que yo me me animara a hacerme con Oasis: otro perro que se ha ganado el derecho a ser querido de verdad.
Gómez Prieto (Ángel). Superintendente de la Policía Local. Es nuestro J. Edgar Joover -quien fuera director del FBI-, cambiando lo que haya que cambiar. Y sabe, por tanto, vida y milagros de todos los políticos y de las personas que necesiten conocerse actividades pasadas y presentes. Por ello ha conseguido salir de cuantas celadas le han tendido quienes no le soportan por ser conscientes de que el jefe de la Policía Local está al tanto de muchos de sus deslices. Sería injusto no reconocerle la labor que hizo en su día cuando, a petición de Ricardo Muñoz -alcalde-, acometió con éxito la renovación de un Cuerpo que estaba ya desfasado.
González Bolorino (Manuel). Empresario de medios de comunicación. Mentiría si no dijera que conoce a los políticos locales más que bien. Y no cabe la menor duda de que ha sabido sacarle rédito a esos conocimientos. Yo he tratado mucho a MGB. Y hace ya la tira de tiempo que llegué a la conclusión de que Manolo es muy listo. Tampoco se le puede negar que ha trabajado duramente para hacerse con un buen pasar. A veces, cuando me han pedido que lo definiera, he resaltado que es suspicaz, debido a una timidez que lo agobia en ocasiones, y que le obliga a estar en situación de guardia permanente. Conque es harto difícil sorprenderlo.
González Pérez (Francisco Antonio). Delegado del Gobierno. Nunca tuve con él ni buenas ni malas relaciones. Así que durante más de treinta años, que ya son años, jamás hemos pasado de decirnos hola y adiós. Y, cuando decidimos ir un poco más lejos, en contadas ocasiones, llegaron los desencuentros correspondientes. No obstante, yo he seguido sus pasos desde que tomó posesión de su cargo, como delegado del Gobierno, y hay algo que no me cansaré de decir: Francisco Antonio González tiene un espíritu de sacrificio admirable y una voluntad de hierro. Y, como de los errores se aprende y además nadie está libre de ellos, ninguna duda tengo que, más pronto que tarde, será reconocida su labor. Aunque su nombramiento como delegado, conviene decirlo cuanto antes, ha coincidido con uno de los peores momentos, si no el peor, que España está viviendo desde que la democracia volvió a reverdecer laureles entre nosotros.
García Cosío (José). Funcionario. Cronista de la Ciudad. Era todo un carácter. Una persona aferrada a su vozarrón incomparable y a sus ideas. No necesitaba hacerse notar, allá donde estuviera, sino que su forma de conducirse llamaba la atención. García Cosío jamás renunció a resaltar su andalucismo sin que Ceuta perdiera la primacía en su vida. "Los vinos del marco de Jerez, una buena comida y un puro canario, obran el milagro de resucitar a un muerto", decía cuando se hallaba a gusto. Pepe era muy dado a celebrar sus veraneos en Ronda. Se le notaba demasiado que en ese rincón se lo pasaba en grande. Pues a su regreso no se cansaba de contar las peripecias vividas en la tierra de Pedro Romero.
García López (Juan). Maestro. Nos hallábamos muy a menudo por el centro de la ciudad y no teníamos ningún reparo en ponernos a charlar. En una ocasión, de hace ya varios años, Juan García me dijo que se había muerto Gordo, su perro. Gordo era un Gorden Retriever; un animal que, como todos los de su raza, tenía siempre una expresión bondadosa y los movimientos de su cola no dejaban de transmitir la alegría de un ejemplar que iba presumiendo cada día de tener un propietario ejemplar. Gordo me mostró siempre su cariño canino desde que nos vimos por primera vez caminando por la carretera nueva. Y su forma de ser fue motivo suficiente para que yo me me animara a hacerme con Oasis: otro perro que se ha ganado el derecho a ser querido de verdad.
Gómez Prieto (Ángel). Superintendente de la Policía Local. Es nuestro J. Edgar Joover -quien fuera director del FBI-, cambiando lo que haya que cambiar. Y sabe, por tanto, vida y milagros de todos los políticos y de las personas que necesiten conocerse actividades pasadas y presentes. Por ello ha conseguido salir de cuantas celadas le han tendido quienes no le soportan por ser conscientes de que el jefe de la Policía Local está al tanto de muchos de sus deslices. Sería injusto no reconocerle la labor que hizo en su día cuando, a petición de Ricardo Muñoz -alcalde-, acometió con éxito la renovación de un Cuerpo que estaba ya desfasado.
González Bolorino (Manuel). Empresario de medios de comunicación. Mentiría si no dijera que conoce a los políticos locales más que bien. Y no cabe la menor duda de que ha sabido sacarle rédito a esos conocimientos. Yo he tratado mucho a MGB. Y hace ya la tira de tiempo que llegué a la conclusión de que Manolo es muy listo. Tampoco se le puede negar que ha trabajado duramente para hacerse con un buen pasar. A veces, cuando me han pedido que lo definiera, he resaltado que es suspicaz, debido a una timidez que lo agobia en ocasiones, y que le obliga a estar en situación de guardia permanente. Conque es harto difícil sorprenderlo.
González Pérez (Francisco Antonio). Delegado del Gobierno. Nunca tuve con él ni buenas ni malas relaciones. Así que durante más de treinta años, que ya son años, jamás hemos pasado de decirnos hola y adiós. Y, cuando decidimos ir un poco más lejos, en contadas ocasiones, llegaron los desencuentros correspondientes. No obstante, yo he seguido sus pasos desde que tomó posesión de su cargo, como delegado del Gobierno, y hay algo que no me cansaré de decir: Francisco Antonio González tiene un espíritu de sacrificio admirable y una voluntad de hierro. Y, como de los errores se aprende y además nadie está libre de ellos, ninguna duda tengo que, más pronto que tarde, será reconocida su labor. Aunque su nombramiento como delegado, conviene decirlo cuanto antes, ha coincidido con uno de los peores momentos, si no el peor, que España está viviendo desde que la democracia volvió a reverdecer laureles entre nosotros.
jueves, 28 de mayo de 2015
Las bajas temerarias
Los hay que, en cuanto oyen hablar de citas y frases hechas, fruncen el ceño como si hacer uso de las mismas fuera sacrilegio idiomático. Son los mismos que, a renglón seguido, lo ven todo a nivel de, sucedáneo preposicional; dicen asequible cuando toca decir accesible; emplean rutinario por habitual, o les pasa como a Kiko Narváez, a quien no se le cae de la boca el vocablo tema. Por supuesto que, como decía don Fernando Lázaro Carreter, de otros de la misma cuerda, KN no es el inventor de uso tan aberrante, ni constituye un caso aislado. Si bien considero yo que es el más jartible de los actuales.
Pues bien, escribo tras haberme pasado un buen rato releyendo las Mejores frases de todos los tiempos. Y sigo estando de acuerdo con que una buena cita humorística debe tener varias cualidades: "debe ser divertida, provocar la risa o, por lo menos, una sonrisa; debe ser breve y concisa, ya que la brevedad es el alma del ingenio, y debe sostenerse por sí sola; independientemente de la situación en que surja".
De entre todas las frases leídas, esta mañana de jueves, he decidido publicar ésta: "Mientras cruzaba el espacio a toda velocidad, un pensamiento seguía cruzando por mi mente. Cada una de las partes de esta cápsula ha sido construida por el que hizo la licitación menor (Jhon Glynn). Manera brillante de expresar el miedo que le infundía la construcción del aparato.
Lo de la licitación menor no se me ha pasado por alto; no en vano han sido muchas las veces que yo he oído hablar a empresarios de la construcción sobre las bajas temerarias en las subastas de obras públicas. Y, créanme, que los ha habido, y los hay, que se siguen quejando amargamente de semejantes adjudicaciones.
Las bajas temerarias son, para quienes no lo sepan, cuando en una subasta de adjudicación de un contrato de obras públicas la Administración recibe una oferta con un precio muy bajo.
Aunque este precio tan bajo puede ser debido a que la empresa tenga unos costes bajos, o a que incurra en errores de estimación que la misma (y no la Administración) deberá soportar, si bien muy a menudo esta oferta responde a un comportamiento estratégico de la empresa en subasta. Comportamiento estratégico que puede depender de varios factores.
Resumiendo: si la empresa adjudicatoria, por ejemplo, atraviesa una crisis económica, la ley le permite quebrar o adoptar otras medidas airosas. Como parar la obra. Así que la que suele pagar los vidrios rotos es la Administración. Mientras tanto, conviene aclarar que hay empresas solventes que se ven ninguneadas porque son incapaces de aceptar el juego de las bajas temerarias. Dicho queda.
Pues bien, escribo tras haberme pasado un buen rato releyendo las Mejores frases de todos los tiempos. Y sigo estando de acuerdo con que una buena cita humorística debe tener varias cualidades: "debe ser divertida, provocar la risa o, por lo menos, una sonrisa; debe ser breve y concisa, ya que la brevedad es el alma del ingenio, y debe sostenerse por sí sola; independientemente de la situación en que surja".
De entre todas las frases leídas, esta mañana de jueves, he decidido publicar ésta: "Mientras cruzaba el espacio a toda velocidad, un pensamiento seguía cruzando por mi mente. Cada una de las partes de esta cápsula ha sido construida por el que hizo la licitación menor (Jhon Glynn). Manera brillante de expresar el miedo que le infundía la construcción del aparato.
Lo de la licitación menor no se me ha pasado por alto; no en vano han sido muchas las veces que yo he oído hablar a empresarios de la construcción sobre las bajas temerarias en las subastas de obras públicas. Y, créanme, que los ha habido, y los hay, que se siguen quejando amargamente de semejantes adjudicaciones.
Las bajas temerarias son, para quienes no lo sepan, cuando en una subasta de adjudicación de un contrato de obras públicas la Administración recibe una oferta con un precio muy bajo.
Aunque este precio tan bajo puede ser debido a que la empresa tenga unos costes bajos, o a que incurra en errores de estimación que la misma (y no la Administración) deberá soportar, si bien muy a menudo esta oferta responde a un comportamiento estratégico de la empresa en subasta. Comportamiento estratégico que puede depender de varios factores.
Resumiendo: si la empresa adjudicatoria, por ejemplo, atraviesa una crisis económica, la ley le permite quebrar o adoptar otras medidas airosas. Como parar la obra. Así que la que suele pagar los vidrios rotos es la Administración. Mientras tanto, conviene aclarar que hay empresas solventes que se ven ninguneadas porque son incapaces de aceptar el juego de las bajas temerarias. Dicho queda.
miércoles, 27 de mayo de 2015
El desgaste del Partido Popular
El martes quedé citado con alguien que siempre me mereció respeto y con quien se disfruta conversando. Es del Real Madrid. Con mucha sorna y mucho conocimiento de la política y gran conocedor de todos esos asuntos raros que se cuecen en el seno de los partidos políticos. Lo primero que hizo, tal vez para ganarse mi voluntad, fue darme la razón en cuanto he venido diciendo, desde hace un montón de años, en relación con Casillas. Y a partir de ahí entró en acción, preguntándome qué me había parecido el triunfo del Partido Popular.
Mi parecer es que ha logrado la mayoría absoluta que yo preveía, aunque con la pérdida de concejales que estaba más que cantada. Lo cual es indicativo del desgaste que tiene gobernar durante 14 años. Incluso para Juan Vivas. Por cierto, conviene destacar que éste ha sido capaz, a pesar de lo ya reseñado, de obtener los escaños suficientes que le permiten no depender de ningún partido para gobernar. Lo cual es de un valor incalculable en la situación actual.
De cualquier manera, toma la palabra mi interlocutor, no sé si estarás de acuerdo conmigo en que a Juan Vivas le quedan cuatro años muy difíciles; quizá los más difíciles de su ya larga trayectoria como alcalde. No sólo porque su mayoría absoluta sea mínima, y ella le obligue siempre a estar con los ojos bien abiertos y atento a cuanto se mueva a su alrededor, sino porque hay militantes de su partido, que disfrutaron de cargos, quienes no cesan de juntarle chinitas con los pies, como tú sueles decir de los que se dedican a preparar disimuladamente una traición. Y, por consiguiente, necesitará ayuda. ¿Tú qué piensas al respecto?
Lo que yo piense carece de valor, le digo a mi conocido. Pues si yo estuviera convencido de que lo tiene, sería arrogarme unas facultades de las que carezco. Otra cosa es que a mí, por haberme adelantado en ocasiones, echando mano de la intuición, en denunciar ciertas componendas, me dé por insistir en que hay un individuo del que nuestro alcalde debería cuidarse, de una vez por todas; individuo que no respeta nada, y destroza cuanto toca. Estúpido hasta el extremo de vivir obsesionado con la idea de ser alcalde cuando es consciente de que los ceutíes, de toda clase y condición, no lo pueden ver ni en pintura.
Se te entiende todo, Manolo, y estoy totalmente de acuerdo contigo en que ese individuo, cuyo nombre no hay por qué mencionar hoy, le ha hecho mucho daño al PP en los últimos años. Al PP y a su partido; y no hay mejor ejemplo que el logro obtenido, sin apenas tiempo ni medios, por Fatima Hamed. A la que tú le has dedicado ditirambos, en no pocas ocasiones.
Pero a Fatima Hamed, le digo a mi conocido madridista y buen conversador, conviene recordarle en estos momentos de alegría para ella y, naturalmente, para quienes la votaron, que fiscalice al gobierno, pero usando la prudencia, que no se encienda, pues encendida metería la pata, y metiendo la pata perdería el valor adquirido en las urnas. Y si se comporta así, lo cual espero que no suceda, por considerarla inteligente, siempre habrá alguien que alce la voz para decir que también es machismo la tolerancia complaciente con la incapacidad de una mujer para participar en la política activa.
Mi parecer es que ha logrado la mayoría absoluta que yo preveía, aunque con la pérdida de concejales que estaba más que cantada. Lo cual es indicativo del desgaste que tiene gobernar durante 14 años. Incluso para Juan Vivas. Por cierto, conviene destacar que éste ha sido capaz, a pesar de lo ya reseñado, de obtener los escaños suficientes que le permiten no depender de ningún partido para gobernar. Lo cual es de un valor incalculable en la situación actual.
De cualquier manera, toma la palabra mi interlocutor, no sé si estarás de acuerdo conmigo en que a Juan Vivas le quedan cuatro años muy difíciles; quizá los más difíciles de su ya larga trayectoria como alcalde. No sólo porque su mayoría absoluta sea mínima, y ella le obligue siempre a estar con los ojos bien abiertos y atento a cuanto se mueva a su alrededor, sino porque hay militantes de su partido, que disfrutaron de cargos, quienes no cesan de juntarle chinitas con los pies, como tú sueles decir de los que se dedican a preparar disimuladamente una traición. Y, por consiguiente, necesitará ayuda. ¿Tú qué piensas al respecto?
Lo que yo piense carece de valor, le digo a mi conocido. Pues si yo estuviera convencido de que lo tiene, sería arrogarme unas facultades de las que carezco. Otra cosa es que a mí, por haberme adelantado en ocasiones, echando mano de la intuición, en denunciar ciertas componendas, me dé por insistir en que hay un individuo del que nuestro alcalde debería cuidarse, de una vez por todas; individuo que no respeta nada, y destroza cuanto toca. Estúpido hasta el extremo de vivir obsesionado con la idea de ser alcalde cuando es consciente de que los ceutíes, de toda clase y condición, no lo pueden ver ni en pintura.
Se te entiende todo, Manolo, y estoy totalmente de acuerdo contigo en que ese individuo, cuyo nombre no hay por qué mencionar hoy, le ha hecho mucho daño al PP en los últimos años. Al PP y a su partido; y no hay mejor ejemplo que el logro obtenido, sin apenas tiempo ni medios, por Fatima Hamed. A la que tú le has dedicado ditirambos, en no pocas ocasiones.
Pero a Fatima Hamed, le digo a mi conocido madridista y buen conversador, conviene recordarle en estos momentos de alegría para ella y, naturalmente, para quienes la votaron, que fiscalice al gobierno, pero usando la prudencia, que no se encienda, pues encendida metería la pata, y metiendo la pata perdería el valor adquirido en las urnas. Y si se comporta así, lo cual espero que no suceda, por considerarla inteligente, siempre habrá alguien que alce la voz para decir que también es machismo la tolerancia complaciente con la incapacidad de una mujer para participar en la política activa.
martes, 26 de mayo de 2015
La evolución del biquini
Se viene hablando y escribiendo, y hasta hay un vídeo en You Tube al respecto, de la evolución del biquini en cien años. Y, dado que a mí me parece un traje de baño delicioso, he decidido darle mi modesto y particular homenaje. Aunque, sintiéndolo mucho, habré de escribir más que el Tostado. Empiezo: cuando el mes de mayo de 1963 estaba tocando a su fin, pude ver yo Agente 007 contra el Doctor No en el cine Capitol de Madrid. Película autorizada para mayores de 18 años y que se había estrenado en España muchos meses después de que se hubiera proyectado en el Reino Unido. La ficha de James Bond que se exhibía en los carteles rezaba así: "Tiene permiso para matar y es un experto en autos de carreras, armas antiguas y muchachas hermosas". El personaje de James Bond lo interpretaba Sean Connery y Ursula Andress el de Honey Ryder.
Nacida en Suiza, UA, veinteañera entonces, se convirtió en la primera chica "Bond" de la época y, según diversas encuestas, la mejor de todas las que en el mundo ha habido. La escena saliendo del agua con un biquini color marfil cuya principal característica era un cinturón que llevaba acoplado a la braguita de algodón y del cual pendía un puñal envainado, desató los instintos más básicos del género masculino del mundo entero.
La Iglesia puso el grito en el cielo y catalogó la película con "3R", "o mayores con reparos" y además con sólida formación. Y todo porque una mujer despampanante se sentía tan a gusto dentro de su cuerpo que daba la impresión de que le gustaba el sexo por encima de todo. Parecía encantada con su enorme atractivo. Que no era, creo yo, sino una versión de narcisismo seductor. La actriz parecía excitarse con su propio encanto. En la película, aún recuerdo como a Honey Ryder -UA- no le preocupaba que la miraran los hombres y, desde luego, no se cortaba lo más mínimo a la hora de sacar pecho. Cuánto hubiera dado yo entonces por olerla...
Mi llegada a Ibiza, a finales de 1972, para tratar de salvar del descenso a la Sociedad Deportiva Ibiza - equipo del que Abel Matute era presidente de honor-, tarea que cumplí con fortuna suficiente como para convertirme en todo un personaje ibicenco, me permitió conocer personalmente a la mujer que hacía posible que hombres y mujeres se volvieran a su paso perdiendo la noción del tiempo y del espacio. Los había que, sabedores de la hora en que Ursula caminaba hacia la terraza del Hotel Montesol, acompañada siempre de su amigo Elmyr (pintor que se inventaba un Matiss o un Picazo en menos de diez minutos, con la misma facilidad que inventaba su pasado, sus apellidos, y sus orígenes familiares. A Elmyr, que llegó a falsificar 1000 cuadros imitando a pintores impresionistas, le gustaba lucirse llevando a su lado a Ursula, luciendo monóculo y capazón ibicenco), se apostaban en lugares estratégicos para verla desfilar como lo que era: una diosa. En ocasiones, también yo ejercía de mirón. Ajeno, por supuesto, a lo que el destino me tenía reservado.
Un día, recién llegado yo a Ibiza, coincidí con Arturo Llopis -periodista y escritor ibicenco, y amante del equipo de fútbol de su tierra- en la calle Juan de Austria y decidimos comer juntos. Fue entonces cuando le pedí que me recomendara un lugar para que los jugadores pudieran concentrarse unas horas antes de los partidos. Y, tras unos minutos de cavilación, Arturo que era un tipo curtido en mil batallas, culto y buena gente, me preguntó: "¿Puedes mañana, a primera hora, venir conmigo a Es Cabells; pueblo que se encuentra al borde un acantilado en el municipio de San José?". Le respondí que sí. Finalizada nuestra gestión en un convento, ALl me enseñó calas y rincones de un pueblo donde se prodigaban los chalets erigidos sobre un terreno arcilloso... En Es Cabells, cuando azotaba el temporal, se notaba de lo lindo. Precisamente, al pasar por delante de una casa grande y hermosa, Arturo me dijo que Ursula Andress era su propietaria. Y también me dijo que, durante los meses de invierno, la casa era habitada por los padres de la actriz.
El primer domingo que comimos en el comedor de las monjas teresianas y que pasamos un tiempo de ocio en el único bar de Es Cabells, nos tocaba jugar con el Barcelona Atlético. A las dos de la tarde, cuando los futbolistas estaban matando el tiempo con las cartas, se presentó Ursula Andress en el local. Tras dar las buenas tardes, lo primero que hizo es acercarse a una mesa en la cual se jugaba al póquer y les dijo a los jugadores si la dejaban participar. A partir de ahí, y como la actriz asistió al partido y además lo ganamos con holgura y buen juego, no dejó de hacerse presente en las concentraciones porque, según ella, se lo pasaba bomba con el personal.
En aquel tiempo, la actriz mantenía un romance con Fabio Testi, y éste, por lo que decían las revistas de la época, se la estaba pegando en Italia con otra actriz. A UA le gustaban los hombres. Los miraba a la cara y no le molestaba ser mirada por ellos. Llegó a convertirse en parte importante de la concentración dominical. En ocasiones, coincidía yo con ella y con Elmyr en la terraza del Hotel Montesol y me invitaban a sentarme a su mesa. Otras, si ellos llegaban y hallaban la terraza de bote en bote, les ofrecía yo asientos en la mía. Ursula Andress, excitante, bella y con un cuerpo admirable, olía a sexo. Así que supe bien pronto a qué se debía la atracción que ejercía sobre los hombres: a que segregaba abundante copulina.
Nacida en Suiza, UA, veinteañera entonces, se convirtió en la primera chica "Bond" de la época y, según diversas encuestas, la mejor de todas las que en el mundo ha habido. La escena saliendo del agua con un biquini color marfil cuya principal característica era un cinturón que llevaba acoplado a la braguita de algodón y del cual pendía un puñal envainado, desató los instintos más básicos del género masculino del mundo entero.
La Iglesia puso el grito en el cielo y catalogó la película con "3R", "o mayores con reparos" y además con sólida formación. Y todo porque una mujer despampanante se sentía tan a gusto dentro de su cuerpo que daba la impresión de que le gustaba el sexo por encima de todo. Parecía encantada con su enorme atractivo. Que no era, creo yo, sino una versión de narcisismo seductor. La actriz parecía excitarse con su propio encanto. En la película, aún recuerdo como a Honey Ryder -UA- no le preocupaba que la miraran los hombres y, desde luego, no se cortaba lo más mínimo a la hora de sacar pecho. Cuánto hubiera dado yo entonces por olerla...
Mi llegada a Ibiza, a finales de 1972, para tratar de salvar del descenso a la Sociedad Deportiva Ibiza - equipo del que Abel Matute era presidente de honor-, tarea que cumplí con fortuna suficiente como para convertirme en todo un personaje ibicenco, me permitió conocer personalmente a la mujer que hacía posible que hombres y mujeres se volvieran a su paso perdiendo la noción del tiempo y del espacio. Los había que, sabedores de la hora en que Ursula caminaba hacia la terraza del Hotel Montesol, acompañada siempre de su amigo Elmyr (pintor que se inventaba un Matiss o un Picazo en menos de diez minutos, con la misma facilidad que inventaba su pasado, sus apellidos, y sus orígenes familiares. A Elmyr, que llegó a falsificar 1000 cuadros imitando a pintores impresionistas, le gustaba lucirse llevando a su lado a Ursula, luciendo monóculo y capazón ibicenco), se apostaban en lugares estratégicos para verla desfilar como lo que era: una diosa. En ocasiones, también yo ejercía de mirón. Ajeno, por supuesto, a lo que el destino me tenía reservado.
Un día, recién llegado yo a Ibiza, coincidí con Arturo Llopis -periodista y escritor ibicenco, y amante del equipo de fútbol de su tierra- en la calle Juan de Austria y decidimos comer juntos. Fue entonces cuando le pedí que me recomendara un lugar para que los jugadores pudieran concentrarse unas horas antes de los partidos. Y, tras unos minutos de cavilación, Arturo que era un tipo curtido en mil batallas, culto y buena gente, me preguntó: "¿Puedes mañana, a primera hora, venir conmigo a Es Cabells; pueblo que se encuentra al borde un acantilado en el municipio de San José?". Le respondí que sí. Finalizada nuestra gestión en un convento, ALl me enseñó calas y rincones de un pueblo donde se prodigaban los chalets erigidos sobre un terreno arcilloso... En Es Cabells, cuando azotaba el temporal, se notaba de lo lindo. Precisamente, al pasar por delante de una casa grande y hermosa, Arturo me dijo que Ursula Andress era su propietaria. Y también me dijo que, durante los meses de invierno, la casa era habitada por los padres de la actriz.
El primer domingo que comimos en el comedor de las monjas teresianas y que pasamos un tiempo de ocio en el único bar de Es Cabells, nos tocaba jugar con el Barcelona Atlético. A las dos de la tarde, cuando los futbolistas estaban matando el tiempo con las cartas, se presentó Ursula Andress en el local. Tras dar las buenas tardes, lo primero que hizo es acercarse a una mesa en la cual se jugaba al póquer y les dijo a los jugadores si la dejaban participar. A partir de ahí, y como la actriz asistió al partido y además lo ganamos con holgura y buen juego, no dejó de hacerse presente en las concentraciones porque, según ella, se lo pasaba bomba con el personal.
En aquel tiempo, la actriz mantenía un romance con Fabio Testi, y éste, por lo que decían las revistas de la época, se la estaba pegando en Italia con otra actriz. A UA le gustaban los hombres. Los miraba a la cara y no le molestaba ser mirada por ellos. Llegó a convertirse en parte importante de la concentración dominical. En ocasiones, coincidía yo con ella y con Elmyr en la terraza del Hotel Montesol y me invitaban a sentarme a su mesa. Otras, si ellos llegaban y hallaban la terraza de bote en bote, les ofrecía yo asientos en la mía. Ursula Andress, excitante, bella y con un cuerpo admirable, olía a sexo. Así que supe bien pronto a qué se debía la atracción que ejercía sobre los hombres: a que segregaba abundante copulina.
lunes, 25 de mayo de 2015
Mohamed Alí
Tardó nada y menos en proclamar a los cuatro vientos que estaba decidido a dejar de ser el dirigente principal de la coalición Caballas, debido a que los resultados de las elecciones no habían sido los esperados (todavía desconocía que su partido obtendría un escaño más). Sus palabras, expresadas en caliente, me sonaron a falsas. Porque Mohamed Alí tiene ya tablas suficientes en política como para saber que la consecución de 3 concejales, tras sus muchos errores cometidos, durante los últimos cuatro años, eran un regalo de la diosa Fortuna. Un premio excesivo, sin duda, que debió acoger con el regocijo apropiado.
Pero Mohamed Alí, nada más enterarse de los resultados de las urnas, sólo pensaba en la manera que podía digerir el éxito de una señora que, tras escindir a Caballas, formó un partido en un amén y éste acababa de dar la campanada, consiguiendo 3 escaños. La señora, en cuestión, se llama Fátima Hamed. La misma que había hecho bueno el dicho de que no hay peor cuña que la de la misma madera.
Tengo la certeza de que durante la noche del domingo electoral, la que estaba presente en la sede de Caballas era Fátima Hamed: presidenta del partido Movimiento por la Dignidad y Ciudadanía (MDyC). No podía ser de otra manera. Pues su triunfo era imposible que no pesara como una losa en la sede de un partido al que ella había accedido toda ilusionada en sus comienzos, para cumplir sus deseos de participar en la política activa.
Así que el primer damnificado por el éxito de MDyC no podía ser otro que el dirigente de Caballas: Mohamed Alí. Y si quiere dejar su cargo, que no se lo achaque a los resultados de las urnas, y sí alegando su craso error por permitir que Fatima Hamed tuviera que marcharse del partido por disconformidad con la forma de actuar de Juan Luis Aróstegui.
Yo escribí acerca de la irrupción en política de Mohamed Alí en su día. Y recuerdo que consideré su aparición como una bocanada de aire fresco y de la cual estaba necesitada la política de la ciudad en aquellos momentos. Llega, dije de él, con capacidad suficiente para fiscalizar las actuaciones del gobierno, además de irse curtiendo en una actividad en la que puede prestar los mejores servicios.
Pero mis esperanzas, y las de cuantos esperaban mucho de MA, se truncaron en el momento en que éste se echó en los brazos del secretario general de Comisiones Obreras y puso su partido, Unión Democrática Ceutí, de corte ganador, al servicio del sindicalista; cuyo PSPC estaba hundido en la miseria. Fue un desastre de acuerdo. Un despropósito en todos los sentidos. Una auténtica ruina para Caballas. Por tal motivo, y no por el resultado de las elecciones, es por lo que tendría que haber dimitido MA, hace ya bastante tiempo.
Pero Mohamed Alí, nada más enterarse de los resultados de las urnas, sólo pensaba en la manera que podía digerir el éxito de una señora que, tras escindir a Caballas, formó un partido en un amén y éste acababa de dar la campanada, consiguiendo 3 escaños. La señora, en cuestión, se llama Fátima Hamed. La misma que había hecho bueno el dicho de que no hay peor cuña que la de la misma madera.
Tengo la certeza de que durante la noche del domingo electoral, la que estaba presente en la sede de Caballas era Fátima Hamed: presidenta del partido Movimiento por la Dignidad y Ciudadanía (MDyC). No podía ser de otra manera. Pues su triunfo era imposible que no pesara como una losa en la sede de un partido al que ella había accedido toda ilusionada en sus comienzos, para cumplir sus deseos de participar en la política activa.
Así que el primer damnificado por el éxito de MDyC no podía ser otro que el dirigente de Caballas: Mohamed Alí. Y si quiere dejar su cargo, que no se lo achaque a los resultados de las urnas, y sí alegando su craso error por permitir que Fatima Hamed tuviera que marcharse del partido por disconformidad con la forma de actuar de Juan Luis Aróstegui.
Yo escribí acerca de la irrupción en política de Mohamed Alí en su día. Y recuerdo que consideré su aparición como una bocanada de aire fresco y de la cual estaba necesitada la política de la ciudad en aquellos momentos. Llega, dije de él, con capacidad suficiente para fiscalizar las actuaciones del gobierno, además de irse curtiendo en una actividad en la que puede prestar los mejores servicios.
Pero mis esperanzas, y las de cuantos esperaban mucho de MA, se truncaron en el momento en que éste se echó en los brazos del secretario general de Comisiones Obreras y puso su partido, Unión Democrática Ceutí, de corte ganador, al servicio del sindicalista; cuyo PSPC estaba hundido en la miseria. Fue un desastre de acuerdo. Un despropósito en todos los sentidos. Una auténtica ruina para Caballas. Por tal motivo, y no por el resultado de las elecciones, es por lo que tendría que haber dimitido MA, hace ya bastante tiempo.
domingo, 24 de mayo de 2015
Ganó Juan Vivas
La abstención ha vuelto a primar en las elecciones. Síntoma evidente de que los ceutíes están hastiados de los políticos. Renunciar a un derecho tan importante perjudica a la democracia y nunca al partido que sale ya con la vitola de ganador. Ese era el Partido Popular. Y me explico: es de sobra conocido, tras los años que llevamos disfrutando de la democracia instaurada, que los militantes de los partidos que no tienen una vocación de figurar en la actividad política son como los que asisten a las procesiones. Solamente tienen fe, pero eso figura en sus sentimientos exteriores o íntimos.Y con ella, con esa fe desmedida, le han dado una mayoría absoluta al Partido Popular.
Juan Vivas ha vuelto a ganar las elecciones. Y, a pesar del desgaste de sus catorce años como alcalde, ha obtenido 14 escaños. Lo cual no es moco de pavo. Era algo que estaba cantado, y así lo manifesté en no pocas ocasiones. En rigor, no hacía falta ser como Acisclo Karag para adelantar semejante resultado. Así que no vean en mí ningún deseo de darme pote.
De los resultados electorales, conocidos en esta noche de mayo, conviene destacar, al margen del triunfo de los populares, el también obtenido por Fátima Hamed. Y aquí si que me van a permitir que me adorne lo justo, pues uno a veces, con enorme atrevimiento, dicho sea de paso, escribe cosas que bien podrían volverse en su contra.
Al grano: el 11 de abril pasado, en uno de mis primeros escritos en este blog, le auguré un futuro brillante a Fatima Hamed, como presidenta del Partido Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC). Y así ha sido. Aunque también anticipé que su éxito redundaría en contra de la coalición Caballas. Y así fue. En realidad, Juan Luis Aróstegui sigue siendo nefasto para ese partido.
La mejora del Partido Socialista es un hecho. Pero no ha sido la que las encuestas le auguraban. José Antonio Carracao, que ha trabajado duramente, necesita adquirir la experiencia suficiente para ganarse adeptos. No se trata solamente de captar voluntades de funcionarios, sino que también hay que ser agradable con otras muchas personas. A José Antonio le falta un hervor. Tiempo tiene para lograrlo.
Insisto: Juan Vivas ha sido el triunfador absoluto de unas elecciones que han proporcionado un escaño a Ciudadanos. Y en las que Fatima Hamed ha irrumpido con muchísima fuerza al frente de MDyC. Y eso me congratula. Pues no es la primera vez que a mí me da por destacar la voluntad y el valor de la señora Hamed.
Juan Vivas ha vuelto a ganar las elecciones. Y, a pesar del desgaste de sus catorce años como alcalde, ha obtenido 14 escaños. Lo cual no es moco de pavo. Era algo que estaba cantado, y así lo manifesté en no pocas ocasiones. En rigor, no hacía falta ser como Acisclo Karag para adelantar semejante resultado. Así que no vean en mí ningún deseo de darme pote.
De los resultados electorales, conocidos en esta noche de mayo, conviene destacar, al margen del triunfo de los populares, el también obtenido por Fátima Hamed. Y aquí si que me van a permitir que me adorne lo justo, pues uno a veces, con enorme atrevimiento, dicho sea de paso, escribe cosas que bien podrían volverse en su contra.
Al grano: el 11 de abril pasado, en uno de mis primeros escritos en este blog, le auguré un futuro brillante a Fatima Hamed, como presidenta del Partido Movimiento por la Dignidad y la Ciudadanía (MDyC). Y así ha sido. Aunque también anticipé que su éxito redundaría en contra de la coalición Caballas. Y así fue. En realidad, Juan Luis Aróstegui sigue siendo nefasto para ese partido.
La mejora del Partido Socialista es un hecho. Pero no ha sido la que las encuestas le auguraban. José Antonio Carracao, que ha trabajado duramente, necesita adquirir la experiencia suficiente para ganarse adeptos. No se trata solamente de captar voluntades de funcionarios, sino que también hay que ser agradable con otras muchas personas. A José Antonio le falta un hervor. Tiempo tiene para lograrlo.
Insisto: Juan Vivas ha sido el triunfador absoluto de unas elecciones que han proporcionado un escaño a Ciudadanos. Y en las que Fatima Hamed ha irrumpido con muchísima fuerza al frente de MDyC. Y eso me congratula. Pues no es la primera vez que a mí me da por destacar la voluntad y el valor de la señora Hamed.
sábado, 23 de mayo de 2015
Casillas es un martirio para su equipo
En el primer gol del Getafe al Madrid, inmediatamente se me vino a la memoria el nombre de Araquistain: guardameta guipuzcoano, cuya actuación frente al Córdoba, en el antiguo Arcángel, en partido de promoción de ascenso a la División de Honor, en la temporada 59-60, fue clamorosa. Aún recuerdo dos paradas a Paz, jugador nacido en Ceuta, que evitaron que la Real Sociedad descendiera de categoría. Aquella tarde, cuando el sol reinaba ya en la ciudad que llegó a tener sesenta iglesias y cuarenta conventos, los aficionados cordobeses despidieron al portero donostiarra con honores de figura grande.
En la temporada 61-62, Araquistain fue fichado por el Real Madrid. Y en Chamartín estaba yo el 2 de septiembre para ver el primer partido de Liga frente al Elche. En el equipo ilicitano jugaban Re, Cardona, Iborra, Quirant, Pauet, Romero... Fue Romero, paraguayo él, quien le amargó la tarde al portero debutante. El disparo fue calcado al primer gol marcado por Escudero a Casillas. Y el publico del Madrid abroncó a Araquistain.
Araquistain fue preguntado hace días por Casillas, y dijo, amén de hablar de su mal momento actual, que nunca había sido el mejor portero, entre otras cosas porque nunca había sido capaz de dominar el juego en el área pequeña. El portero guipuzcoano ganó seis Liga, una Copa del Generalísimo, y obtuvo el Trofeo Zamora. Pero el primer gol del Elche, que terminó perdiendo por 3-1 en Madrid, en septiembre de 1961, no lo aceptó muy bien una afición que era tan exigente o más que la de ahora.
Casillas ha vuelto a demostrar ante el Getafe que está acabado en todos los sentidos. Su lenguaje corporal evidencia que sus miedos en la portería son tantos como su falta de condición física. Es un muerto viviente entre los palos. Da pena verlo actuar. Él es consciente de que no da la talla. Y me imagino que debe de estar pasándolas canutas. Por más que una parte del Bernabéu, la gente joven, captada por periodistas sobrecogedores, trate por todos los medios de corear su nombre a la menor ocasión.
Creo haber dicho ya, en otras ocasiones, porque es de justicia, que nadie puede negarle al portero mostoleño, el que haya obtenido tantos logros con tan pocas cualidades. Sería absurdo no reconocérselo. Aunque también debería ser lo suficientemente listo para decir basta ya y llegar a un acuerdo con el club y no seguir pegando petardos y denigrando su imagen a cada paso. El Madrid sólo gana haciendo muchos goles. Y los ha obtenido en esta Liga. Pero su portero es un desastre.
La culpa de que Casillas esté pasando por trance tan amargo la tienen los periodistas que no cesan de adularlo a sabiendas de que está dando las boqueadas en la profesión. Por algo será. No me cabe la menor duda. Ahora bien, lo que no llego a entender son los motivos que tiene Vicente del Bosque, al margen de sensiblerías de tres al cuarto, para contar con él en la selección. Hay cosas que son inaceptables. Y ésta es una de ellas.
En la temporada 61-62, Araquistain fue fichado por el Real Madrid. Y en Chamartín estaba yo el 2 de septiembre para ver el primer partido de Liga frente al Elche. En el equipo ilicitano jugaban Re, Cardona, Iborra, Quirant, Pauet, Romero... Fue Romero, paraguayo él, quien le amargó la tarde al portero debutante. El disparo fue calcado al primer gol marcado por Escudero a Casillas. Y el publico del Madrid abroncó a Araquistain.
Araquistain fue preguntado hace días por Casillas, y dijo, amén de hablar de su mal momento actual, que nunca había sido el mejor portero, entre otras cosas porque nunca había sido capaz de dominar el juego en el área pequeña. El portero guipuzcoano ganó seis Liga, una Copa del Generalísimo, y obtuvo el Trofeo Zamora. Pero el primer gol del Elche, que terminó perdiendo por 3-1 en Madrid, en septiembre de 1961, no lo aceptó muy bien una afición que era tan exigente o más que la de ahora.
Casillas ha vuelto a demostrar ante el Getafe que está acabado en todos los sentidos. Su lenguaje corporal evidencia que sus miedos en la portería son tantos como su falta de condición física. Es un muerto viviente entre los palos. Da pena verlo actuar. Él es consciente de que no da la talla. Y me imagino que debe de estar pasándolas canutas. Por más que una parte del Bernabéu, la gente joven, captada por periodistas sobrecogedores, trate por todos los medios de corear su nombre a la menor ocasión.
Creo haber dicho ya, en otras ocasiones, porque es de justicia, que nadie puede negarle al portero mostoleño, el que haya obtenido tantos logros con tan pocas cualidades. Sería absurdo no reconocérselo. Aunque también debería ser lo suficientemente listo para decir basta ya y llegar a un acuerdo con el club y no seguir pegando petardos y denigrando su imagen a cada paso. El Madrid sólo gana haciendo muchos goles. Y los ha obtenido en esta Liga. Pero su portero es un desastre.
La culpa de que Casillas esté pasando por trance tan amargo la tienen los periodistas que no cesan de adularlo a sabiendas de que está dando las boqueadas en la profesión. Por algo será. No me cabe la menor duda. Ahora bien, lo que no llego a entender son los motivos que tiene Vicente del Bosque, al margen de sensiblerías de tres al cuarto, para contar con él en la selección. Hay cosas que son inaceptables. Y ésta es una de ellas.
viernes, 22 de mayo de 2015
Espigar
El viernes pasado, dije que no escribiría más de la campaña electoral, que no creía conveniente dar la tabarra al respecto, porque estaba convencido de que el ganador sería, otra vez, quien lleva la friolera de 14 años gobernando la ciudad. De los cuales 12 fue elegido en las urnas. Así que ha ganado tres elecciones. Y argumentaba mi parecer diciendo que Juan Vivas era el mejor candidato. Y he cumplido lo que dije. Como estamos a punto de entrar en tiempo de reflexión, yo se lo voy a dedicar a espigar; que, según la segunda acepción del diccionario, es buscar y recoger de distintos libros o escritos, datos, noticias, citas, etcétera. He aquí lo hallado.
Edades. Con la edad en la boca uno sólo piensa en vivir. A los cuarenta y tantos llegan las reflexiones y uno se percata de que está viviendo la edad del burro, como bien dice Enrique Baltanés. Es decir, que hay que cargar con un montón de responsabilidades familiares y profesionales. Todo recae sobre tus hombros. Luego llegan los cincuenta y tantos y vuelve el entusiasmo. El deseo de vivir cada día. El presente rabioso. Aparece el miedo a la muerte. Yo tengo una edad insolente, tengo setenta y cinco años. Lo cual no deja de ser un escándalo. A esta edad, al menos en mi caso, todo se ve diferente.
Ego. Al valorarse uno mismo, que es necesario, hay que evitar hacerlo en exceso tanto como criticarse de manera severa. Hay que lograr una identidad. Sin duda alguna. El ego es realmente necesario para defenderse, por ejemplo, de los ataques del vecino del quinto, durante la primera parte de la vida. Luego, en la segunda, como es mi caso, el ego no vale para nada. Más bien perjudica ostensiblemente.
El cotilleo es saludable. Hace ya no pocos años que Robin Dunbar -sí, con n-, profesor de antropología biológica del University College de Londres, aseguró que el cotilleo es una actividad universal a la que se entregan hasta las personas más serias y que se ejercita hasta en los lugares más circunspectos. Incluso refirió que la sabihonda ciencia empieza a sospechar que el cotilleo es uno de los pilares de la salud social, esa tercera variable en discordia de la ecuación de la salud, junto con el bienestar físico y mental. Sí, parece que hablar mal o bien de terceras personas es un pasatiempo de lo más razonable y saludable. Ah, ni se necesita receta ni vale un ochavo.
Halago. Los halagos suelen confundir a quienes los reciben, si los tales no saben apreciarlos en su justa medida. De cualquier manera, hay que reconocer que una alabanza exacta es alimento, que uno no debería avergonzarse de comer, ¡cómo tampoco se siente vergüenza por alimentar el cuerpo! Mucha gente se ha alimentado de mis alabanzas y de mi comprensión.
Ladrón. No encuentro mejor definición, y por lo tanto, me van a permitir que me apropie de la que se le adjudica a Theodore Roosevelt: "Un hombre que no haya ido nunca a la escuela es posible que robe un vagón de mercancías; pero si tiene una educación universitaria puede que robe el tren entero.
Edades. Con la edad en la boca uno sólo piensa en vivir. A los cuarenta y tantos llegan las reflexiones y uno se percata de que está viviendo la edad del burro, como bien dice Enrique Baltanés. Es decir, que hay que cargar con un montón de responsabilidades familiares y profesionales. Todo recae sobre tus hombros. Luego llegan los cincuenta y tantos y vuelve el entusiasmo. El deseo de vivir cada día. El presente rabioso. Aparece el miedo a la muerte. Yo tengo una edad insolente, tengo setenta y cinco años. Lo cual no deja de ser un escándalo. A esta edad, al menos en mi caso, todo se ve diferente.
Ego. Al valorarse uno mismo, que es necesario, hay que evitar hacerlo en exceso tanto como criticarse de manera severa. Hay que lograr una identidad. Sin duda alguna. El ego es realmente necesario para defenderse, por ejemplo, de los ataques del vecino del quinto, durante la primera parte de la vida. Luego, en la segunda, como es mi caso, el ego no vale para nada. Más bien perjudica ostensiblemente.
El cotilleo es saludable. Hace ya no pocos años que Robin Dunbar -sí, con n-, profesor de antropología biológica del University College de Londres, aseguró que el cotilleo es una actividad universal a la que se entregan hasta las personas más serias y que se ejercita hasta en los lugares más circunspectos. Incluso refirió que la sabihonda ciencia empieza a sospechar que el cotilleo es uno de los pilares de la salud social, esa tercera variable en discordia de la ecuación de la salud, junto con el bienestar físico y mental. Sí, parece que hablar mal o bien de terceras personas es un pasatiempo de lo más razonable y saludable. Ah, ni se necesita receta ni vale un ochavo.
Halago. Los halagos suelen confundir a quienes los reciben, si los tales no saben apreciarlos en su justa medida. De cualquier manera, hay que reconocer que una alabanza exacta es alimento, que uno no debería avergonzarse de comer, ¡cómo tampoco se siente vergüenza por alimentar el cuerpo! Mucha gente se ha alimentado de mis alabanzas y de mi comprensión.
Ladrón. No encuentro mejor definición, y por lo tanto, me van a permitir que me apropie de la que se le adjudica a Theodore Roosevelt: "Un hombre que no haya ido nunca a la escuela es posible que robe un vagón de mercancías; pero si tiene una educación universitaria puede que robe el tren entero.
jueves, 21 de mayo de 2015
Pedro Escartín
Cada 21 de mayo, fecha en la que falleció hace ya 17 años, me acuerdo de don Pedro. Pero no recuerdo haber escrito, y si lo hice no me importa la repetición, de la entrevista que mantuve con él en su casa, recién acabada la temporada 70-71. Don Pedro lo había sido todo en el fútbol: jugador aficionado, árbitro internacional, periodista y escritor del deporte rey. Y, por si fuera poco, actuó como miembro del Comité Disciplinario de la FIFA durante muchísimos años. Tenía amigos en toda España y fuera de ella.
En la temporada ya reseñada, después de haber conseguido yo salvar al Portuense del descenso, tras sustituir a Ventura Martínez, magnífico entrenador y excelente persona, decidí obtener el título nacional de entrenador en Madrid. Tomás Osborne, a la sazón dirigente del club y amigo del señor Escartín, me dijo que había hablado con él para que me recibiera en su domicilio madrileño, con el fin de que me recomendara a los profesores del curso. Debido a que, en aquel tiempo, los apuntes de las escuelas de entrenadores nacionales los tenían solamente los alumnos de Madrid y Barcelona. Vaya usted a saber por qué semejante discriminación.
Así que el día acordado para la visita me presenté en el domicilio del señor Escartín, calle Hermosilla, 22. Vivía en el primer piso de un edificio cuya escalera olía a cocido y a meada de gato. Me recibió una muchacha vestida con cofia, bata y delantal de sirvienta. La cual anunció mi llegada a don Pedro tocando con los nudillos en los cristales azogados de la puerta de su despacho. Su voz, la de don Pedro, que a mí me pareció atiplada, me dio la venia para acceder ante él. Se hallaba tecleando una Olivetti y se levantó para saludarme. Iba en bata y en zapatillas. Y nos sentamos frente a frente a su mesa de trabajo.
Tras los saludos de rigor, y después de preguntarme por su amigo, Tomás Osborne, sus ojos lagrimosos, por la edad, había cumplido ya los setenta, y por ser lector empedernido, parecían dos linternas tratando de ver dentro de mí. De pronto, va y me dice: "Usted tiene fama de ser intransigente con los árbitros, hasta el punto de que me consta que muchos de ellos no lo tienen en buena estima...".
Y a mí sus palabras me sentaron a cuerno quemado. Y, claro, no dudé en responderle a media vuelta de manivela: "¿Sabe usted si Franco ganó la guerra tirando peladillas?". Y don Pedro tardó nada y menos en levantarse de la silla y decirme a voz en cuello: "¡Haga el favor de abandonar mi despacho inmediatamente!". Y allá que tomé las de Villadiego hasta llegar a la Cafetería Bar Recoletos, de mi estimado Luis Elices Cuevas, que se hallaba a escasa distancia.
Cuando le conté a Elices, ex jugador y entrenador de fútbol, lo que me había ocurrido, amén de reírse de lo lindo con mi salida de tono y la respuesta de Escartín, me advirtió de lo que iba a sucederme en el examen selectivo del curso de entrenadores que estaba programado para el día siguiente. Y acertó. Pero esa es otra historia...
En la temporada ya reseñada, después de haber conseguido yo salvar al Portuense del descenso, tras sustituir a Ventura Martínez, magnífico entrenador y excelente persona, decidí obtener el título nacional de entrenador en Madrid. Tomás Osborne, a la sazón dirigente del club y amigo del señor Escartín, me dijo que había hablado con él para que me recibiera en su domicilio madrileño, con el fin de que me recomendara a los profesores del curso. Debido a que, en aquel tiempo, los apuntes de las escuelas de entrenadores nacionales los tenían solamente los alumnos de Madrid y Barcelona. Vaya usted a saber por qué semejante discriminación.
Así que el día acordado para la visita me presenté en el domicilio del señor Escartín, calle Hermosilla, 22. Vivía en el primer piso de un edificio cuya escalera olía a cocido y a meada de gato. Me recibió una muchacha vestida con cofia, bata y delantal de sirvienta. La cual anunció mi llegada a don Pedro tocando con los nudillos en los cristales azogados de la puerta de su despacho. Su voz, la de don Pedro, que a mí me pareció atiplada, me dio la venia para acceder ante él. Se hallaba tecleando una Olivetti y se levantó para saludarme. Iba en bata y en zapatillas. Y nos sentamos frente a frente a su mesa de trabajo.
Tras los saludos de rigor, y después de preguntarme por su amigo, Tomás Osborne, sus ojos lagrimosos, por la edad, había cumplido ya los setenta, y por ser lector empedernido, parecían dos linternas tratando de ver dentro de mí. De pronto, va y me dice: "Usted tiene fama de ser intransigente con los árbitros, hasta el punto de que me consta que muchos de ellos no lo tienen en buena estima...".
Y a mí sus palabras me sentaron a cuerno quemado. Y, claro, no dudé en responderle a media vuelta de manivela: "¿Sabe usted si Franco ganó la guerra tirando peladillas?". Y don Pedro tardó nada y menos en levantarse de la silla y decirme a voz en cuello: "¡Haga el favor de abandonar mi despacho inmediatamente!". Y allá que tomé las de Villadiego hasta llegar a la Cafetería Bar Recoletos, de mi estimado Luis Elices Cuevas, que se hallaba a escasa distancia.
Cuando le conté a Elices, ex jugador y entrenador de fútbol, lo que me había ocurrido, amén de reírse de lo lindo con mi salida de tono y la respuesta de Escartín, me advirtió de lo que iba a sucederme en el examen selectivo del curso de entrenadores que estaba programado para el día siguiente. Y acertó. Pero esa es otra historia...
miércoles, 20 de mayo de 2015
País de creencias
Vicente Mira, quien fuera notable psiquiatra y psicoanalista, escribió que España es un país de creencias y no de saberes. Las creencias son radicales y exclusivas. La religión conduce ese mal de las creencias, dos mil años de religión han trascendido a la vida, y ahí están los creyentes del Real Madrid o del Barcelona. Para los creyentes las pruebas son inútiles, no les sirven para razonar, les estorba. Y cuando se ven acorralados por las evidencias, insultan y se revuelven como una fiera contra los razonamientos.
Pruebe usted a decirles a los partidarios de Iker Casillas que éste es más que deficiente en los balones por alto; que juega aculado en el fondo de la portería; que causa pena cuando se ve obligado a manejar el balón con los pies, y que físicamente -al margen de que su estatura no es ya la más idónea en el fútbol actual-, deja mucho que desear. No le arriendo la ganancia si se atreve.
Pero los defensores a ultranza de Casillas -con Alfredo Relaño, director del Diario As, al frente de la causa del que para ellos es el santo-, se dijeron que mejor que borrar a un enemigo es utilizarlo... Y decidieron que José Mourinho es el enemigo que había que ofrecerles a los casillistas. Un enemigo concreto, visible, con el dedo sucio, y mala persona, como causante de todas las desgracias del mejor portero del mundo (!)
Y así llevan dos años dando la matraca. Aunque no creo que Casillas sea tan tonto como para no darse cuenta de que su comportamiento está haciendo mucho daño al Madrid. Y lo hace, sin duda, aprovechándose de las extraordinarias relaciones que sigue manteniendo con gran parte de la prensa madrileña. Cualquier otro futbolista, con la dignidad justa, habría ya entablado conversaciones con el club para acabar con una situación que es ya más que insostenible.
Aunque habiendo leído al director del Diario AS, hoy miércoles, uno entiende que Casillas siga convencido de que aún es el no va más de los porteros mundiales. En fin, tras contarnos Relaño el cuento del alfajor de siempre, sobre el guardameta, concluye su opinión de tal guisa: "El paso de Mourinho por el Madrid afectó a su ánimo y a su ilusión. Ya no es el santo que resolvía situaciones imposibles. Me temo que se irá. Ojalá sea a Estados Unidos. No le imagino como rival del Madrid en la Champions".
Nota: el director del diario AS da muestras visibles de tener la sesera averiada. Porque a ver qué equipo de Champions está dispuesto a fichar a Casillas. Sí así fuera... la alegría de Florentino Pérez sería inenarrable. Incluso me atrevo a decir que pagaría porque el santo se diera el piro cuanto antes.
Pruebe usted a decirles a los partidarios de Iker Casillas que éste es más que deficiente en los balones por alto; que juega aculado en el fondo de la portería; que causa pena cuando se ve obligado a manejar el balón con los pies, y que físicamente -al margen de que su estatura no es ya la más idónea en el fútbol actual-, deja mucho que desear. No le arriendo la ganancia si se atreve.
Pero los defensores a ultranza de Casillas -con Alfredo Relaño, director del Diario As, al frente de la causa del que para ellos es el santo-, se dijeron que mejor que borrar a un enemigo es utilizarlo... Y decidieron que José Mourinho es el enemigo que había que ofrecerles a los casillistas. Un enemigo concreto, visible, con el dedo sucio, y mala persona, como causante de todas las desgracias del mejor portero del mundo (!)
Y así llevan dos años dando la matraca. Aunque no creo que Casillas sea tan tonto como para no darse cuenta de que su comportamiento está haciendo mucho daño al Madrid. Y lo hace, sin duda, aprovechándose de las extraordinarias relaciones que sigue manteniendo con gran parte de la prensa madrileña. Cualquier otro futbolista, con la dignidad justa, habría ya entablado conversaciones con el club para acabar con una situación que es ya más que insostenible.
Aunque habiendo leído al director del Diario AS, hoy miércoles, uno entiende que Casillas siga convencido de que aún es el no va más de los porteros mundiales. En fin, tras contarnos Relaño el cuento del alfajor de siempre, sobre el guardameta, concluye su opinión de tal guisa: "El paso de Mourinho por el Madrid afectó a su ánimo y a su ilusión. Ya no es el santo que resolvía situaciones imposibles. Me temo que se irá. Ojalá sea a Estados Unidos. No le imagino como rival del Madrid en la Champions".
Nota: el director del diario AS da muestras visibles de tener la sesera averiada. Porque a ver qué equipo de Champions está dispuesto a fichar a Casillas. Sí así fuera... la alegría de Florentino Pérez sería inenarrable. Incluso me atrevo a decir que pagaría porque el santo se diera el piro cuanto antes.
martes, 19 de mayo de 2015
Hotel Parador La Muralla
Guillermo Valero, el mejor vendedor de vinos que haya tenido nunca las Bodegas Terry, siempre decía que para los tiradores de escopeta al pichón y al plato venir a Ceuta era un motivo de alegría. Que la estancia en esta ciudad, durante varios días de verano, y su alojamiento en el Hotel La Muralla, les suponía el mejor regalo del año a quienes gustaban de competir en puntería.
Guillermo Valero, el cual era tan popular como querido en El Puerto de Santa María, no cesaba de hacerle el artículo a Ceuta. Tampoco se cansaba de recomendar a sus amigos las fiestas agosteñas. GV, a quien nunca se le reconoció su enorme devoción por esta tierra, me dijo un día: "Me he enterado de que serás entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta, no sabes la suerte que tienes".
Mi suerte fue acudir al Hotel La Muralla y relacionarme con las fuerzas vivas de la ciudad. Que era a principio de los ochenta la mejor manera de adentrarse en la vida de una tierra que aún vivía la plenitud del negocio de los bazares. El Hotel La Muralla, conviene decirlo cuanto antes, contaba con una clientela de fuste que, vaya usted a saber por qué, ahuyentaba a gran parte de la clase media.
En aquel tiempo, salvo en días de celebraciones de bodas, bautizos y otros festejos, dadas las magníficas instalaciones del Muralla, éste era frecuentado únicamente por los ciudadanos más pudientes, quienes llegaron a creerse que el establecimiento se había hecho sólo y exclusivamente para disfrute de ellos. Craso error. El cual, con el paso del tiempo, no hizo sino ir alejando a mucha gente del lugar, por considerarlo muy elitista.
Semejante creencia, no cabe la menor duda de que fue haciendo posible que algunos empleados se creyeran que no hacía falta luchar denodadamente por mantener el negocio. Que el mero hecho de pertenecer a la plantilla de paradores les era suficiente para sestear. Y el funcionamiento del hotel fue decreciendo en todos los sentidos.
Así se ha llegado al año 2015. Año en el cual otro director, y ya son varios los defenestrados, se tiene que marchar tras haber intentado por todos los medios poner remedio a los males que aquejan a un hotel que no funciona en la medida que desean quienes mandan. Me consta que Alberto San Sebastián ha trabajado duramente, durante dos años. Lo cual no ha evitado que le hayan notificado su baja. ¿Por qué?
Guillermo Valero, el cual era tan popular como querido en El Puerto de Santa María, no cesaba de hacerle el artículo a Ceuta. Tampoco se cansaba de recomendar a sus amigos las fiestas agosteñas. GV, a quien nunca se le reconoció su enorme devoción por esta tierra, me dijo un día: "Me he enterado de que serás entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta, no sabes la suerte que tienes".
Mi suerte fue acudir al Hotel La Muralla y relacionarme con las fuerzas vivas de la ciudad. Que era a principio de los ochenta la mejor manera de adentrarse en la vida de una tierra que aún vivía la plenitud del negocio de los bazares. El Hotel La Muralla, conviene decirlo cuanto antes, contaba con una clientela de fuste que, vaya usted a saber por qué, ahuyentaba a gran parte de la clase media.
En aquel tiempo, salvo en días de celebraciones de bodas, bautizos y otros festejos, dadas las magníficas instalaciones del Muralla, éste era frecuentado únicamente por los ciudadanos más pudientes, quienes llegaron a creerse que el establecimiento se había hecho sólo y exclusivamente para disfrute de ellos. Craso error. El cual, con el paso del tiempo, no hizo sino ir alejando a mucha gente del lugar, por considerarlo muy elitista.
Semejante creencia, no cabe la menor duda de que fue haciendo posible que algunos empleados se creyeran que no hacía falta luchar denodadamente por mantener el negocio. Que el mero hecho de pertenecer a la plantilla de paradores les era suficiente para sestear. Y el funcionamiento del hotel fue decreciendo en todos los sentidos.
Así se ha llegado al año 2015. Año en el cual otro director, y ya son varios los defenestrados, se tiene que marchar tras haber intentado por todos los medios poner remedio a los males que aquejan a un hotel que no funciona en la medida que desean quienes mandan. Me consta que Alberto San Sebastián ha trabajado duramente, durante dos años. Lo cual no ha evitado que le hayan notificado su baja. ¿Por qué?
lunes, 18 de mayo de 2015
Apellidos que empiezan por A
De la campaña electoral, menos mal que está ya en su tramo final, he prometido no decir ni pío o decir lo mínimo. En cuanto a los desencuentros permanentes entre Carreira y Carracao tengo las ideas muy claras: el socialista debería defenderse con una sorna ilustre y con argumentos capaces de rebatir las acusaciones del político popular. Así que hoy, visto como está el patio, he decidido escribir sobre cinco apellidos que empiezan con A, pertenecientes a personas de la localidad.
Ávila (Pepe). Director del Hotel Tryp. Charlar con él es un placer. Excepto, nadie es perfecto, cuando le da por juntarse con chuflas y vainas. Quizá por haber estado residiendo en Las Baleares, concretamente en Menorca, Pepe tiene maneras de chueta mallorquín.
Aróstegui (Juan Luis). Profesor. Político. Sindicalista. Una vez escribí de él que su máxima aspiración consistía en llegar a ser jefe de tribu y poblado con el fin de empequeñecer más la tierra donde vive. Al cabo de los años, sigo pensando de la misma manera. Amén de que Aróstegui usa la política para beneficiarse de ella. Sus hechos avalan lo que digo.
Arnáiz (Javier).Arquitecto municipal. Es un hablista extraordinario. Sobre todo cuando se accede a él lejos de cualquier corrillo o tertulia. Me atrevo a decirlo, porque he notado lo mucho que gana conversando cuando lo hace sin claque. Enamorado del amor..., cuando se le ve silencioso y caminando como si toda la gravedad de la Tierra estuviera actuando contra él, parece un filósofo buscando la verdad. Su verdad.
Ávila Pérez (Enrique). Secretario de la UNED Ceuta. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología. Nos presentó Fernando Jover, hace ya mucho tiempo, e hicimos buenas migas con celeridad. Con Enrique y Soledad, su mujer, he dicho ya en varias ocasiones que me hubiera gustado departir más de lo que lo hecho hasta ahora. Son dos personas educadas, cultas, y con ese punto de distinción natural que uno tanto aprecia.
Arjanda Lalwani. Empresario. Fue presidente de la Agrupación Deportiva Ceuta en la temporada 82-83. Cuando me recibió en su despacho de Almacenes Tokio, en julio de 1982, para darme la bienvenida como entrenador del equipo, me lo encontré contando dinero. Cuando me despedí de él, volvió a ensimismarse en la misma tarea. Arjanda, como presidente de la ADC, pagó siempre lo convenido y a su debido tiempo. Su gran error fue dejarse asesorar por Florencio Ramiro.
Ávila (Pepe). Director del Hotel Tryp. Charlar con él es un placer. Excepto, nadie es perfecto, cuando le da por juntarse con chuflas y vainas. Quizá por haber estado residiendo en Las Baleares, concretamente en Menorca, Pepe tiene maneras de chueta mallorquín.
Aróstegui (Juan Luis). Profesor. Político. Sindicalista. Una vez escribí de él que su máxima aspiración consistía en llegar a ser jefe de tribu y poblado con el fin de empequeñecer más la tierra donde vive. Al cabo de los años, sigo pensando de la misma manera. Amén de que Aróstegui usa la política para beneficiarse de ella. Sus hechos avalan lo que digo.
Arnáiz (Javier).Arquitecto municipal. Es un hablista extraordinario. Sobre todo cuando se accede a él lejos de cualquier corrillo o tertulia. Me atrevo a decirlo, porque he notado lo mucho que gana conversando cuando lo hace sin claque. Enamorado del amor..., cuando se le ve silencioso y caminando como si toda la gravedad de la Tierra estuviera actuando contra él, parece un filósofo buscando la verdad. Su verdad.
Ávila Pérez (Enrique). Secretario de la UNED Ceuta. Licenciado en Ciencias Políticas y Sociología. Nos presentó Fernando Jover, hace ya mucho tiempo, e hicimos buenas migas con celeridad. Con Enrique y Soledad, su mujer, he dicho ya en varias ocasiones que me hubiera gustado departir más de lo que lo hecho hasta ahora. Son dos personas educadas, cultas, y con ese punto de distinción natural que uno tanto aprecia.
Arjanda Lalwani. Empresario. Fue presidente de la Agrupación Deportiva Ceuta en la temporada 82-83. Cuando me recibió en su despacho de Almacenes Tokio, en julio de 1982, para darme la bienvenida como entrenador del equipo, me lo encontré contando dinero. Cuando me despedí de él, volvió a ensimismarse en la misma tarea. Arjanda, como presidente de la ADC, pagó siempre lo convenido y a su debido tiempo. Su gran error fue dejarse asesorar por Florencio Ramiro.
domingo, 17 de mayo de 2015
La vanidad
He leído y releído El túnel. Novela de Ernesto Sábato. Y en la que el personaje principal, Juan Pablo Castel, el pintor que mató a María Iribarne, aprovecha el segundo capítulo para referirse a la vanidad. Espigo lo siguiente: "Me hacen reír esos señores que salen con la modestia de Einstein o gente por el estilo; respuesta: es fácil ser modesto cuando se es célebre; quiero decir parecer modesto. Aun cuando se imagina que no existe en absoluto, se la descubre de pronto en su forma más sutil: la vanidad de la modestia. ¡Cuántas veces tropezamos con esta clase de individuos¡ La vanidad es el motor del progreso Humano".
De la vanidad nadie se libra. Hablar de uno mismo estuvo muy mal visto y hasta prohibido en nuestro siglo XVI. Tal es así que Felipe II nunca quiso que nadie contara su vida. Así que ganó fama de despreciar a sus aduladores. Tal comportamiento, y el temor que se le tenía, dado su enorme poder, hicieron posible que se creara la leyenda de la España negra.
Aunque nadie me negará que el más simple reconocimiento a nuestra forma de ser o a nuestro trabajo es el mejor estímulo que podemos recibir; siempre y cuando lo dediquemos a mejorar el hecho alabado y, naturalmente, retorciéndole como nunca el cuello al engreimiento para no desembocar en el orgullo desmedido y capaz de abatir al más pintado.
Hace pocos días, leyendo la Verdad de Ceuta, como suelo hacer cada mañana, me di de bruces con una nota que me había dedicado Luis María Fernández, propietario del periódico digital, donde me Ponía en los cuernos de la luna. Me explico: Se usa esta expresión para ensalzar a alguien. Este tipo de elogio tiene casi siempre el cariz de estima y afecto entre quien hace la alabanza y quien la recibe. Lo cual es una auténtica realidad entre LMF y quien escribe. Eso no quita para que a veces no estemos de acuerdo en según qué cosas.
A Luis María Fernández le conocí yo cuando él era muy joven. Sigue siéndolo, eh; pero no cabe la menor duda de que por el camino recorrido, que le ha sido largo y a veces sinuoso, ha dejado parte de aquella frescura que mostraba cuando el fútbol juvenil le quitaba horas y horas a sus quehaceres particulares. ¡Cuántos muchachos se habrán beneficiado de aquella locura futbolística que embargaba a nuestro amigo!
En lo tocante a lo que dijo de mí Luis Maria Fernández, en ese párrafo que me puso como un flan y colmó mi vanidad, no creo que haya mejor respuesta que la que tomo prestada de un gran escritor y periodista, José Luis Alvite, a quien leí con fruición hasta el día de su muerte: "Cada día le encuentro más inconveniente al riesgo, seguramente porque me he dado cuenta de que la valentía sólo puede ser la consecuencia de un descuido. Ahora bien, temo que no pueda volverme un tipo razonable sin convertirme al mismo tiempo en un dócil hombre desalado". Estimado LM: ese es el quid de la cuestión.
De la vanidad nadie se libra. Hablar de uno mismo estuvo muy mal visto y hasta prohibido en nuestro siglo XVI. Tal es así que Felipe II nunca quiso que nadie contara su vida. Así que ganó fama de despreciar a sus aduladores. Tal comportamiento, y el temor que se le tenía, dado su enorme poder, hicieron posible que se creara la leyenda de la España negra.
Aunque nadie me negará que el más simple reconocimiento a nuestra forma de ser o a nuestro trabajo es el mejor estímulo que podemos recibir; siempre y cuando lo dediquemos a mejorar el hecho alabado y, naturalmente, retorciéndole como nunca el cuello al engreimiento para no desembocar en el orgullo desmedido y capaz de abatir al más pintado.
Hace pocos días, leyendo la Verdad de Ceuta, como suelo hacer cada mañana, me di de bruces con una nota que me había dedicado Luis María Fernández, propietario del periódico digital, donde me Ponía en los cuernos de la luna. Me explico: Se usa esta expresión para ensalzar a alguien. Este tipo de elogio tiene casi siempre el cariz de estima y afecto entre quien hace la alabanza y quien la recibe. Lo cual es una auténtica realidad entre LMF y quien escribe. Eso no quita para que a veces no estemos de acuerdo en según qué cosas.
A Luis María Fernández le conocí yo cuando él era muy joven. Sigue siéndolo, eh; pero no cabe la menor duda de que por el camino recorrido, que le ha sido largo y a veces sinuoso, ha dejado parte de aquella frescura que mostraba cuando el fútbol juvenil le quitaba horas y horas a sus quehaceres particulares. ¡Cuántos muchachos se habrán beneficiado de aquella locura futbolística que embargaba a nuestro amigo!
En lo tocante a lo que dijo de mí Luis Maria Fernández, en ese párrafo que me puso como un flan y colmó mi vanidad, no creo que haya mejor respuesta que la que tomo prestada de un gran escritor y periodista, José Luis Alvite, a quien leí con fruición hasta el día de su muerte: "Cada día le encuentro más inconveniente al riesgo, seguramente porque me he dado cuenta de que la valentía sólo puede ser la consecuencia de un descuido. Ahora bien, temo que no pueda volverme un tipo razonable sin convertirme al mismo tiempo en un dócil hombre desalado". Estimado LM: ese es el quid de la cuestión.
sábado, 16 de mayo de 2015
Muestras de desagrado
No creo que haga falta, a estas alturas, decirles que yo dediqué muchos años de mi vida a ejercer como entrenador de fútbol. Puesto que además viene en el historial del blog. Lo que sí debo decirles es que, una vez más, me toca hablar de mí. Y es que se escribe de lo que se lee, de lo que han vivido otros y, naturalmente, de lo que ha vivido uno.
Como entrenador, vaya usted saber el porqué, a mí se me empezó requiriendo para que hiciera milagros: es decir, evitar descensos de equipos que estaban hundidos en la clasificación. Y dado que la cosa se me daba bien, se me encasilló en esa faceta. Algo que en el mundo del toro es conocido como hacer limpieza de corrales. Lo que significa que hay toreros que apechugan con el ganado que no quieren ni ver las figuras.
Tras conseguir el logro encomendado, o bien me marchaba yo o me quedaba una temporada más en el club para darle consistencia a la tarea emprendida. Mentiría si no dijera que semejante trabajo, aunque me dejaba exhausto, suponía un reto al que deseaba enfrentarme cada poco tiempo. Aun a sabiendas de que tendría que volver a tomar medidas tan necesarias como dolorosas y con las que iría duplicando el número de mis enemigos.
Y es que el deber es hacer lo que se sabe que es justo y bueno para enderezar el rumbo de un equipo que había comenzado el campeonato dando tumbos y sus dirigentes mostraban ya síntomas evidentes de estar sometidos al peor de los fines. No es fácil hacer lo que es justo en tales circunstancias. No. Porque lleva consigo mostrarse drástico con futbolistas que llevan años en el club y a los que nadie, sin embargo, les achaca culpa alguna de las derrotas.
Pues bien, mi éxito en la salvación de esos equipos que estaban abocados casi irremisiblemente al descenso, consistía en tomar las decisiones menos malas con la mayor celeridad posible y los resultados favorables eran los que propiciaban que los jugadores creyeran en sus posibilidades y, claro, en mis métodos. Aun así, de verdad de la buena, yo recibía en muchas ocasiones las broncas más sonoras. Rugía una parte del campo contra mí, mientras la otra aplaudía mis actuaciones.
Yo me levantaba muy de mañana los días de partido, y lo primero que hacía es pensar en que ya habría aficionados preparando sus argumentos con ánimo de molestarme. Y me acordaba de que el público es soberano. Y así no me desatinaba. De las situaciones vividas podría contar mil anécdotas. Mías y de compañeros que también pasaron por ese mal trance. Lo que no entiendo, por más que lo intento, es lo que viene ocurriendo con los pitos en el Bernabéu. Como si los aficionados no tuvieran derecho a mostrar su desagrado. Los hay que se la cogen con papel de fumar.
Como entrenador, vaya usted saber el porqué, a mí se me empezó requiriendo para que hiciera milagros: es decir, evitar descensos de equipos que estaban hundidos en la clasificación. Y dado que la cosa se me daba bien, se me encasilló en esa faceta. Algo que en el mundo del toro es conocido como hacer limpieza de corrales. Lo que significa que hay toreros que apechugan con el ganado que no quieren ni ver las figuras.
Tras conseguir el logro encomendado, o bien me marchaba yo o me quedaba una temporada más en el club para darle consistencia a la tarea emprendida. Mentiría si no dijera que semejante trabajo, aunque me dejaba exhausto, suponía un reto al que deseaba enfrentarme cada poco tiempo. Aun a sabiendas de que tendría que volver a tomar medidas tan necesarias como dolorosas y con las que iría duplicando el número de mis enemigos.
Y es que el deber es hacer lo que se sabe que es justo y bueno para enderezar el rumbo de un equipo que había comenzado el campeonato dando tumbos y sus dirigentes mostraban ya síntomas evidentes de estar sometidos al peor de los fines. No es fácil hacer lo que es justo en tales circunstancias. No. Porque lleva consigo mostrarse drástico con futbolistas que llevan años en el club y a los que nadie, sin embargo, les achaca culpa alguna de las derrotas.
Pues bien, mi éxito en la salvación de esos equipos que estaban abocados casi irremisiblemente al descenso, consistía en tomar las decisiones menos malas con la mayor celeridad posible y los resultados favorables eran los que propiciaban que los jugadores creyeran en sus posibilidades y, claro, en mis métodos. Aun así, de verdad de la buena, yo recibía en muchas ocasiones las broncas más sonoras. Rugía una parte del campo contra mí, mientras la otra aplaudía mis actuaciones.
Yo me levantaba muy de mañana los días de partido, y lo primero que hacía es pensar en que ya habría aficionados preparando sus argumentos con ánimo de molestarme. Y me acordaba de que el público es soberano. Y así no me desatinaba. De las situaciones vividas podría contar mil anécdotas. Mías y de compañeros que también pasaron por ese mal trance. Lo que no entiendo, por más que lo intento, es lo que viene ocurriendo con los pitos en el Bernabéu. Como si los aficionados no tuvieran derecho a mostrar su desagrado. Los hay que se la cogen con papel de fumar.
viernes, 15 de mayo de 2015
El mejor candidato
Desde que empezó la campaña electoral, ese campeonato que, según dicen quienes saben del asunto, se gana un 60 por ciento en la televisión, no pocas personas me han preguntado por los motivos que tengo para no opinar más veces de los candidatos a la alcaldía de cada partido. Y mi respuesta podría haber sido que a mí no me apetece hacerlo porque carezco de entusiasmo para escribir de tal menester.
En cambio, me he limitado a responder que no hace falta dar la tabarra al respecto cuando se es consciente de que el ganador será el candidato de siempre. El que lleva la friolera de 14 años gobernando la ciudad. De los que 12 fue elegido en las urnas. Así que ha ganado tres elecciones. ¿Por qué...? Podría dar tantas explicaciones como imposible sería que cupiesen en este espacio. Pero me voy a limitar a transcribir literalmente un apunte que he hallado esta mañana haciendo limpieza de cajones.
"El hombre sabe sobradamente que depende de la imagen de él que se forme en el espíritu del otro, incluso si éste es un cretino. Hoy vale más la difusión interesada de los hechos que su conocimiento auténtico. Y la "imagen" de las personas o de los pueblos tiene mayor importancia que sus condiciones reales".
-¿Quiere usted decir que Juan Vivas está sobrevalorado?
No se le ocurra adentrarse por ese camino. Pues le aseguro que no va a encontrar usted en mí resquicio alguno para hacerme decir que los triunfos de nuestro alcalde no están acordes con su valía personal y política. Ni siquiera se me ocurriría insinuar que su poder de embaucamiento surte el efecto adecuado entre las malas personas y las que no saben lo que hacen (Aróstegui dixit). Así que he llegado a la conclusión de que Vivas volverá a ganar las elecciones por algo que no admite duda: es el mejor de los candidatos.
Insisto: Vivas es el mejor de los candidatos. Y lo sería más, créanme, si en muchos momentos le retorciera el cuello a la soberbia; esa que nos hace sentirnos como un pavo real en bastantes ocasiones. Aunque es comprensible que ante la vanagloria de ciertos subordinados ponga en peligro su primitiva modestia. Dicho ello, no tengo por qué redoblar el tambor de las elecciones. A no ser que suceda algo tan imprevisto como fuera de lugar.
En cambio, me he limitado a responder que no hace falta dar la tabarra al respecto cuando se es consciente de que el ganador será el candidato de siempre. El que lleva la friolera de 14 años gobernando la ciudad. De los que 12 fue elegido en las urnas. Así que ha ganado tres elecciones. ¿Por qué...? Podría dar tantas explicaciones como imposible sería que cupiesen en este espacio. Pero me voy a limitar a transcribir literalmente un apunte que he hallado esta mañana haciendo limpieza de cajones.
"El hombre sabe sobradamente que depende de la imagen de él que se forme en el espíritu del otro, incluso si éste es un cretino. Hoy vale más la difusión interesada de los hechos que su conocimiento auténtico. Y la "imagen" de las personas o de los pueblos tiene mayor importancia que sus condiciones reales".
-¿Quiere usted decir que Juan Vivas está sobrevalorado?
No se le ocurra adentrarse por ese camino. Pues le aseguro que no va a encontrar usted en mí resquicio alguno para hacerme decir que los triunfos de nuestro alcalde no están acordes con su valía personal y política. Ni siquiera se me ocurriría insinuar que su poder de embaucamiento surte el efecto adecuado entre las malas personas y las que no saben lo que hacen (Aróstegui dixit). Así que he llegado a la conclusión de que Vivas volverá a ganar las elecciones por algo que no admite duda: es el mejor de los candidatos.
Insisto: Vivas es el mejor de los candidatos. Y lo sería más, créanme, si en muchos momentos le retorciera el cuello a la soberbia; esa que nos hace sentirnos como un pavo real en bastantes ocasiones. Aunque es comprensible que ante la vanagloria de ciertos subordinados ponga en peligro su primitiva modestia. Dicho ello, no tengo por qué redoblar el tambor de las elecciones. A no ser que suceda algo tan imprevisto como fuera de lugar.
jueves, 14 de mayo de 2015
Resaca por la eliminación del Madrid
Principiando los sesenta, que ganaron fama de ser años felices, yo vivía en Madrid. Mi domicilio era el piso de un edificio, marcado con el número 94, situado en el Paseo de las Delicias. Tras andar un trecho del paseo, hacia Atocha, estaba el Hotel Carlton, y muy cerca de éste había un bar, llamado Domitila, donde abundaban las tertulias de toreros, futbolistas, entrenadores, actores y tipos dispuestos a farandulear.
Las tertulias en Domitila estaban siempre animadas. Aunque cuando los jugadores del Real Madrid eran concentrados en el Carlton, resultaba imposible hablar dos palabras seguidas en el local, debido a que éste era tomado materialmente por los hinchas que se agolpaban entre el bar y el hotel, con el fin de ver a sus ídolos.
En Domitila aprendí yo escuchando atentamente a entrenadores como Eguiluz, Herminio Mielgo -que amén de entrenador era también funcionario del Sindicato Vertical-, Cobo, Luis Elices, Desiderio Herrero -que estuvo en Ceuta-, Trompi, Valderrama, etcétera. Un día, alternando con ellos, a esa hora vaga de mediodía de una primavera madrileña, alguien echó mano del tópico: "Madrid no deja de ser un pueblo grande", dijo. Y a mí atiborrado de indiscreta juventud, no sé por qué se me ocurrió decir que en Madrid había más tontos que en ningún otro lugar de España.
Ni que decir tiene que todos los contertulios posaron su mirada turbia sobre mí. Como si hubiera cometido yo delito de lesa majestad. Y durante unos segundos se hizo un silencio sepulcral. El que aproveché yo para rematar la faena: "Vamos a ver, señores, cuanto más grande es un pueblo, y Madrid es el más grande, más habitantes tiene y cuanto más habitantes, sin duda, más tontos habrá en él. Yo no sé si los convencí con mi argumento, pero a partir de esa tensión momentánea, lo que sí hicieron los tertulios es darle una larga cambiada a la conversación".
Viene al caso tan largo introito, y por él pido la disculpa correspondiente, para decirles que aquel pueblo grande que era Madrid, en los 'felices sesenta', ha crecido y crecido y crecido hasta convertirse no en un pueblo más grande, sino en muchos pueblos grandes; con lo cual el número de tontos habrá ido aumentando a la par de tan monumental crecimiento en todos los sentidos. Y hasta puede que ahora los tontos lo sean con balcones a la calle. Pues en aquel tiempo aún no había descubierto el maestro Burgos a los bobos con pedigri.
Tontos con balcones a la calle son todos aquellos que, siguiendo las instrucciones de 'Los Manolos', Alfredo Relaño y hasta Roncero, disfrazado de wikingo, exhibieron una pancarta en el Bernabéu para defender a Casillas de no sé qué... En vez de exigirle actuaciones acordes con el equipo en que juega. Los tontos nunca han sido ni buenos ni justos. Por mucho historial que tengan. Carlo Ancelotti está visto para sentencia.
Las tertulias en Domitila estaban siempre animadas. Aunque cuando los jugadores del Real Madrid eran concentrados en el Carlton, resultaba imposible hablar dos palabras seguidas en el local, debido a que éste era tomado materialmente por los hinchas que se agolpaban entre el bar y el hotel, con el fin de ver a sus ídolos.
En Domitila aprendí yo escuchando atentamente a entrenadores como Eguiluz, Herminio Mielgo -que amén de entrenador era también funcionario del Sindicato Vertical-, Cobo, Luis Elices, Desiderio Herrero -que estuvo en Ceuta-, Trompi, Valderrama, etcétera. Un día, alternando con ellos, a esa hora vaga de mediodía de una primavera madrileña, alguien echó mano del tópico: "Madrid no deja de ser un pueblo grande", dijo. Y a mí atiborrado de indiscreta juventud, no sé por qué se me ocurrió decir que en Madrid había más tontos que en ningún otro lugar de España.
Ni que decir tiene que todos los contertulios posaron su mirada turbia sobre mí. Como si hubiera cometido yo delito de lesa majestad. Y durante unos segundos se hizo un silencio sepulcral. El que aproveché yo para rematar la faena: "Vamos a ver, señores, cuanto más grande es un pueblo, y Madrid es el más grande, más habitantes tiene y cuanto más habitantes, sin duda, más tontos habrá en él. Yo no sé si los convencí con mi argumento, pero a partir de esa tensión momentánea, lo que sí hicieron los tertulios es darle una larga cambiada a la conversación".
Viene al caso tan largo introito, y por él pido la disculpa correspondiente, para decirles que aquel pueblo grande que era Madrid, en los 'felices sesenta', ha crecido y crecido y crecido hasta convertirse no en un pueblo más grande, sino en muchos pueblos grandes; con lo cual el número de tontos habrá ido aumentando a la par de tan monumental crecimiento en todos los sentidos. Y hasta puede que ahora los tontos lo sean con balcones a la calle. Pues en aquel tiempo aún no había descubierto el maestro Burgos a los bobos con pedigri.
Tontos con balcones a la calle son todos aquellos que, siguiendo las instrucciones de 'Los Manolos', Alfredo Relaño y hasta Roncero, disfrazado de wikingo, exhibieron una pancarta en el Bernabéu para defender a Casillas de no sé qué... En vez de exigirle actuaciones acordes con el equipo en que juega. Los tontos nunca han sido ni buenos ni justos. Por mucho historial que tengan. Carlo Ancelotti está visto para sentencia.
Torcido
Me llama un amigo de la niñez, que reside en El Puerto de Santa María -nada más concluir el partido Madrid-Juventus-, para decirme, todo sulfurado él, que es imposible que el Madrid gane nada con un portero que lleva ya la tira de tiempo torcido. En Andalucía, por si ustedes no lo saben, se le llama torcido al vino estropeado o avinagrado.
Mi amigo, futbolista profesional que fue durante muchas temporadas, sigue largando tela marinera del portero que salió al Bernabéu amparado por peñas y por toda la prensa del movimiento futbolístico español, encargada de la defensa del mito que tan poderosa sociedad creó para complacer a innumerables españoles que andaban deseando creer en alguien. El asunto tomó más vuelos de lo pensado en un principio y el desmadre comenzó a generar dinero para los miembros de la reseñada sociedad (PMFE).
Mi amigo grita, encolerizado de arriba abajo, que Iker Casillas es un tramojo. Traduzco: un mamarracho. Y, aunque trato de calmarlo, él continúa largando contra el muchacho para quien se había pedido respeto toda la semana, con el fin de que no sonara música de viento contra él en el campo. Lo cual era, además, la mejor manera de doblegar al equipo italiano.
Mi amigo, que ya me había llamado en el descanso, cuando aún ganaba el Madrid por un gol a cero, para recabar mi opinión de lo sucedido en el primer tiempo, está de acuerdo conmigo en que Pirlo no da un pase en condiciones; que a Pogba se le nota muchísimo la inactividad; que Vidal y Marchisio tampoco hacen nada del otro mundo; y por si fuera poco, Tévez tampoco es capaz de ayudar a Morata. Por cierto, le digo a mi amigo, Morata, al igual que Torres del Atlético, sabe aprovecharse del lado ciego de Sergio Ramos: el izquierdo. En resumen: la Juve no domina la zona vital del medio campo a pesar de que está más nutrida que la del Madrid. Aun así, cuando me toca pronosticar, confieso que no doy un duro por nuestro equipo.
Las actuaciones de Casillas, según mi amigo, ponen a los aficionados del Madrid al borde de lo que los andaluces conocemos como sopitipando. Traduzco: sopitipando es como el insulto. Una enfermedad súbita, aunque no tan grave como el jamacuco. Se limita a un desmayo y casi siempre producido por la ira que desata un portero torcido, estropeado o avinagrado como los vinos. Y, sobre todo, los grandes sofocos son causados por los comentarios de locutores y glosadores de la televisión que nos quieren hacer creer todo lo contrario.
Serénate, le digo a mi amigo. Y él, todo exaltado, va y me responde: "¡Pero como quieres que me serene si Robinson y Martínez de Canal Plus han dicho, con la caradura de costumbre, que el despeje de puños de Casillas, saltando con Chiellini ha sido bueno! Cuando el torcido ha despejado escondido detrás del central italiano y el balón ha ido a Morata, cuyo golpeo pifiado ha terminado en gol. En cuanto a Sergio Ramos, mejor olvidarse de él". A los madridistas de verdad, le digo a mi amigo, sólo nos queda ya la satisfacción de ver ganar la Euroliga a nuestro equipo de baloncesto, el próximo fin de semana.
Mi amigo, futbolista profesional que fue durante muchas temporadas, sigue largando tela marinera del portero que salió al Bernabéu amparado por peñas y por toda la prensa del movimiento futbolístico español, encargada de la defensa del mito que tan poderosa sociedad creó para complacer a innumerables españoles que andaban deseando creer en alguien. El asunto tomó más vuelos de lo pensado en un principio y el desmadre comenzó a generar dinero para los miembros de la reseñada sociedad (PMFE).
Mi amigo grita, encolerizado de arriba abajo, que Iker Casillas es un tramojo. Traduzco: un mamarracho. Y, aunque trato de calmarlo, él continúa largando contra el muchacho para quien se había pedido respeto toda la semana, con el fin de que no sonara música de viento contra él en el campo. Lo cual era, además, la mejor manera de doblegar al equipo italiano.
Mi amigo, que ya me había llamado en el descanso, cuando aún ganaba el Madrid por un gol a cero, para recabar mi opinión de lo sucedido en el primer tiempo, está de acuerdo conmigo en que Pirlo no da un pase en condiciones; que a Pogba se le nota muchísimo la inactividad; que Vidal y Marchisio tampoco hacen nada del otro mundo; y por si fuera poco, Tévez tampoco es capaz de ayudar a Morata. Por cierto, le digo a mi amigo, Morata, al igual que Torres del Atlético, sabe aprovecharse del lado ciego de Sergio Ramos: el izquierdo. En resumen: la Juve no domina la zona vital del medio campo a pesar de que está más nutrida que la del Madrid. Aun así, cuando me toca pronosticar, confieso que no doy un duro por nuestro equipo.
Las actuaciones de Casillas, según mi amigo, ponen a los aficionados del Madrid al borde de lo que los andaluces conocemos como sopitipando. Traduzco: sopitipando es como el insulto. Una enfermedad súbita, aunque no tan grave como el jamacuco. Se limita a un desmayo y casi siempre producido por la ira que desata un portero torcido, estropeado o avinagrado como los vinos. Y, sobre todo, los grandes sofocos son causados por los comentarios de locutores y glosadores de la televisión que nos quieren hacer creer todo lo contrario.
Serénate, le digo a mi amigo. Y él, todo exaltado, va y me responde: "¡Pero como quieres que me serene si Robinson y Martínez de Canal Plus han dicho, con la caradura de costumbre, que el despeje de puños de Casillas, saltando con Chiellini ha sido bueno! Cuando el torcido ha despejado escondido detrás del central italiano y el balón ha ido a Morata, cuyo golpeo pifiado ha terminado en gol. En cuanto a Sergio Ramos, mejor olvidarse de él". A los madridistas de verdad, le digo a mi amigo, sólo nos queda ya la satisfacción de ver ganar la Euroliga a nuestro equipo de baloncesto, el próximo fin de semana.
martes, 12 de mayo de 2015
Barzones
Los martes son los días elegidos por mí para dar barzones por el centro de la ciudad. Dar barzones, para quienes no conocen el lenguaje andaluz, es pasear sin rumbo determinado, de un lado a otro, por ejemplo: "Como no tiene novio, los domingos sale sola y va por ahí dando barzones". La frase se oye a cada paso en Sevilla y Córdoba.
Antes de ponerme a pasear de un lado a otro, decido hacerle una visita a Alberto Gallardo en su despacho. Eduardo, que me honra con su amistad, me cuenta que ha estado en Madrid y que se ha dado su vuelta por la Costa del Sol. Y a mí, sabiendo lo que ha pasado mi amigo en su momento, no me cabe más que decirle que disfrute de cuanto le apetezca. Ni que decir tiene que hablamos de otras cosas. Y que no hay por qué contarlas.
Cerca de la plaza de los Reyes, y tras acordarme de Francisco Antonio González, hallo a Paco Conejo. Quien fuera un extraordinario futbolista en el Málaga, Sevilla, Huelva y Ceuta. Mi amistad con PC fue generándose con tiempo y paciencia. Y siempre que se nos presenta la oportunidad de charlar lo hacemos con el sosiego correspondiente a dos personas a las que el paso del tiempo les ha dado la oportunidad de entenderse.
Visito La Dehesa -mesón, todo hay que decirlo, en el que cada día se come mejor-, y en ella coincido con Isidro Hurtado de Mendoza. Y éste me refresca la memoria: "Hace un montón de años que te dio por airear todos los puntos débiles de Casillas y has acertado". Mi respuesta no se hizo esperar: haber errado me habría producido la satisfacción que ahora no tengo. Pues, por encima de todo, yo soy madridista fetén. Isidro es un tipo al que aprecio muchísimo.
En La Esquina Ibérica, establecimiento que ha sido remozado por AG.Group.Ceuta S.L:, me pongo a pegar la hebra con alguien que está muy puesto en la herencia romana. Y no se corta lo más mínimo en decirme que la mayor herencia idiomática que tenemos los andaluces es la romana, ya que el 74 por ciento de los vocablos del idioma español son latinos. Hablando del latín, lengua tan denostada en la enseñanza española desde los sesenta, te recuerdo que gracias a ella los nacidos en Cabra (Córdoba) se llaman egabrense. Manolo Lama, artista del micrófono, debiera saberlo.
Por último, cuando estoy a punto de dar por acabado mi recorrido, me cruzo con Ricardo Villerga -funcionario municipal y hombre de cultura amplia- y nos paramos a pegar la hebra. Y lo primero que me dice es que le ha gustado sobremanera que Ceuta Actualidad haya conseguido hacerse con mi Blog: Aires de Ceuta. RV es lector exigente. Y, claro, a mí me toca escuchar atentamente sus comentarios.
Antes de ponerme a pasear de un lado a otro, decido hacerle una visita a Alberto Gallardo en su despacho. Eduardo, que me honra con su amistad, me cuenta que ha estado en Madrid y que se ha dado su vuelta por la Costa del Sol. Y a mí, sabiendo lo que ha pasado mi amigo en su momento, no me cabe más que decirle que disfrute de cuanto le apetezca. Ni que decir tiene que hablamos de otras cosas. Y que no hay por qué contarlas.
Cerca de la plaza de los Reyes, y tras acordarme de Francisco Antonio González, hallo a Paco Conejo. Quien fuera un extraordinario futbolista en el Málaga, Sevilla, Huelva y Ceuta. Mi amistad con PC fue generándose con tiempo y paciencia. Y siempre que se nos presenta la oportunidad de charlar lo hacemos con el sosiego correspondiente a dos personas a las que el paso del tiempo les ha dado la oportunidad de entenderse.
Visito La Dehesa -mesón, todo hay que decirlo, en el que cada día se come mejor-, y en ella coincido con Isidro Hurtado de Mendoza. Y éste me refresca la memoria: "Hace un montón de años que te dio por airear todos los puntos débiles de Casillas y has acertado". Mi respuesta no se hizo esperar: haber errado me habría producido la satisfacción que ahora no tengo. Pues, por encima de todo, yo soy madridista fetén. Isidro es un tipo al que aprecio muchísimo.
En La Esquina Ibérica, establecimiento que ha sido remozado por AG.Group.Ceuta S.L:, me pongo a pegar la hebra con alguien que está muy puesto en la herencia romana. Y no se corta lo más mínimo en decirme que la mayor herencia idiomática que tenemos los andaluces es la romana, ya que el 74 por ciento de los vocablos del idioma español son latinos. Hablando del latín, lengua tan denostada en la enseñanza española desde los sesenta, te recuerdo que gracias a ella los nacidos en Cabra (Córdoba) se llaman egabrense. Manolo Lama, artista del micrófono, debiera saberlo.
Por último, cuando estoy a punto de dar por acabado mi recorrido, me cruzo con Ricardo Villerga -funcionario municipal y hombre de cultura amplia- y nos paramos a pegar la hebra. Y lo primero que me dice es que le ha gustado sobremanera que Ceuta Actualidad haya conseguido hacerse con mi Blog: Aires de Ceuta. RV es lector exigente. Y, claro, a mí me toca escuchar atentamente sus comentarios.
lunes, 11 de mayo de 2015
Arte marrullero
La política, por mucho que Marx lo pretendiera, no es una ciencia, dice Paul Johnson en Intelectuales, que es el título de uno de sus libros más logrados y que obra en mi poder desde hace la friolera de 15 años. Antes que Marx, sin embargo, fue Maquiavelo quien admitió que en el cruel mundo del siglo XVI, y quizá en todas las épocas, los dirigentes tenían que observar principios muy realistas, que a veces podían ser crueles y duros. Dio cuerpo a estas nociones en su famoso libro El Príncipe. En el que describió la política como un arte.
Un arte repleto de marrullerías, pero evidentemente sin escrúpulos de conseguir primero y mantenerse después en el poder, dicen de los políticos quienes profesionalmente están más cerca del conocimiento del cerebro de los hombres que de los que no lo estamos. Lo cual no es obstáculo para que los que somos legos en la materia hayamos llegado a la conclusión, mediante lecturas y experiencias vividas, de que la política como manipulación -como arte de mentir, atraer, maniobrar y, en definitiva, imponerse- no ha sufrido cambios e incluso no sería considerada trola decir que hasta se manifiesta más abiertamente.
Cuando se habla de pluralismo político es conveniente decir cuanto antes que el sistema de partidos es obligado porque los ciudadanos de cualquier país piensan de manera diferente y aparecen reclutados en las diferentes corrientes políticas e ideológicas que hay en el mercado. Pero a renglón seguido se manifiestan las malas artes -y no las bellas partes, como dice el poeta- para lograr ese objetivo que es el poder. Y es verdad. "La política tiene dos drogas de gran actividad: una es la de estar en el Parlamento, y otra es la de estar en el poder. Las versiones de Parlamento y poder también se refieren a las organizaciones autónomas y a los ayuntamientos".
Fechas atrás, cuando estaba a punto de empezar la campaña electoral, decía yo que los políticos no dudan "en ofrecer el paraíso, porque siempre el paraíso es atractivo, a pesar de la escasa leyenda que tenemos de ese lugar". Después se observan unos a otros para hacerse mil diabluras, porque la política de la concurrencia o la competitividad es un juego de imaginativos y de tramposos.
No ha mucho tiempo, me decía un político destacado que ellos también se proponen servir y hacer cosas en beneficio de los ciudadanos, pero que tampoco es menos cierto que no reparan en medios, y a la hora de ofrecer o de disputarse electores, son unos truhanes. A mí me gusta más llamarlos tunantes. Comportamiento que han ejercido aun los que se han considerado grandes demócratas; si bien, inmediatamente, han calmado sus conciencias afirmando que la democracia "es el menos malo de los sistemas políticos".
En lo tocante a las mentiras, un tal Adlai Stevenson, durante la campaña presidencial de 1952, en un periódico de cuyo nombre no me acuerdo, se expresó así: "Ofrezco a mis oponentes un contrato: si dejan de contar mentiras sobre nosotros, dejaré de contar verdades sobre ellos". Cita que no ha perdido un ápice de actualidad. Y que alcanza su plenitud en las campañas electorales.
Un arte repleto de marrullerías, pero evidentemente sin escrúpulos de conseguir primero y mantenerse después en el poder, dicen de los políticos quienes profesionalmente están más cerca del conocimiento del cerebro de los hombres que de los que no lo estamos. Lo cual no es obstáculo para que los que somos legos en la materia hayamos llegado a la conclusión, mediante lecturas y experiencias vividas, de que la política como manipulación -como arte de mentir, atraer, maniobrar y, en definitiva, imponerse- no ha sufrido cambios e incluso no sería considerada trola decir que hasta se manifiesta más abiertamente.
Cuando se habla de pluralismo político es conveniente decir cuanto antes que el sistema de partidos es obligado porque los ciudadanos de cualquier país piensan de manera diferente y aparecen reclutados en las diferentes corrientes políticas e ideológicas que hay en el mercado. Pero a renglón seguido se manifiestan las malas artes -y no las bellas partes, como dice el poeta- para lograr ese objetivo que es el poder. Y es verdad. "La política tiene dos drogas de gran actividad: una es la de estar en el Parlamento, y otra es la de estar en el poder. Las versiones de Parlamento y poder también se refieren a las organizaciones autónomas y a los ayuntamientos".
Fechas atrás, cuando estaba a punto de empezar la campaña electoral, decía yo que los políticos no dudan "en ofrecer el paraíso, porque siempre el paraíso es atractivo, a pesar de la escasa leyenda que tenemos de ese lugar". Después se observan unos a otros para hacerse mil diabluras, porque la política de la concurrencia o la competitividad es un juego de imaginativos y de tramposos.
No ha mucho tiempo, me decía un político destacado que ellos también se proponen servir y hacer cosas en beneficio de los ciudadanos, pero que tampoco es menos cierto que no reparan en medios, y a la hora de ofrecer o de disputarse electores, son unos truhanes. A mí me gusta más llamarlos tunantes. Comportamiento que han ejercido aun los que se han considerado grandes demócratas; si bien, inmediatamente, han calmado sus conciencias afirmando que la democracia "es el menos malo de los sistemas políticos".
En lo tocante a las mentiras, un tal Adlai Stevenson, durante la campaña presidencial de 1952, en un periódico de cuyo nombre no me acuerdo, se expresó así: "Ofrezco a mis oponentes un contrato: si dejan de contar mentiras sobre nosotros, dejaré de contar verdades sobre ellos". Cita que no ha perdido un ápice de actualidad. Y que alcanza su plenitud en las campañas electorales.
domingo, 10 de mayo de 2015
Emilio Carreira
Una entrevista que he leído de Anselmo F. Caballero -cuyo bien escribir anima a leer el periódico que dirige- ha sido con Emilio Carreira y algunas respuestas llevan el sello característico del personaje: puesto que el consejero de Hacienda, voz del Gobierno presidido por Juan Vivas, y número 3 en la candidatura del Partido Popular no deja indiferente a nadie cuando habla.
Entre Carreira y yo ha habido siempre ese distanciamiento social que debe existir entre un escribidor en periódicos, poco dado a dorarle la píldora por sistema a ningún político, y alguien que tampoco se deja hacer la ola porque sí. Lo cual no fue óbice para que me manifestara yo -hace años, tantos como 10- de tal guisa acerca de él:
Carreira es educado, sin duda; pero jamás intenta hacerse el simpático o trata de ganarse el afecto de los demás porque sea bueno para la causa que representa. Le molesta muchísimo hacerse pasar por lo que no es y nunca ha negado, al menos a mí, que no vale para repartir sonrisas ni dar abrazos a las farolas. Lo que no significa que sea desagradecido.
Es su modo de ser y hay que tenerlo en cuenta a la hora de enjuiciarlo. De lo contrario, uno nunca sabrá a qué atenerse con un hombre cuya timidez es tanta cual peligrosa cuando decide soltarse el pelo. Siempre he dicho que Dios nos libre de la ira de los tímidos. En ese momento, lo mejor es poner tierra de por medio en su momento culminante.
También creo recordar que cuando le tocó pasarlas canutas en su partido, salí en su defensa diciendo que era -y lo sigue siendo- un político con muchas tablas y que éstas le permitían ser un valor permanente en las filas del Partido Popular. Y hasta les dije a los dirigentes populares que, al no estar sobrados de militantes como Emilio Carreira, bien harían en dejar de tirarle a degüello para aburrirlo. Y es que las envidias de los propios son más peligrosas que las acusaciones de los rivales.
En fin, empecé refiriéndome a la entrevista hecha por Anselmo F. caballero al consejero de Hacienda, portavoz del Gobierno y número 3 en la candidatura del PP, y volveré a ella para decirles que es verdad que a Carreira le desagradan las discusiones. Ahora bien, cuando José Antonio Carracao decide dar el motete, créanme que hasta el político más templado es capaz de mandarlo a los chirlos mirlos. O, más lejos aún: donde el viento da la vuelta.
Entre Carreira y yo ha habido siempre ese distanciamiento social que debe existir entre un escribidor en periódicos, poco dado a dorarle la píldora por sistema a ningún político, y alguien que tampoco se deja hacer la ola porque sí. Lo cual no fue óbice para que me manifestara yo -hace años, tantos como 10- de tal guisa acerca de él:
Carreira es educado, sin duda; pero jamás intenta hacerse el simpático o trata de ganarse el afecto de los demás porque sea bueno para la causa que representa. Le molesta muchísimo hacerse pasar por lo que no es y nunca ha negado, al menos a mí, que no vale para repartir sonrisas ni dar abrazos a las farolas. Lo que no significa que sea desagradecido.
Es su modo de ser y hay que tenerlo en cuenta a la hora de enjuiciarlo. De lo contrario, uno nunca sabrá a qué atenerse con un hombre cuya timidez es tanta cual peligrosa cuando decide soltarse el pelo. Siempre he dicho que Dios nos libre de la ira de los tímidos. En ese momento, lo mejor es poner tierra de por medio en su momento culminante.
También creo recordar que cuando le tocó pasarlas canutas en su partido, salí en su defensa diciendo que era -y lo sigue siendo- un político con muchas tablas y que éstas le permitían ser un valor permanente en las filas del Partido Popular. Y hasta les dije a los dirigentes populares que, al no estar sobrados de militantes como Emilio Carreira, bien harían en dejar de tirarle a degüello para aburrirlo. Y es que las envidias de los propios son más peligrosas que las acusaciones de los rivales.
En fin, empecé refiriéndome a la entrevista hecha por Anselmo F. caballero al consejero de Hacienda, portavoz del Gobierno y número 3 en la candidatura del PP, y volveré a ella para decirles que es verdad que a Carreira le desagradan las discusiones. Ahora bien, cuando José Antonio Carracao decide dar el motete, créanme que hasta el político más templado es capaz de mandarlo a los chirlos mirlos. O, más lejos aún: donde el viento da la vuelta.
Con lo que nos ha dado...
Jaime Campmany, periodista, novelista y poeta, fue orfebre de los dichos y de las frases hechas. Leyéndole, durante muchos años, redescubrí una nueva lectura de los clásicos, cuyos conocimientos sobre el empleo de las coletillas, y trasposiciones de situaciones históricas o literarias, tan sabiamente están parodiadas en sus escritos.Y buscando, buscando, he encontrado hoy ¡Viva Cartagena!: una expresión de la que JC echaba mano, muy a menudo, como ponderación al éxito de los mediocres.
"Parece ser que en la hermosa ciudad mediterránea, una vez un mal tenor dejó escapar un agudo gallo. Y antes de que el público tuviera tiempo de exteriorizar su protesta, el infortunado divo se adelantó hacia las candilejas y soltó un patriótico y eficaz ¡Viva Cartagena!, que el público premió con una cordial y calurosa ovación, salvándose así del pateo que le amenazaba".
Desde entonces el ¡Viva Cartagena! ha quedado como patrimonio de los mediocres, algo así como su escudo de armas o como su muro de protección. Cuántas veces hemos visto como el orador que observa cómo flaquea la atención de los oyentes, usa enseguida el latiguillo local o patriotero, que es otra manera de gritar ¡Viva Cartagena!...
El latiguillo de todos los periodistas afines a la causa de un ídolo de barro, que se ha quedado en botijo, es decirnos machaconamente que no entienden por qué se le pita a Casillas en el Bernabéu, "con lo que nos ha dado...". La mejor versión del ¡Viva Cartagena! no se le cae de la boca a Mónica Merchante: reportera futbolera de Canal Plus. MM puso a Rafael Nadal en un brete al querer que éste le dijera lo injusta que es la afición del Madrid por pitarle a Casillas: "Con lo que nos ha dado".
Casillas nos ha dado muchos disgustos a los madridistas. El último ha sido el del Valencia. Pero pronto llegará otra actuación pésima de un muchacho con quien estamos obligados por decreto a tenerle la fe del carbonero. Y, créanme, que no hay tu tía. Que sus males como portero ya no tienen remedio. Porque se ha convertido en un espantajo. Mantenerlo en la portería es como estar bajo la espada de Damocles.
El Valencia supo sacarle rédito al mal momento de Casillas. Mal momento que ha contagiado a sus defensas. Que ni siquiera se atreven a cederle el balón. Mientras él se hace el sueco. O le da por arremeter contra los aficionados. Que son los que pagan. Su mala actuación, los tres balones estrellados en los palos y el penalti fallado por Ronaldo -los penaltis bien lanzados no se paran- le han dado la Liga al Barcelona. En el Madrid se armará la de Dios es Cristo. Más pronto que tarde.
"Parece ser que en la hermosa ciudad mediterránea, una vez un mal tenor dejó escapar un agudo gallo. Y antes de que el público tuviera tiempo de exteriorizar su protesta, el infortunado divo se adelantó hacia las candilejas y soltó un patriótico y eficaz ¡Viva Cartagena!, que el público premió con una cordial y calurosa ovación, salvándose así del pateo que le amenazaba".
Desde entonces el ¡Viva Cartagena! ha quedado como patrimonio de los mediocres, algo así como su escudo de armas o como su muro de protección. Cuántas veces hemos visto como el orador que observa cómo flaquea la atención de los oyentes, usa enseguida el latiguillo local o patriotero, que es otra manera de gritar ¡Viva Cartagena!...
El latiguillo de todos los periodistas afines a la causa de un ídolo de barro, que se ha quedado en botijo, es decirnos machaconamente que no entienden por qué se le pita a Casillas en el Bernabéu, "con lo que nos ha dado...". La mejor versión del ¡Viva Cartagena! no se le cae de la boca a Mónica Merchante: reportera futbolera de Canal Plus. MM puso a Rafael Nadal en un brete al querer que éste le dijera lo injusta que es la afición del Madrid por pitarle a Casillas: "Con lo que nos ha dado".
Casillas nos ha dado muchos disgustos a los madridistas. El último ha sido el del Valencia. Pero pronto llegará otra actuación pésima de un muchacho con quien estamos obligados por decreto a tenerle la fe del carbonero. Y, créanme, que no hay tu tía. Que sus males como portero ya no tienen remedio. Porque se ha convertido en un espantajo. Mantenerlo en la portería es como estar bajo la espada de Damocles.
El Valencia supo sacarle rédito al mal momento de Casillas. Mal momento que ha contagiado a sus defensas. Que ni siquiera se atreven a cederle el balón. Mientras él se hace el sueco. O le da por arremeter contra los aficionados. Que son los que pagan. Su mala actuación, los tres balones estrellados en los palos y el penalti fallado por Ronaldo -los penaltis bien lanzados no se paran- le han dado la Liga al Barcelona. En el Madrid se armará la de Dios es Cristo. Más pronto que tarde.
viernes, 8 de mayo de 2015
La Feria del Libro
Leo en Ceuta Actualidad que se ha hecho la presentación de la Feria del Libro por parte de la consejera de Educación y Cultura, Mabel Deu, y me empapo de los actos que se van a celebrar a partir de hoy viernes y que concluirán el próximo día 16. La plaza de los Reyes será el escenario principal del acontecimiento, amén del teatro auditorio Revellín y la biblioteca pública Adolfo Suárez.
Me he quedado con las ganas, debido a que he tenido que atender a otros menesteres, de participar en la Feria con un libro de personajes conocidos por mí y que hace ya dos meses di por acabado. En fin, tiempo habrá de presentarlo en sociedad y a renglón seguido donarlo a la institución que corresponda para que la venta de los ejemplares pueda cubrir necesidades.
Yo no sé si entre las casetas expositoras habrá alguna de libros de viejo. De ser así, yo les recomendaría que buscasen este título: Pedro Sainz Rodríguez. Semblanzas. Pues para todo buen lector sería un hallazgo encontrarlo y, naturalmente, disfrutarlo como yo lo sigo haciendo desde que me lo regalaron en abril de 1988. En su primera edición.
Don Pedro era un monárquico convencido y activo. Sus lealtades venían del estudio de la experiencia del pasado nacional. Entendía la Institución como algo conveniente y necesario para dar sentido a la vida colectiva de nuestro pueblo. Pensaba que la Corona era un factor de integración nacional indispensable. Sainz Rodríguez fijó su residencia en Portugal y fue consejero de don Juan de Borbón, y desde allí se carteaba con los nombres más significativos de la cultura española de nuestro siglo XX.
Don Pedro aprovechó sus conocimientos de ellos y sus misivas para escribir las semblanzas de Emilia Pardo Bazán, Santiago Ramón y Cajal, J. Martínez Ruiz, Azorín, Julián Besteiro, Eugenio d'Ors, José Ortega y Gasset, Julio Camba, Gabriel Miró, José María Pemán, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Claudio Sánchez Albornoz, Manuel de Falla, Gregorio Marañón, y así muchos más hasta llegar a Miguel de Unamuno.
La correspondencia de don Pedro con Unamuno no tiene desperdicios. Se cuenta de él, en el libro, que, cantando de muchacho en el coro, lanzaba un gallo adrede para distinguirse de los demás. Cierta o no esta anécdota, indica muy bien cuál fue el carácter de don Miguel durante toda su vida- Se expresaba así: "Hoy el deber en España de todo hombre que sepa ser hombre, que sepa ser ciudadano -y esto es saber y lo demás abyección y cuquería-, es acabar con la corrupción y con la mentira del poder...". Párrafo extraído de una carta, de las muchas que le escribió Unamuno -desterrado- a Pedro Sainz Rodríguez (4 de septiembre de 1924). Parece que fue ayer. Busquen el libro.
Me he quedado con las ganas, debido a que he tenido que atender a otros menesteres, de participar en la Feria con un libro de personajes conocidos por mí y que hace ya dos meses di por acabado. En fin, tiempo habrá de presentarlo en sociedad y a renglón seguido donarlo a la institución que corresponda para que la venta de los ejemplares pueda cubrir necesidades.
Yo no sé si entre las casetas expositoras habrá alguna de libros de viejo. De ser así, yo les recomendaría que buscasen este título: Pedro Sainz Rodríguez. Semblanzas. Pues para todo buen lector sería un hallazgo encontrarlo y, naturalmente, disfrutarlo como yo lo sigo haciendo desde que me lo regalaron en abril de 1988. En su primera edición.
Don Pedro era un monárquico convencido y activo. Sus lealtades venían del estudio de la experiencia del pasado nacional. Entendía la Institución como algo conveniente y necesario para dar sentido a la vida colectiva de nuestro pueblo. Pensaba que la Corona era un factor de integración nacional indispensable. Sainz Rodríguez fijó su residencia en Portugal y fue consejero de don Juan de Borbón, y desde allí se carteaba con los nombres más significativos de la cultura española de nuestro siglo XX.
Don Pedro aprovechó sus conocimientos de ellos y sus misivas para escribir las semblanzas de Emilia Pardo Bazán, Santiago Ramón y Cajal, J. Martínez Ruiz, Azorín, Julián Besteiro, Eugenio d'Ors, José Ortega y Gasset, Julio Camba, Gabriel Miró, José María Pemán, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Claudio Sánchez Albornoz, Manuel de Falla, Gregorio Marañón, y así muchos más hasta llegar a Miguel de Unamuno.
La correspondencia de don Pedro con Unamuno no tiene desperdicios. Se cuenta de él, en el libro, que, cantando de muchacho en el coro, lanzaba un gallo adrede para distinguirse de los demás. Cierta o no esta anécdota, indica muy bien cuál fue el carácter de don Miguel durante toda su vida- Se expresaba así: "Hoy el deber en España de todo hombre que sepa ser hombre, que sepa ser ciudadano -y esto es saber y lo demás abyección y cuquería-, es acabar con la corrupción y con la mentira del poder...". Párrafo extraído de una carta, de las muchas que le escribió Unamuno -desterrado- a Pedro Sainz Rodríguez (4 de septiembre de 1924). Parece que fue ayer. Busquen el libro.
jueves, 7 de mayo de 2015
Las cosas claras
La campaña electoral ha empezado. Y los alcaldes saben lo que se juegan el 25 de mayo. Están ante una cita marcada por los escándalos de la corrupción. Que llevan años aflorando por todos los sitios. Y, desde luego, mentiría si no dijera que a los del Partido Popular no les llega la camisa al cuerpo. Algo lógico. Los políticos honrados, que los hay, suelen decir que es una injusticia pedirles que se quiten de en medio en cuanto alguien decida señalarlos y ponerlos bajo sospecha.
Políticos ladrones han existido siempre. Verdad de Perogrullo. Y ha sido así, porque los ladrones forman parte del sistema y ayudan a que éste pueda hacernos creer que estamos defendidos. Los ladrones nunca estuvieron mal vistos; sí lo han estado siempre, y por ello han sido perseguidos con saña, quienes se oponen a la política reinante.
Entonces, ¿por qué ahora existe tanta aversión hacia la gente que mete la mano en la caja? Porque las reacciones siempre son relativas al hambre y la miseria. Que es lo que ha traído la crisis económica. Una crisis que ha sembrado España de pobres. Dejando a la clase media a dos velas. Situación grave. Pues a ver si nos enteramos, de una vez por todas, que pobreza y enfermedad suelen sacar a relucir lo peor de los humanos.
-¿Y qué votará usted? -me dice la persona a la que le estaba dando semejante mitin a las tres de la tarde del martes pasado- Aunque como lector suyo que soy, desde hace muchos años, no creo que se le ocurra votar al Partido Popular, debido a las diferencias que ha venido manteniendo con nuestro alcalde, como suele usted referirse a Juan Vivas cuando escribe de él.
Mis diferencias con Vivas, estimado lector, surgidas tras haber estado varios años muy cerca de él, se fueron acrecentando por motivos de trabajo. Ahora bien, sepa usted que mi voto nunca será condicionado por mis buenas o malas relaciones con candidato alguno. Es más, llevo 32 años viviendo en esta ciudad y sé sobradamente cómo es el personal político. Conque mi voto irá siempre destinado a quien me ofrezca más confianza en relación con la defensa de los intereses de esta tierra
Juan Vivas lleva la tira de tiempo en el poder. De un poder que no se cansan de decirnos que desgasta. Por tal motivo, y viendo las ganas que tiene nuestro alcalde de continuar sentado en la poltrona, me he hecho ya de la cofradía de quienes piensan que el poder desgasta, claro que sí; pero desgasta sobre todo al que no lo tiene. En una palabra, querido lector, si me diera por votar al PP es porque sigue Vivas. Y, naturalmente, porque él sabe -como yo- que el rencor es tóxico. Lo cual no es óbice para que en cualquier momento le cante las cuarenta si viene al caso. Como debe ser.
Políticos ladrones han existido siempre. Verdad de Perogrullo. Y ha sido así, porque los ladrones forman parte del sistema y ayudan a que éste pueda hacernos creer que estamos defendidos. Los ladrones nunca estuvieron mal vistos; sí lo han estado siempre, y por ello han sido perseguidos con saña, quienes se oponen a la política reinante.
Entonces, ¿por qué ahora existe tanta aversión hacia la gente que mete la mano en la caja? Porque las reacciones siempre son relativas al hambre y la miseria. Que es lo que ha traído la crisis económica. Una crisis que ha sembrado España de pobres. Dejando a la clase media a dos velas. Situación grave. Pues a ver si nos enteramos, de una vez por todas, que pobreza y enfermedad suelen sacar a relucir lo peor de los humanos.
-¿Y qué votará usted? -me dice la persona a la que le estaba dando semejante mitin a las tres de la tarde del martes pasado- Aunque como lector suyo que soy, desde hace muchos años, no creo que se le ocurra votar al Partido Popular, debido a las diferencias que ha venido manteniendo con nuestro alcalde, como suele usted referirse a Juan Vivas cuando escribe de él.
Mis diferencias con Vivas, estimado lector, surgidas tras haber estado varios años muy cerca de él, se fueron acrecentando por motivos de trabajo. Ahora bien, sepa usted que mi voto nunca será condicionado por mis buenas o malas relaciones con candidato alguno. Es más, llevo 32 años viviendo en esta ciudad y sé sobradamente cómo es el personal político. Conque mi voto irá siempre destinado a quien me ofrezca más confianza en relación con la defensa de los intereses de esta tierra
Juan Vivas lleva la tira de tiempo en el poder. De un poder que no se cansan de decirnos que desgasta. Por tal motivo, y viendo las ganas que tiene nuestro alcalde de continuar sentado en la poltrona, me he hecho ya de la cofradía de quienes piensan que el poder desgasta, claro que sí; pero desgasta sobre todo al que no lo tiene. En una palabra, querido lector, si me diera por votar al PP es porque sigue Vivas. Y, naturalmente, porque él sabe -como yo- que el rencor es tóxico. Lo cual no es óbice para que en cualquier momento le cante las cuarenta si viene al caso. Como debe ser.
miércoles, 6 de mayo de 2015
Bernat destrozó al Bayern
Los entrenadores saben muy bien que después de varias temporadas en un mismo club, aun triunfando clamorosamente, lo mejor es cambiar de aires. Cierto es que ha habido y habrá excepciones, cual es el caso de Sir Alex Ferguson, quien estuvo dos décadas en el Manchester United. Otro caso por el estilo es el de Arséne Wenger en el Arsenal, pero son los menos.
Pep Guardiola, tras cuatro temporadas fantásticas en el Barcelona, podría haber continuado en el club azulgrana todo el tiempo del mundo. Pero en un momento determinado, como hombre inteligente que es, quizá se hizo la siguiente pregunta: "¿Es posible triunfar sin ninguna traición?". Y entendió que no. Y hasta pudo imaginarse que Lionel Messi lo empezaba a mirar torcidamente.
La soledad de los entrenadores, incluso ganando, es evidente. Hay momentos delicados en que cuesta lo indecible dormir y hace su aparición el mal carácter. Y si además el roce diario con los miembros de la plantilla, durante varias temporadas, provoca que las estrellas del equipo crean que pueden hacer uso y abuso de la confianza, la cosa puede acabar como el rosario de la aurora.
Tengo la impresión de que Guardiola era consciente de que Messi estaba ya hasta el gorro de él. Que el fenómeno argentino se aburría ya de oírle decir las mismas cosas y de que le disputara el estrellato. Por ser tan buen entrenador y por ser un catalán mítico. Y Pep decidió que antes de tenérselas tiesas con Lionel lo mejor era cambiar de club. Y se fue, como no podía ser de otra manera, al Bayern Múnich. Equipo que, además de su grandeza histórica, acababa de ganarlo todo con Jupp Heynckes. El valor de Guardiola, por si alguien lo había puesto en duda, se manifestaba en toda su dimensión.
Los jugadores que habían estado varias temporadas a las órdenes de Pep Guardiola, tras enterarse de que les había tocado el Bayern Múnich en las semifinales, propalaron que tenían ganas, muchas ganas, de pasar por la piedra a su ex entrenador; porque en los últimos meses las relaciones entre ellos y el hombre nacido en Sampedor no habían sido las mejores. Lo cual suele ocurrir hasta en las mejores familias futbolísticas. Si bien la educación y el buen sentido de Guardiola impidieron que el asunto tomara vuelos.
El equipo alemán, que llegó a Barcelona sin sus dos grandes figuras -Robben y Ribéry-, supo contener más que bien al Barcelona. La distribución de sus hombres en el césped fue casi perfecta. Al jugar con tres centrales pudo acumular cinco futbolistas en el medio campo con misiones concretas, esperando que Müller y un mermado Lewandowski hicieran ese gol que tanto ansiaban. Y cuando parecía que estaba a punto de lograr su objetivo, llega Bernat, ex jugador del Valencia, y no se le ocurre otra cosa que salir desde atrás driblando. Y su fallo lo aprovechó Messi para marcar el primer gol. Y a partir de ahí, con Bernat dando tumbos, los locales marcaron dos tantos más. Bernat decidió que Messi le hiciera ver a Guardiola quién es quién...
Pep Guardiola, tras cuatro temporadas fantásticas en el Barcelona, podría haber continuado en el club azulgrana todo el tiempo del mundo. Pero en un momento determinado, como hombre inteligente que es, quizá se hizo la siguiente pregunta: "¿Es posible triunfar sin ninguna traición?". Y entendió que no. Y hasta pudo imaginarse que Lionel Messi lo empezaba a mirar torcidamente.
La soledad de los entrenadores, incluso ganando, es evidente. Hay momentos delicados en que cuesta lo indecible dormir y hace su aparición el mal carácter. Y si además el roce diario con los miembros de la plantilla, durante varias temporadas, provoca que las estrellas del equipo crean que pueden hacer uso y abuso de la confianza, la cosa puede acabar como el rosario de la aurora.
Tengo la impresión de que Guardiola era consciente de que Messi estaba ya hasta el gorro de él. Que el fenómeno argentino se aburría ya de oírle decir las mismas cosas y de que le disputara el estrellato. Por ser tan buen entrenador y por ser un catalán mítico. Y Pep decidió que antes de tenérselas tiesas con Lionel lo mejor era cambiar de club. Y se fue, como no podía ser de otra manera, al Bayern Múnich. Equipo que, además de su grandeza histórica, acababa de ganarlo todo con Jupp Heynckes. El valor de Guardiola, por si alguien lo había puesto en duda, se manifestaba en toda su dimensión.
Los jugadores que habían estado varias temporadas a las órdenes de Pep Guardiola, tras enterarse de que les había tocado el Bayern Múnich en las semifinales, propalaron que tenían ganas, muchas ganas, de pasar por la piedra a su ex entrenador; porque en los últimos meses las relaciones entre ellos y el hombre nacido en Sampedor no habían sido las mejores. Lo cual suele ocurrir hasta en las mejores familias futbolísticas. Si bien la educación y el buen sentido de Guardiola impidieron que el asunto tomara vuelos.
El equipo alemán, que llegó a Barcelona sin sus dos grandes figuras -Robben y Ribéry-, supo contener más que bien al Barcelona. La distribución de sus hombres en el césped fue casi perfecta. Al jugar con tres centrales pudo acumular cinco futbolistas en el medio campo con misiones concretas, esperando que Müller y un mermado Lewandowski hicieran ese gol que tanto ansiaban. Y cuando parecía que estaba a punto de lograr su objetivo, llega Bernat, ex jugador del Valencia, y no se le ocurre otra cosa que salir desde atrás driblando. Y su fallo lo aprovechó Messi para marcar el primer gol. Y a partir de ahí, con Bernat dando tumbos, los locales marcaron dos tantos más. Bernat decidió que Messi le hiciera ver a Guardiola quién es quién...
martes, 5 de mayo de 2015
Desastre táctico del Madrid
Joaquín Caparrós en cuanto es destituido de su cargo se pone a dar lecciones de fútbol sin solución de continuidad. Algo que antes no sucedía. Ya que los entrenadores despedidos guardaban una especie de luto deportivo, durante un tiempo prudencial. Porque tenían lo que en el mundo del toro se conoce por vergüenza torera. Caparrós opinaba ayer o anteayer, que para el caso es lo mismo, de Sergio Ramos. Decía que éste es un portento físico, verdad incuestionable; y que tácticamente es perfecto. Lo cual es una mentira tan grande como la catedral de Burgos. A lo mejor es que Caparrós ve menos que yo. Que ya es ver poco.
Sergio Ramos pegó un petardo en el Juventus Stadium jugando en el centro del centro del campo. Algo que quien escribe ha venido anunciando en anteriores escritos. Ser escudo de la defensa significa saber jugar sin balón y estar presto en todo momento a cubrir las espaldas de todos los compañeros de la zaga. Incluso a elegir los momentos precisos para que éstos ataquen por sorpresa mientras él se queda como relevo de quien abandona su demarcación. Podría dar una clase teórica al respecto. Pero no creo que sea este el espacio adecuado.
En el Madrid, sin embargo, el que sigue fallando, según no cesa de decirnos Juan Carlos Rivero, a voz en cuello, es Varane. Rivero, narrador él, se emociona incluso cuando remata Llorente a las manos de Iker Casillas y nos habla de milagro y se pone a vendernos pescado podrido. Pobre hombre... Su forma de actuar deja mucho que desear. Sobre todo porque cree que todos los espectadores somos tontos. De Alcorta, glosador, sólo me cabe decir que sus comentarios no están a la altura de su buen hacer cuando jugaba.
El primer balón que jugó Casillas con los pies pudo acabar en gol. Fallo que generó una gran desconfianza entre sus compañeros, desde el primer minuto. En el gol de Morata, por más que Alcorta quisiera engañarnos con un comentario absurdo, lo que debió hacer el portero es desviar el balón hacia la línea de fondo. La banda izquierda del Madrid, compuesta por Isco y Marcelo, es una invitación a que los rivales la transiten a su antojo. Carlo Ancelotti ni se entera.
La Juve sólo necesitó del esfuerzo de Vidal, del trabajo entre líneas de Tévez , y del lío que, con sus desmarques, le armó Morata a los defensas visitantes, para obtener un triunfo con el cual no contaban los de Maximilliano Allegri. Y gracias a que Llorente no anduvo fino en las dos ocasiones que tuvo nada más sustituir a Morata. Si los italianos hubieran conseguido el tercer gol, a estas horas ya estaríamos rezando los madridistas.
Carlo Ancelotti será simpático, educado, y capaz de aunar voluntades en un equipo compuesto por no pocos egos, pero tácticamente es muy flojito. Por no decir que es incapaz de tomar las decisiones correctas antes del partido y sobre todo durante. Cierto es que a veces no le hace falta acertar en sus decisiones porque cuenta con Ronaldo, James, Bale... y algunos jugadores más capaces de ganar partidos. En el Juventus Stadium, sin embargo, no acudió nadie para auxiliarle.
Sergio Ramos pegó un petardo en el Juventus Stadium jugando en el centro del centro del campo. Algo que quien escribe ha venido anunciando en anteriores escritos. Ser escudo de la defensa significa saber jugar sin balón y estar presto en todo momento a cubrir las espaldas de todos los compañeros de la zaga. Incluso a elegir los momentos precisos para que éstos ataquen por sorpresa mientras él se queda como relevo de quien abandona su demarcación. Podría dar una clase teórica al respecto. Pero no creo que sea este el espacio adecuado.
En el Madrid, sin embargo, el que sigue fallando, según no cesa de decirnos Juan Carlos Rivero, a voz en cuello, es Varane. Rivero, narrador él, se emociona incluso cuando remata Llorente a las manos de Iker Casillas y nos habla de milagro y se pone a vendernos pescado podrido. Pobre hombre... Su forma de actuar deja mucho que desear. Sobre todo porque cree que todos los espectadores somos tontos. De Alcorta, glosador, sólo me cabe decir que sus comentarios no están a la altura de su buen hacer cuando jugaba.
El primer balón que jugó Casillas con los pies pudo acabar en gol. Fallo que generó una gran desconfianza entre sus compañeros, desde el primer minuto. En el gol de Morata, por más que Alcorta quisiera engañarnos con un comentario absurdo, lo que debió hacer el portero es desviar el balón hacia la línea de fondo. La banda izquierda del Madrid, compuesta por Isco y Marcelo, es una invitación a que los rivales la transiten a su antojo. Carlo Ancelotti ni se entera.
La Juve sólo necesitó del esfuerzo de Vidal, del trabajo entre líneas de Tévez , y del lío que, con sus desmarques, le armó Morata a los defensas visitantes, para obtener un triunfo con el cual no contaban los de Maximilliano Allegri. Y gracias a que Llorente no anduvo fino en las dos ocasiones que tuvo nada más sustituir a Morata. Si los italianos hubieran conseguido el tercer gol, a estas horas ya estaríamos rezando los madridistas.
Carlo Ancelotti será simpático, educado, y capaz de aunar voluntades en un equipo compuesto por no pocos egos, pero tácticamente es muy flojito. Por no decir que es incapaz de tomar las decisiones correctas antes del partido y sobre todo durante. Cierto es que a veces no le hace falta acertar en sus decisiones porque cuenta con Ronaldo, James, Bale... y algunos jugadores más capaces de ganar partidos. En el Juventus Stadium, sin embargo, no acudió nadie para auxiliarle.
lunes, 4 de mayo de 2015
Pobres
Dado que todavía colean los desafortunados comentarios de Esperanza Aguirre, candidata a la alcaldía de Madrid, sobre los pobres que duermen en las calles del centro de la capital de España, uno no se resiste a opinar de un asunto que lleva ya varios días dando que hablar. A juzgar por el comunicado consagrado a los mendigos, por la mujer más castiza y sobrada de los madriles, sabemos ya que la forma más fácil de enriquecerse en ese lugar es formando parte de esa corte de pedigüeños extranjeros; una especie de mafia, cuyos miembros viven a lo grande.
A la señora Aguirre se le ha olvidado decirnos que el problema de ser pobre es que ocupa mucho tiempo. Tanto como para no poder dormir; sino simplemente para descabezar el sueño en cualquier acera, emparedado entre cartones, con el único fin de que otro pobre, de los muchos que pululan por todos los lugares de nuestro país, no le quite el sitio de trabajo. Que los hay peores o mejores. Algo que es sobradamente conocido entre quienes piden.
La señora Aguirre, mujer de rompe y rasga, parece ser que no se ha leído nuestro Siglo de Oro, por más que haya sido ministra de Educación y Cultura cuando José María Aznar era presidente del Gobierno de España. Lo cual no me extraña, puesto que se decía que no leía ni los informes de los técnicos de la Comunidad de Madrid, presidida por ella. De haberlo hecho, es decir, de haberse empapado de lo acontecido en los siglos XV y XVI, seguramente no habría hablado con tanta ligereza de los pobres.
En aquel tiempo, reinando Felipe II, los mendigos proliferaban por todas partes, aun en tiempos de abundancia: ¡qué no sería cuando los calamitosos se sucedieran, cuando una sequía prolongada se encadenaba con riadas devastadoras. Entonces los pobres eran ya verdaderos racimos humanos, dispersos por los caminos e invadiendo villas y ciudades. Lo cual no era aventurado suponer que de un año para otro cualquier familia que tenía un mediano pasar podía caer en la más negra de las miserias. Un calco de lo que viene ocurriendo desde hace varios años.
La diferencia radica en que los pobres del Siglo de Oro estaban considerados como excelentes intercesores que podían pedir por el prójimo ante la clemencia divina. Su misma pobreza, sus males, sus desgracias, eran como la compensación de la humanidad por las riquezas y las liviandades de los demás. Era tal el prestigio de los pobres, tan metidos estaban en la religiosidad y mala conciencia de los ricos, que eran pocos pero con la faltriquera llena a rebosar, que en las fiestas religiosas, y particularmente en la Semana Santa, su presencia no es que fuera admitida, es que se sentía como complemento natural.
Tales días, sin mendigos, como dicen los libros de historia, eran como fiestas sin música. Así que no sé a qué se debe la actitud calvinista de Esperanza Aguirre -candidata a la alcaldía de Madrid-, que debería ser la primera en ayudar a sus pobres, si no quiere que se le vea, de seguir así, como una María Antonieta de poca monta.
A la señora Aguirre se le ha olvidado decirnos que el problema de ser pobre es que ocupa mucho tiempo. Tanto como para no poder dormir; sino simplemente para descabezar el sueño en cualquier acera, emparedado entre cartones, con el único fin de que otro pobre, de los muchos que pululan por todos los lugares de nuestro país, no le quite el sitio de trabajo. Que los hay peores o mejores. Algo que es sobradamente conocido entre quienes piden.
La señora Aguirre, mujer de rompe y rasga, parece ser que no se ha leído nuestro Siglo de Oro, por más que haya sido ministra de Educación y Cultura cuando José María Aznar era presidente del Gobierno de España. Lo cual no me extraña, puesto que se decía que no leía ni los informes de los técnicos de la Comunidad de Madrid, presidida por ella. De haberlo hecho, es decir, de haberse empapado de lo acontecido en los siglos XV y XVI, seguramente no habría hablado con tanta ligereza de los pobres.
En aquel tiempo, reinando Felipe II, los mendigos proliferaban por todas partes, aun en tiempos de abundancia: ¡qué no sería cuando los calamitosos se sucedieran, cuando una sequía prolongada se encadenaba con riadas devastadoras. Entonces los pobres eran ya verdaderos racimos humanos, dispersos por los caminos e invadiendo villas y ciudades. Lo cual no era aventurado suponer que de un año para otro cualquier familia que tenía un mediano pasar podía caer en la más negra de las miserias. Un calco de lo que viene ocurriendo desde hace varios años.
La diferencia radica en que los pobres del Siglo de Oro estaban considerados como excelentes intercesores que podían pedir por el prójimo ante la clemencia divina. Su misma pobreza, sus males, sus desgracias, eran como la compensación de la humanidad por las riquezas y las liviandades de los demás. Era tal el prestigio de los pobres, tan metidos estaban en la religiosidad y mala conciencia de los ricos, que eran pocos pero con la faltriquera llena a rebosar, que en las fiestas religiosas, y particularmente en la Semana Santa, su presencia no es que fuera admitida, es que se sentía como complemento natural.
Tales días, sin mendigos, como dicen los libros de historia, eran como fiestas sin música. Así que no sé a qué se debe la actitud calvinista de Esperanza Aguirre -candidata a la alcaldía de Madrid-, que debería ser la primera en ayudar a sus pobres, si no quiere que se le vea, de seguir así, como una María Antonieta de poca monta.
domingo, 3 de mayo de 2015
Centrismo
Emilio Romero, considerado durante muchos años un analista político excepcional, nunca se cortó lo más mínimo en decir lo difícil que sería librarse en España de las denominaciones izquierda y derecha. Y recordaba siempre cómo en el pasado hubo una tercera disposición para arreglar las cosas mediante un término medio que fue el del centrismo. Pero que nunca tuvo porvenir. "Porque el centrismo no es ni una cosa ni otra, y nuestra gente quiere saber siempre a qué carta quedarse".
Como intención conviene reconocer que el centrismo es bueno, porque aspira a suprimir los excesos o los radicalismos de unos y otros; al propio tiempo que utiliza lo que haya de bueno en la izquierda o en la derecha. Pero esta actitud en el pasado se entendía como una chapuza política, porque las identidades de la derecha y la izquierda estaban muy claras.
Cuando se restauró la democracia, la derecha era Fraga y su acompañamiento; la izquierda era el socialismo y el comunismo; y Suárez y su acompañamiento de restauradores se proclamaron centristas porque su mentalidad era la siguiente: ni la derecha procedente del franquismo; ni la izquierda procedente de sus radicalismos históricos. Había que vivir con todos, pero los centristas eran los moderados y los demás eran los excesivos. De los excesivos de verdad basta con nombrar a Blas Piñar y a los componentes del comunisno revolucionario.
Así que los centristas gobernaron con la aquiescencia del Rey que tenía las Fuerzas Armadas, y los restauradores de la democracia -el centrismo- tenían las Fuerzas de Orden Público. El centrismo estaba en el poder y los demás partidos respetaron la situación. Hasta que todo se fue al garete. Porque los centristas no eran ni carne ni pescado. Ni chicha ni limoná.
Y el cambio, que se veía venir, se produjo en 1982. Y más que los socialistas, las elecciones de aquel 28 de octubre las ganó la gente de una nueva generación; gente educada en el franquismo, impaciente y cansada de esperar su oportunidad en la historia. Los jóvenes dirigentes del partido ganador, que apenas sobrepasaban los cuarenta años, nos ilusionaron diciendo que ya era hora de vivir al nivel que lo venían haciendo, desde hacía la tira de tiempo, muchos ciudadanos europeos.
Los españoles, tras mandar al centrismo allá donde el viento da la vuelta, hicimos del bipartidismo motivo de nuestras preferencias. Máxime cuando vimos que la izquierda de los socialistas había llegado con su ideología intacta, pero sin la violencia de otrora, y la derecha parecía haber entendido que el camino de la justicia social debía prevalecer en su forma de hacer política. España, en los ochenta, vivió una revolución burguesa en la que se hizo fuerte una clase media con aspiraciones de riqueza. Así, la imagen del dinero era la de Mario Conde. Y entre las mujeres primaba el deseo de llegar a ser como Isabel Preysler.
Pues bien, treinta y dos años después, cuando la fantasía hace ya mucho tiempo que desembocó en la trágica realidad (de la que son ejemplos los millones de parados, la corrupción, las injusticias, los privilegios, y sobre todo el sometimiento a unos intereses alemanes, por encima de todo), los heraldos de Ciudadanos propalan que su partido es de centro. Vamos, que no es ni chicha ni limoná. Ni carne ni pescado. Por más que Albert Rivera, su principal dirigente, con cara de no haber roto un plato en su vida, nos diga que su centrismo está dispuesto a utilizar lo que haya de bueno en la izquierda o en la derecha. Más de lo mismo... Y uno se acuerda de que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Como intención conviene reconocer que el centrismo es bueno, porque aspira a suprimir los excesos o los radicalismos de unos y otros; al propio tiempo que utiliza lo que haya de bueno en la izquierda o en la derecha. Pero esta actitud en el pasado se entendía como una chapuza política, porque las identidades de la derecha y la izquierda estaban muy claras.
Cuando se restauró la democracia, la derecha era Fraga y su acompañamiento; la izquierda era el socialismo y el comunismo; y Suárez y su acompañamiento de restauradores se proclamaron centristas porque su mentalidad era la siguiente: ni la derecha procedente del franquismo; ni la izquierda procedente de sus radicalismos históricos. Había que vivir con todos, pero los centristas eran los moderados y los demás eran los excesivos. De los excesivos de verdad basta con nombrar a Blas Piñar y a los componentes del comunisno revolucionario.
Así que los centristas gobernaron con la aquiescencia del Rey que tenía las Fuerzas Armadas, y los restauradores de la democracia -el centrismo- tenían las Fuerzas de Orden Público. El centrismo estaba en el poder y los demás partidos respetaron la situación. Hasta que todo se fue al garete. Porque los centristas no eran ni carne ni pescado. Ni chicha ni limoná.
Y el cambio, que se veía venir, se produjo en 1982. Y más que los socialistas, las elecciones de aquel 28 de octubre las ganó la gente de una nueva generación; gente educada en el franquismo, impaciente y cansada de esperar su oportunidad en la historia. Los jóvenes dirigentes del partido ganador, que apenas sobrepasaban los cuarenta años, nos ilusionaron diciendo que ya era hora de vivir al nivel que lo venían haciendo, desde hacía la tira de tiempo, muchos ciudadanos europeos.
Los españoles, tras mandar al centrismo allá donde el viento da la vuelta, hicimos del bipartidismo motivo de nuestras preferencias. Máxime cuando vimos que la izquierda de los socialistas había llegado con su ideología intacta, pero sin la violencia de otrora, y la derecha parecía haber entendido que el camino de la justicia social debía prevalecer en su forma de hacer política. España, en los ochenta, vivió una revolución burguesa en la que se hizo fuerte una clase media con aspiraciones de riqueza. Así, la imagen del dinero era la de Mario Conde. Y entre las mujeres primaba el deseo de llegar a ser como Isabel Preysler.
Pues bien, treinta y dos años después, cuando la fantasía hace ya mucho tiempo que desembocó en la trágica realidad (de la que son ejemplos los millones de parados, la corrupción, las injusticias, los privilegios, y sobre todo el sometimiento a unos intereses alemanes, por encima de todo), los heraldos de Ciudadanos propalan que su partido es de centro. Vamos, que no es ni chicha ni limoná. Ni carne ni pescado. Por más que Albert Rivera, su principal dirigente, con cara de no haber roto un plato en su vida, nos diga que su centrismo está dispuesto a utilizar lo que haya de bueno en la izquierda o en la derecha. Más de lo mismo... Y uno se acuerda de que más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer.
Decálogo del Sevilla-Madrid
1) La prensa madrileña está convencida de que Isco es una estrella. Hay periodistas que lo han comparado con Zinedine Zidane. Menudo sacrilegio. Yo no creo que Carlo Ancelloti sea de la misma opinión. Pero sí conviene decirle que comete pecado mortal situando al jugador malagueño por delante de Marcelo. Pues ambos vienen errando tanto que en cualquier momento va a pagarlo muy caro el Madrid.
2) Sergio Ramos es un magnífico futbolista. Axioma. Pero siempre que se someta a misiones concretas. Si sale en el medio campo como escudo de la defensa es, sin duda, para que proteja a sus centrales y esté siempre pendiente de acudir presto allí donde se necesite su presencia como hombre libre de marca. Se le necesita más tácticamente que en otros sentidos. Dejó a Reyes jugar a placer. Y, por si fuera poco, cometió un penalti por sobreactuar.
3) El partido se preveía muy difícil para los visitantes, pues no en vano hacía ya muchos meses que en el Sánchez Pizjuán no ganaba nadie. Pero se lesionó Krychrowiac, polaco él, y el Madrid tuvo la suerte de que a Emery, entrenador del Sevilla, se le obnubilaran las ideas. Porque jugar nueve minutos con diez, por esperar la recuperación de un defensa es darle ventaja a cualquier adversario. Y si éste es el Madrid... puede ocurrir lo que ocurrió: que Cristiano marcara dos goles en un amén.
4) Aleix Vidal hizo un gran partido. E hizo algo más. Hacerle ver al entrenador del Madrid que la banda izquierda de su equipo es un coladero. Si a partir de ahora el técnico italiano no toma medidas para tapar semejante agujero es porque no se atreve a leerles la cartilla a futbolistas que no son capaces de defender con las exigencias requeridas. Las frivolidades de Isco y Marcelo son imperdonables.
5) A ver cuándo Carlos Martínez y Michael Robinson tienen el detalle de destacar una acción de Varane. Porque cada vez que hablan de él es para sembrar dudas de sus intervenciones. Varane fue el mejor de la defensa alternando con un Pepe muy recuperado. Por cierto, Martínez, narrador de Canal Plus, comete continuamente faltas de ortografías habladas por adición, Y nunca rectifica. Tampoco le vendría mal al tal Martínez decirnos que los saques de puerta de Casillas acaban todos en poder de los rivales.
6) Sergio Rico, joven portero del Sevilla, no tuvo la mejor actuación de su vida. Anduvo dubitativo y pecó de miedoso en el segundo gol obtenido por Cristiano. Una intervención acertada, nada del otro mundo, y pare usted de contar. De Rico se viene hablando muy bien. Yo lo he visto lo justo y no debo opinar. Pero en el partido de hoy no ha dado muestras de estar muy curtido.
7) Bale salió al campo en el momento justo. Su participación produjo el efecto deseado en el menor tiempo posible. Jugador poderoso, supo bajarle los ánimos a un Sevilla que se había envalentonado aún más. He aquí a un jugador a quien cierta prensa de Madrid le tiene ojeriza. Y aprovecha cualquier desliz del galés para zurrarle la badana y lo que es peor aún: tratan de hacerle creer a los aficionados que su juego destroza el mejor sistema del equipo.
8) Iker Casillas no está ya para jugar en el Madrid. Da pena verlo en todos los sentidos. Más que parar lo que hace es gatear. Está descentrado en todos los aspectos. Me da grima verle siempre aturdido. Superado por las circunstancias de un juego para el cual se ha quedado ya añejo. Es más, hace años me fue posible ver a Illgner -guardameta alemán recordado por tantos y tantos madridistas- en un partido de veteranos y mostró mejores condiciones que el idolatrado Casillas. Paco Buyo, incluso, se retiró en mejor estado de forma que el mostoleño.
9) Cristiano Ronaldo marcó tres goles. En campo difícil pero que al portugués se la da muy bien. A ver si es posible que ese hat-trick le devuelva el sosiego ansiado. Ya que el Madrid lo necesita en su mejor estado de forma física y psíquica. De cualquier manera, sería conveniente que dejara a James y Bale probar fortuna en las faltas.
10) Tras ver al Barcelona en Córdoba mucho me temo que el Madrid no gane la Liga si tiene que depender del resultado del Atlético-Barcelona. Por consiguiente, terminará aferrándose, como la temporada pasada, a la Champions League. Que ni le será fácil llegar a la final ni mucho menos ganarla. En el ambiente sobrevuela un pensamiento: ¿le conviene al Madrid tener un entrenador bonachón y que deje hacer lo que les dé la gana a sus jugadores más encopetados?
2) Sergio Ramos es un magnífico futbolista. Axioma. Pero siempre que se someta a misiones concretas. Si sale en el medio campo como escudo de la defensa es, sin duda, para que proteja a sus centrales y esté siempre pendiente de acudir presto allí donde se necesite su presencia como hombre libre de marca. Se le necesita más tácticamente que en otros sentidos. Dejó a Reyes jugar a placer. Y, por si fuera poco, cometió un penalti por sobreactuar.
3) El partido se preveía muy difícil para los visitantes, pues no en vano hacía ya muchos meses que en el Sánchez Pizjuán no ganaba nadie. Pero se lesionó Krychrowiac, polaco él, y el Madrid tuvo la suerte de que a Emery, entrenador del Sevilla, se le obnubilaran las ideas. Porque jugar nueve minutos con diez, por esperar la recuperación de un defensa es darle ventaja a cualquier adversario. Y si éste es el Madrid... puede ocurrir lo que ocurrió: que Cristiano marcara dos goles en un amén.
4) Aleix Vidal hizo un gran partido. E hizo algo más. Hacerle ver al entrenador del Madrid que la banda izquierda de su equipo es un coladero. Si a partir de ahora el técnico italiano no toma medidas para tapar semejante agujero es porque no se atreve a leerles la cartilla a futbolistas que no son capaces de defender con las exigencias requeridas. Las frivolidades de Isco y Marcelo son imperdonables.
5) A ver cuándo Carlos Martínez y Michael Robinson tienen el detalle de destacar una acción de Varane. Porque cada vez que hablan de él es para sembrar dudas de sus intervenciones. Varane fue el mejor de la defensa alternando con un Pepe muy recuperado. Por cierto, Martínez, narrador de Canal Plus, comete continuamente faltas de ortografías habladas por adición, Y nunca rectifica. Tampoco le vendría mal al tal Martínez decirnos que los saques de puerta de Casillas acaban todos en poder de los rivales.
6) Sergio Rico, joven portero del Sevilla, no tuvo la mejor actuación de su vida. Anduvo dubitativo y pecó de miedoso en el segundo gol obtenido por Cristiano. Una intervención acertada, nada del otro mundo, y pare usted de contar. De Rico se viene hablando muy bien. Yo lo he visto lo justo y no debo opinar. Pero en el partido de hoy no ha dado muestras de estar muy curtido.
7) Bale salió al campo en el momento justo. Su participación produjo el efecto deseado en el menor tiempo posible. Jugador poderoso, supo bajarle los ánimos a un Sevilla que se había envalentonado aún más. He aquí a un jugador a quien cierta prensa de Madrid le tiene ojeriza. Y aprovecha cualquier desliz del galés para zurrarle la badana y lo que es peor aún: tratan de hacerle creer a los aficionados que su juego destroza el mejor sistema del equipo.
8) Iker Casillas no está ya para jugar en el Madrid. Da pena verlo en todos los sentidos. Más que parar lo que hace es gatear. Está descentrado en todos los aspectos. Me da grima verle siempre aturdido. Superado por las circunstancias de un juego para el cual se ha quedado ya añejo. Es más, hace años me fue posible ver a Illgner -guardameta alemán recordado por tantos y tantos madridistas- en un partido de veteranos y mostró mejores condiciones que el idolatrado Casillas. Paco Buyo, incluso, se retiró en mejor estado de forma que el mostoleño.
9) Cristiano Ronaldo marcó tres goles. En campo difícil pero que al portugués se la da muy bien. A ver si es posible que ese hat-trick le devuelva el sosiego ansiado. Ya que el Madrid lo necesita en su mejor estado de forma física y psíquica. De cualquier manera, sería conveniente que dejara a James y Bale probar fortuna en las faltas.
10) Tras ver al Barcelona en Córdoba mucho me temo que el Madrid no gane la Liga si tiene que depender del resultado del Atlético-Barcelona. Por consiguiente, terminará aferrándose, como la temporada pasada, a la Champions League. Que ni le será fácil llegar a la final ni mucho menos ganarla. En el ambiente sobrevuela un pensamiento: ¿le conviene al Madrid tener un entrenador bonachón y que deje hacer lo que les dé la gana a sus jugadores más encopetados?
viernes, 1 de mayo de 2015
Fiasco sindicalista
Yo he mantenido relaciones cordiales con Alejandro Curiel desde que nos conocimos cuando los militantes socialistas, y él lo era, acudían casi diariamente a la sede del partido situada en la calle de Daoíz y Velarde, en el alborear de los ochenta. Relaciones que nunca supusieron traba alguna a la hora de afrontar nuestros desacuerdos políticos o de lo que se encartara.
Muchas fueron las veces que Curiel opinaba de fútbol. Deporte, dicho sea de paso, del que mi estimado Alejandro no tenía ni idea; pero él procuraba, mediante argucias, sacarme de mis casillas. Al final, como no podía ser de otra manera, las discusiones entre él y yo acababan con el ineludible abrazo. Aunque quedábamos prestos para llevarnos la contraria en cualquier otro momento.
Tras mucho tiempo sin vernos, nos hallamos precisamente un Primero de Mayo, del año 2009, en la terraza de la Dehesa.Y allí, en plaza recoleta y disfrutando de un microclima más que agradable, nos pusimos a pegar la hebra teniendo como testigo a otro profesional de la enseñanza. Iba Curiel rojeando como siempre; es decir, luciendo su clásica sudadera grana, aunque en aquella ocasión había prescindido de su bufanda roja bermellón. Grímpola que se echaba al cuello desde que decidió afiliarse a la Unión General de Trabajadores.
No hace falta que les diga que Curiel había estado en la manifestación de aquel Primero de Mayo de 2009. Es más, pronto me hizo ver las siglas de la UGT, el sindicato de sus entretelas, que llevaba estampilladas en la pechera de la prenda deportiva. Y fue entonces cuando a mí me dio por decirle que el sindicalismo andaba de capa caída. Alejandro, tras dar un respingo, no dudó en pedirme que le diera una sola razón por la que yo creía que los sindicatos habían perdido categoría. Y no dudé en recitarle de memoria lo que había dicho un inglés, de cuyo nombre no me acuerdo, y que le venía como el anillo al dedo a los males que aquejaban ya a los sindicatos.
"Los trabajadores forman sindicatos para tener una voz y para mejorar sus salarios y condiciones laborales, no para dar a los grupos minoritarios la oportunidad de alcanzar sus fantasías políticas". Verbigracia: Juan Luis Aróstregui. Y, claro, Curiel no dijo ni pío al respecto. Tras decirle a Curiel lo mucho que me gustaría darle un abrazo y charlar con él, me van a permitir que exprese lo siguiente: si UGT y CCOO tienen 8.000 afiliados, por qué motivo sus convocatorias, como las de hoy, son siempre un auténtico fiasco de seguidores. Que me lo expliquen. Eso sí, sin contarme el cuento del alfajor de que ha sido porque el personal se ha ido a la Península para gastar a manos llenas su dinero negro.
Muchas fueron las veces que Curiel opinaba de fútbol. Deporte, dicho sea de paso, del que mi estimado Alejandro no tenía ni idea; pero él procuraba, mediante argucias, sacarme de mis casillas. Al final, como no podía ser de otra manera, las discusiones entre él y yo acababan con el ineludible abrazo. Aunque quedábamos prestos para llevarnos la contraria en cualquier otro momento.
Tras mucho tiempo sin vernos, nos hallamos precisamente un Primero de Mayo, del año 2009, en la terraza de la Dehesa.Y allí, en plaza recoleta y disfrutando de un microclima más que agradable, nos pusimos a pegar la hebra teniendo como testigo a otro profesional de la enseñanza. Iba Curiel rojeando como siempre; es decir, luciendo su clásica sudadera grana, aunque en aquella ocasión había prescindido de su bufanda roja bermellón. Grímpola que se echaba al cuello desde que decidió afiliarse a la Unión General de Trabajadores.
No hace falta que les diga que Curiel había estado en la manifestación de aquel Primero de Mayo de 2009. Es más, pronto me hizo ver las siglas de la UGT, el sindicato de sus entretelas, que llevaba estampilladas en la pechera de la prenda deportiva. Y fue entonces cuando a mí me dio por decirle que el sindicalismo andaba de capa caída. Alejandro, tras dar un respingo, no dudó en pedirme que le diera una sola razón por la que yo creía que los sindicatos habían perdido categoría. Y no dudé en recitarle de memoria lo que había dicho un inglés, de cuyo nombre no me acuerdo, y que le venía como el anillo al dedo a los males que aquejaban ya a los sindicatos.
"Los trabajadores forman sindicatos para tener una voz y para mejorar sus salarios y condiciones laborales, no para dar a los grupos minoritarios la oportunidad de alcanzar sus fantasías políticas". Verbigracia: Juan Luis Aróstregui. Y, claro, Curiel no dijo ni pío al respecto. Tras decirle a Curiel lo mucho que me gustaría darle un abrazo y charlar con él, me van a permitir que exprese lo siguiente: si UGT y CCOO tienen 8.000 afiliados, por qué motivo sus convocatorias, como las de hoy, son siempre un auténtico fiasco de seguidores. Que me lo expliquen. Eso sí, sin contarme el cuento del alfajor de que ha sido porque el personal se ha ido a la Península para gastar a manos llenas su dinero negro.
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