Blog de Manolo de la Torre


Entrenador de fútbol, ha ejercido la profesión 19 temporadas. Escritor en periódicos,
ha publicado una columna diaria, durante dos décadas, en tres periódicos ceutíes.

martes, 29 de septiembre de 2020

El Madrid tiene una plantilla extraordinaria

Hay lectores que me preguntan por qué escribo tan poco de fútbol de algún tiempo a esta parte. Y ninguna de las razones que les doy los convence. Muestran la misma actitud de quienes dicen que me siguen leyendo a pesar de que el fútbol les hace poco tilín. Lo cual evidencia que es tarea ardua complacer a muchas personas a la vez. El caso es que los visitantes de la página siguen aumentando. Y ahí radica la alegría de quien escribe. 

Mañana se juega el Madrid-Valladolid. Y, tras leer los nombres de los jugadores convocados por Zinedine Zidane, destaco, una vez más, la gran plantilla que posee el equipo merengue. Sí, ya sé que se ha dicho que el conjunto blanco necesita un goleador. Porque los títulos se consiguen marcando goles. A mí, en cambio, me parece más urgente la contratación de un central zurdo. Por razones que he expuesto tantas veces como para evitar el redoble de tambor.  

ZZ, más que nunca antes, tendrá donde elegir. El problema está en que al verse obligado a escoger entre tan excelente abundancia se sienta atribulado por la duda. Hablando de duda: permítanme decirles que a mí me ha invadido la vacilación en todo lo relacionado con Eden Harzar. Desde el día que fue lesionado por Thomas Meunier, compañero de selección, no ha levantado cabeza. Ya por resentirse del tobillo, ya por su exceso de peso, ya... vaya usted a saber. ¡Qué lejos queda aquel Hazard del Chelsea que me alegraba las pajarillas en cada partido!

También estoy deseando ver si Marco Asensio es el mismo que antes de lesionarse gravemente. Y, cómo no, espero que a Odegaard se le aleccione de manera conveniente para que sea el jugador que nos deslumbró en la Real Sociedad. Es asimismo necesario que Vinicius tenga oportunidades. Pues su mejora  ha sido manifiesta. Y así podría ir enumerando nombres de una plantilla muy buena. Y, desde luego, sería ideal que Casemiro volviera a ser ese mediocentro que nos cautivó a todos. Su rendimiento, y así lo dije hace meses, ha ido a menos por no hacer lo que mejor sabe y le conviene a su equipo. 

lunes, 28 de septiembre de 2020

El mundo al que vino Fructuoso Miaja

He recibido varias llamadas para agradecerme el haber recordado a Fructuoso Miaja. Y sobre todo por anunciar que tengo previsto publicar sus memorias en este blog. Así que he decidido dedicarle hoy un segundo capítulo. Los demás irán saliendo espaciadamente... Como dije ayer.

El mundo al que vino Fructuoso Miaja -concejal, senador y alcalde de Ceuta- estaba enloquecido por la Primera Guerra Mundial. En 1917 aún se mataban los contendientes con bayonetas, los cascos de los caballos chapoteaban en el barro, rugían los cañones, y los tanques dejaban surcos de tragedia por donde pasaban. España, aunque se había declarado neutral, vivía la contienda dividida en dos bandos: francófilos y germanófilos. 

Semejante dicotomía dio posibilidades al rey Alfonso XIII para decir una de sus chocantes observaciones: "En España sólo los mangantes y yo somos francófilos". Ya se hablaba de él entre la aristocracia internacional como un rey con jettatura, es decir, que daba mala suerte por el numeral. El trece es considerado mala sombra desde las proposiciones de Maimónides, las famosas trece. Y así le fue a España a partir de entonces.

De todas formas, la neutralidad había llenado las arcas de los más ricos, que hicieron negocios suculentos vendiendo mercancías a los aliados, aunque en su fuero interno deseaban la victoria del Kaiser. Comenzaron a subir los precios de los productos de primera necesidad, en tanto y cuanto los salarios se quedaban por debajo de lo previsto en tales circunstancias. Y, naturalmente, el malestar entre la clase obrera comenzó a dar señales de vida. 

1917 se convirtió en la época dorada del Centro Nacional del Trabajador. Había nacido la CNT en 1910, pero siete años más tarde se convirtió en la primera fuerza social de una España conflictiva. Sucedió a raíz del fracaso de la huelga general revolucionaria, que acabó comprometiendo, sobre todo, al partido socialista y a su sindical obrera, cuyos dirigentes terminaron en la cárcel y condenados a cadena perpetua. Barcelona se puso a la cabeza de la España conflictiva. Los anarquistas dejaron la ciudad a oscuras e impusieron el cierre masivo de las fábricas
 
De las provincias pobres emigraban las familias a Barcelona, Bilbao y Madrid. El campo se contagiaba del ambiente violento y las revueltas de los campesinos andaluces y extremeños resonaban en España amplificadas por la revolución rusa. El Ejército estaba dividido por intereses de ascensos y la eterna tirria entre artilleros e infantes. Y todo en medio de un desorden que asustaba a la población.
 
Joselito y Belmonte se disputaban el cetro taurino, mientras que Samitier y Zamora principiaban a ganar adeptos para el fútbol. Deporte que muy pronto alcanzaría un auge superior al que disfrutaba la llanada fiesta nacional.  Pronto llegaría la muerte de Joselito en Talavera, y el llanto de Ignacio Sánchez Mejías serviría de preámbulo al funeral de éste.
 
En Ceuta, la gripe había hecho mella entre los más débiles. Había aumentado la mortalidad. Pero la ciudad empezaba su crecimiento al amparo del comienzo del Protectorado. Se notaba ya el aumento de población, pues si en 1910 tenía unos diez mil habitantes, siete años después rondaba ya los veinte mil. En un escenario tan complicado, donde la masa estaba dispuesta a transformar la realidad de unas diferencias de clase insultantes, nació un niño, Fructuoso, que encontró el camino trillado para convertirse en un anarquista empeñado en hacer esa revolución que él creía tan necesaria.




domingo, 27 de septiembre de 2020

Un hombre cabal

Un hombre cabal es el título de un libro que trata de la azarosa vida de Fructuoso Miaja. Quien, con la llegada de la democracia, fue concejal, senador y alcalde de Ceuta. El libro consta de 100 páginas y está ilustrado con fotografías de una época marcada por el sufrimiento de una guerra y por el castigo que le impusieron los vencedores al personaje: años de cárcel y la eterna duda: ¿Seré fusilado mañana? 
 
Las memorias de Fructuoso Miaja, escritas por servidor en el año 2003, fueron arrinconadas por quien decidió editarlas. Ayer, haciendo limpieza de cajones, hallé el único libro que obra en mi poder. Y, tras hojearlo, creo que merece la pena publicar en este blog cuanto me dijo. Aunque sea cada equis días. Mantuve muchas horas de charla con Fructuoso Miaja para conocer de primera mano los motivos que tuvo para jugarse la vida en aquellos tiempos.

Cuando en el verano de 2002, sentados ambos en terraza céntrica, empezamos a darle un repaso a su vida, mi entrevistado, a pesar de los años transcurridos, seguía siendo tan cabal como siempre. Aunque dueño de sus silencios y si me apuran hasta más pudoroso que veintitantos años atrás. De ahí que lo contado siga teniendo solamente el valor de dejar constancia impresa de una vida larga, arriesgada y fascinante. Que no es poco. Aunque de una levedad ocasionada por el deseo de quien se mostraba reacio a exponer en la plaza pública, pensamientos o hechos íntimos.

Mientras que FM le hablaba a la grabadora, yo lo veía conducido por la pareja de la Guardia Civil, viajando en tren carreta, camino del penal de El Puerto de Santa María. Está allí, sentado en medio de los guardias, sintiendo las miradas de los viajeros posadas de reojo sobre él. Miradas de compasión, en algunos casos, y de inquina en otros. Apenas si osa levantar los ojos del suelo del vagón, mientras un señor muy gordo, con cara bondadosa, les ofrece un pedazo de tortilla y un trago de vino que los guardias rechazan con agradecimiento.

Pasan los días en el penal y desde su celda, cuyo ventanuco con barrotes da a la estación de ferrocarril, observa la llegada y salida de trenes. Piensa que, según van sucediendo los acontecimientos de la posguerra, puede que haya salvado la vida, pero se ha hecho a la idea de que nunca saldrá de aquel enorme caserón. Y hasta se ha acostumbrado a los alertas de los soldados de reemplazo, quienes, desde las diferentes garitas, gritan medrosamente las consignas en noches de lobos. 

Llega la libertad, conseguida por la insistencia de una madre dispuesta a que su hijo rehaga su vida, y lo percibo con sus dudas temerosas ante la vuelta a un modo de vivir que no es el que él había dejado. Sentado en un banco del Parque Calderón, de la ciudad donde ha estado preso durante mucho tiempo, se deja azotar por un viento fuerte de Levante, y acaba tomando la mejor decisión de su vida: la de sobrevivir a todo trance. 

Merece la pena, según mi parecer, contar poco a poco lo que me dijo Fructuoso Miaja en 2003 acerca de sus ideas políticas y de cómo salvó la vida. Todo ello reseñado en un libro que fue secuestrado sin que yo supiera la causa. Menos mal que tuve la suerte de hacerme entonces con un  ejemplar.


El VAR acierta y el Madrid gana

El Madrid gana en el Benito Villamarín tras dos jugadas en las que el VAR acertó plenamente. La primera le costó la expulsión a Emerson, quedándose el equipo verdiblanco con diez jugadores cuando corría el minuto 68. Quedaba demasiado tiempo para que los futbolistas béticos soñaran con el triunfo. Así que decidieron mantener el empate. Y éste se deshizo gracias a un penalti cometido por Bartra y que Ramos lo ejecutó con su habitual maestría. Pero también conviene decir, a fin de impartir justicia, que la primera parte del 'Gran Capitán' fue calamitosa.
 
Comenzó el Madrid dominando la situación. Se hizo dueño del balón y puso cerco a la portería defendida por Joel. Aunque el gol no llegó hasta el minuto trece. Su autor fue Valverde. El Betis no daba pie con bola. A pesar de que tanto Joaquín como Canales trataban de buscarle a Ramos su lado ciego. Es decir, el lado izquierdo, y no cejaban en su empeño de cargar el juego por ese costado. Donde Mendy tenía que multiplicarse. Menos mal que Courtois evitó dos ocasiones claras de gol. 
 
El equipo merengue tuvo la oportunidad de sentenciar el encuentro. Pero Ramos falló el remate con su pie siniestro. Cuando lo más fácil era enviar el balón a la red. Y el 'Gran Capitán' perdió el oremus. Y todos sus compañeros bajaron de tono. Incluso Odegaard. Quien hasta ese momento había tapado muy bien a William Carvalho. El dominio del equipo dirigido por Manuel Pellegrini se fue acrecentando y llegaron los goles de Mendi y del ya citado Carvalho. El empate se debió a un gol de Emerson en propia puerta. 

En la segunda parte, Odegaard se quedó en el vestuario, tal vez porque descuidó el marcaje de Carvalho en el gol del portugués. Su lugar lo ocupó Isco. Quien tuvo una ocasión clara de gol e hizo lo de siempre... Mucho me temo que Zidane no le dará mucha confianza al jugador noruego. Quien ya estará estará añorando San Sebastián. Jovic tampoco se dejó ver mucho. Aunque contribuyó a que expulsaran a un rival y que se indicara un penalti que dio la victoria a su equipo  En fin, victoria madridista, debido a que el VAR acertó en dos ocasiones.





 
 


viernes, 25 de septiembre de 2020

La próstata de Franco

AG,  amigo y lector de este blog,  me dice que él no sabía que la muerte de Franco me cogió a mí residiendo en Mallorca. Y a partir de ahí empezamos a recordar aquellos años setenta. Mi amigo es más joven que yo, mucho más joven, y tiene interés en saber qué visión tengo yo de Franco...

Franco fue un hombre de chance en grado increíble; la muerte de Calvo Sotelo, Sanjurjo, Mola y José Antonio apartó de su camino hacia el poder supremo los rivales más cualificados. En su larguísimo mandato no surgió dentro de España ninguna oposición que pudiera inquietarlo, y cuando los sucesos internacionales llegaron a un punto en el que parecía imposible que no fuera derrocado, el panorama evolucionó de tal manera que encontró apoyos inesperados.

El de Franco fue un caso singular e irrepetible, sin conexión con los espadones de nuestro siglo XIX, ni con el bonachón y extravertido don Miguel Primo de Rivera, ni con los dictadores grotescos y corruptos del tercer mundo, ni con los coétaneos jefes de los movimientos totalitarios: Mussolini, Hitler, Stalin, que, cada uno en su estilo, tenían don de gentes, un soporte ideológico y un partido. Antonio Domínguez Ortiz lo describe así en España Tres Milenios de Historia.

"Franco carecía de calor humano; helaba al interlocutor no con la majestad de Felipe II, sino con su frialdad de pescado; su verdadera pasión era el poder, y lo satisfizo más allá de toda expectativa; hay que remontarse hasta Felipe II para encontrar otro personaje histórico que acumulase tanto poder y con tal fruición". 'Mi magistratura es vitalicia', decía sin molestarse en probarlo´.

Franco, según cotilleaban los ujieres del Ministerio de Marina en los años sesenta, que se enteraban de todo, hablaba poco y escuchaba mucho. De este modo minimizaba sus posibilidades de meter la pata, y dejaba mucho espacio para que su interlocutor errara. En los consejos de ministros de los llamados 'felices sesenta' era normal que los ministros salieran de El Pardo deseando buscar un rincón donde vaciar la vejiga. 

Nadie podía ir a los servicios. Debido a que la próstata del Caudillo funcionaba más que bien y no se levantaba durante la sesión y, claro, nadie se atrevía a hacerlo. De la próstata del Generalísimo habló en su momento el doctor Antonio Puigvert -urólogo catalán, cuya fama dio la vuelta al mundo-: "El jefe del Estado nunca ha necesitado de mis servicios...".


jueves, 24 de septiembre de 2020

Los muertos son incontables

Llevamos siete meses viviendo en un ¡Ay, Dios mío! por culpa del coronavirus. Más de doscientos días pensando en que el bicho nos vigila atentamente y que aprovechará la primera oportunidad que le demos para darnos matarile. Siete meses en que los muertos son incontables y el miedo aumenta sin cesar. Sobre todo en las personas mayores que desean vivir. Las cuales, salvo excepciones, cumplen las normas dictadas a rajatabla: uso de mascarilla, guardar las distancias, no frecuentar grupos y lavarse las manos con asiduidad. 

Después de estar cincuenta días confinado salí a la calle para caminar con la prudencia debida. Y pronto comprobé que las recomendaciones hechas por el Gobierno no se cumplían como es debido. Hasta el punto de que eludí vías transitadas por personas carentes de mascarilla. Así como a grupos corriendo sin protección, sudando y hablando entre ellos. Amén de no tener la delicadeza de mantener la distancia con quienes yendo por su derecha se veían obligados a cambiar de dirección ante el peligro que se avecinaba.   

Ahora bien, yo vivo cerca de unos cuarteles militares y cada mañana debo encomendarme a todos los santos habidos y por haber a fin de que al cruzarme con algunos de ellos no salga trasquilado. Las mascarillas brillan por su ausencia y no mantienen las distancias aconsejables. No entiendo cómo es posible que reine sejemante indisciplina en quienes forman parte del Ejército. Tantas veces alabado por las buenas acciones de sus componentes. 

De ahí que semejante actitud me sorprenda muchísimo. Máxime cuando los cuarteles gozan de unos espacios más que cualificados para practicar la carrera continua en las condiciones que deseen sus moradores. Denunciar esta situación me ha costado lo indecible. Pero la ley está hecha para todos y por consiguiente todos debemos acatarla y cumplirla. Ojalá que alguien tome nota de lo aquí reseñado y proceda como debe. 

A propósito del Gobierno: bien está que el virus lo sorprendiera en el mes de marzo. Pero que haya vuelto a hacerlo me parece que no tiene perdón...   

 


miércoles, 23 de septiembre de 2020

Noviembre de 1975

Franco murió, tras larga y penosa agonía, el 20 de noviembre de 1975. Había gobernado durante un tiempo suficientemente largo como para que a la generación que sufrió directamente las consecuencias de la guerra sucediese otra que conocía aquellos terribles hechos por relatos, no por vivencias personales. La diferencia era muy grande. Por eso, en aquel otoño había recelo en ciertos sectores, expectación en otros, pero tanquilidad casi generalizada.

No en vano se cumplían las previsiones sucesorias: la proclamación de don Juan Carlos y doña Sofía no fue acogida con grandes manifestaciones de júbilo porque durante muchísimos años la organización de Prensa y Propaganda había extendido sobre ellos y la institución que encarnan un velo de silencio no exento de insinuaciones malévolas. El sentimiento Monárquico estaba maltrecho; los soberanos se aplicaron a restaurarlo con su conducta ejemplar. La primera fase de aquel reinado corresponde a lo que suele llamarse la Transición. 

Cuando la muerte de Franco, yo residía en Mallorca. Y allí conocí a Josep Meliá: abogado, periodista, investigador, escritor, político... Personaje renacentista. Me lo presentó mi siempre recordado Juan Daniel Pascual. Y desde entonces, nada más vernos, me hacía la siguiente petición: "De la Torre, por favor, siga hablando de fútbol en los medios de comunicación; pues corren tiempos difíciles y hay que entretener a la gente...". 

Josep Meliá llego a ser Secretario de Estado de Información durante el Gobierno de Suárez. Amén de ocupar otros cargos destacados. En 1980 fue nombrado delegado del Gobierno en Cataluña. Meliá era de mi quinta; es decir, ambos habíamos nacido cuando 1939 estaba dando las boqueadas. Un día, tras el archiconocido escándalo del partido Mallorca-Mestalla, Juan Daniel Pascual me recomendó el asesoramiento de Meliá. Pero yo hice caso omiso a su proposición. Tanto Juan Daniel Pascual como Josep Meliá se fueron muy pronto a ese sitio del cual no se regresa nunca.   

 


martes, 22 de septiembre de 2020

Apuntes de Albert Camus

Le di vida a este blog para contar lo que me apeteciera. De ello hace ya cinco años y tres meses. Confieso sin ningún rubor que su nacimiento buscaba la afluencia de lectores. Logro conseguido todos los días. Durante ese tiempo he escrito de todos los temas habidos y por haber. Y además he sido mi propio censor. Así que he decidido celebrarlo con la publicación de algunos apuntes del segundo cuaderno de Albert Camus. Los de su consagración definitiva como una de las mentes más lúcidas de la época comprendida entre 1942 a 1951.

"Es detestable el escritor que habla y saca provecho de lo que no ha vivido nunca. Pero ojo: un asesino no es el hombre más indicado para hablar del crimen (¿será, sin embargo, el más indicado para hablar de su crimen? Ni siquiera esto es seguro). Entre la creación y el acto hay que suponer cierta distancia. El verdadero artista se encuentra siempre a mitad de camino entre las concepciones de su imaginación y sus actos."
 
Brulard: "Mis composiciones me han inspirado siempre el mismo pudor que mis amores".
   Id. "Una tertulia de ocho o diez personas, en la cual todas las mujeres presentes han tenido amantes, en la que se mantiene una conversación divertida y salpicada de anécdotas, y en la que a las doce y media se sirve un ponche liviano, es el lugar de la tierra donde me siento más a gusto".

Las grandes frases de Napoleón: "La felicidad es el máximo desarrollo de mis facultades". Antes de la isla de Elba: "Vale más un granuja vivo que un emperador muerto". "Un hombre auténticamente grande se situará siempre por encima de los acontecimientos que ha provocado". "Hay que querer vivir y saber morir". 
 
"No se acuesta con una prostituta que se le ofrece y que le gusta porque sólo tiene un billete de mil francos y no se atreve a pedirle la vuelta".

"La vida sexual fue dada al hombre, tal vez para desviarlo de su verdadero camino. Es su opio. En ella todo se adormece. Fuera de ella, las cosas recobran su vida. Al mismo tiempo, la castidad extingue la especie, lo que tal vez sea verdad".

Se busca la paz y se acude a los seres en busca de ella. Pero en principio sólo pueden dar demencia y confusión. Por fuerza hay que buscarla en otra parte, pero el cielo está mudo. Entonces, y sólo entonces, se puede volver a los seres porque, a falta de paz, proporcionan el sueño.

Cuando se observa, el tiempo no marcha de prisa. Se siente vigilado. Pero se aprovecha de nuestras distracciones. Hasta es posible que haya dos tiempos, el que observamos y el que nos transforma. 

El que desespera de los acontecimientos es un cobarde, pero el que pone su esperanza en la condición humana es un loco. 

En períodos de revolución siempre son los mejores los que mueren. La ley del sacrificio deja la última palabra a los cobardes y a los prudentes, puesto que los otros la han perdido al dar lo mejor de sí mismos. Hablar supone siempre haber traicionado. 

La primera facultad del hombre es el olvido. Pero es justo decir que olvida hasta el bien que ha hecho. 

Hay un momento en que se pierde la juventud. Es el momento en que se pierde a los seres. Y hay que saber aceptarlo. Pero el momento es duro.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Escolta

En 1961 me tocó hacer el servicio militar en el Cuerpo de Infantería de Marina. Tras mi paso por Campo Soto fui destinado a Madrid y me recluyeron en las instalaciones situadas en Arturo Soria. Allí me enseñaron todo lo conveniente para formar parte de una patrulla. Así que tampoco faltaron los ejercicios de tiro en el campo de 'El Goloso'. 

Una mañana, tras el toque de diana, un cabo primero me dijo que preparara el saco petate para presentarme en el Ministerio de Marina y ponerme a las órdenes del brigada Allegue: Jefe de los escoltas del Ministro de Marina, don Felipe José Abárzuza y Oliva. Mucha fue mi extrañeza cuando el cabo me puso al tanto del que sería mi destino. 

Durante varios días estuve aprendiendo a desenvolverme en la planta correspondiente al ministro. Y cómo debía actuar si se me encomendaba acompañarle fuera del ministerio. Tanto en coche como dando un paseo. El undécimo día, si la memoria no me falla, me dieron una pistola cargada con balas de fogueo y me comunicaron que acompañaría al almirante y a su señora desde el edificio ministerial, situado en el Paseo de Prado del Rey, hasta el Parque del Retiro. 

Muchas veces, puesto que en la Marina se cumplían dos años de servicio, yo acompañé al ministro y a su esposa, una señora inglesa, tan educada como comprensiva, al Parque del Buen Retiro, a fin de darles de comer a los patos, siendo portador de un arma de pitiminí. Es decir, lo más parecido a la famosa carabina de Ambrosio. Y puedo asegurar que la pareja jamás desvió la mirada pensando en que alguien pudiera darles un susto... Es más, ambos estaban siempre prestos a conversar con cualquier familia que no sabía quienes eran. Dado que yo guardaba una respetuosa distancia. 

Saco esto a colación, debido a que hay políticos que llevan años y años rodeados de guardaespaldas para ser protegidos desde el puente a la alameda. Es decir, desde su casa al garaje o desde éste al despacho que está a la vuelta de la esquina. Y qué decir del republicano Pablo Iglesias. El cual no da un paso sin escoltas y que también los tiene apostados en su casoplón de Galapagar. 

A propósito, hablando de la República, parece mentira que un profesor de Ciencias Políticas, como lo es Pablo Iglesias, se olvide de que la Primera República en España fue un fracaso y que la Segunda fue más de lo mismo. Cambiando lo que haya que cambiar. Así que sobra decir continuamente que "Unidas Podemos trabaja y tiene que construir alianzas para avanzar hacia el republicanismo". Iglesias tiene derecho a largar... Pero se expone a que lo tachen de ser un chiquilicuatre cualquiera.

 

 

 


 

 

 

 



 

 


Empate justo en el Reale Arena

Dicen que no hay nada más aburrido que un partido con empate a cero. Pero tal vaticinio no se ha cumplido en el Reale Arena. Donde Real Sociedad y Madrid han mantenido la emoción de principio a fin del encuentro y ambos han tenido ocasiones de gol. La más clara no acabó dentro de la portería porque, una vez más, Courtois evidenció su categoría. Extraordinaria intervención del belga cuando mejor estaba jugando su equipo.
 
El Madrid intimidó al equipo de Imanol Alguacil durante media hora. Le quitó el balón y le hizo replegarse muy cerca de su portería. Fueron los mejores momentos de los hombres dirigidos por Zidane. Dominio que no tuvo premio y que además permitió ver con claridad meridiana que no va a resultar fácil que Benzema se desenvuelva bien cuando no le permitan que actúe como delantero centro flotante o falso nueve. Inexistente ha sido su compenetración con Odegaard.
 
Rodrygo volvió a demostrar que no acaba de coger la onda. Vamos, que es incapaz de aprovechar las oportunidades que le viene dando su entrenador. Anda remiso, despistado y falto de valor para tomar decisiones. Parece ya un futbolista que viene de vuelta y que sólo espera realizar tres o cuatro acciones brillantes para cumplir con su cometido. Todo lo contrario que Vinicius. Cuya mejora es manifiesta y su voluntad digna de encomio.
 
En la defensa volvió a brillar Varane. Salió decidido a demostrar que su partido frente al Manchester City no le ha dejado secuelas. Velocidad de vértigo, anticipación, coberturas a sus compañeros y dueño de los balones aéreos, el francés estuvo colosal. También rayó a gran altura Mendy. En cambio, Carvajal, además de dubitativo y desbordable, terminó el partido agotado. Bien haría Zidane en hacerse ya a la idea de que necesita savia nueva en esa demarcación. Al menos para que Carvajal descanse de vez en cuando. 

En la segunda parte, el bajón físico del Madrid se notó muchísimo. Lo cual hizo posible que la Real fuera a más. Así que comenzó a parecerse a ese conjunto de la temporada pasada... Cuya presión en campo contrario y el adelantamiento de la defensa hacían que sus rivales las pasaran canutas. Quiso Imanol Alguacil explotar la velocidad de Portu pero éste se encontró con Mendy: marcador excepcional y que corre como un gamo.  

En rigor, el empate es merecido. Pues ambos equipos tuvieron sus oportunidades. El Madrid jugó mejor y durante más tiempo. Lo cual no le valió para ganar. Si bien un punto en el Reale Arena no es moco de pavo. Máxime cuando la condición física de muchos de los jugadores madridistas no es la adecuada. A pesar del empate a cero, créanme, yo no me aburrí.




sábado, 19 de septiembre de 2020

Palabras que fueron olvidadas

Hay palabras que fueron perdiendo protagonismo hasta quedar encerradas para siempre en el baúl de los recuerdos. He aquí algunas de ellas.

Afano: Robo. Está hecha del verbo afanar, hurtar, en la lengua popular. ¿Acaso te dedicas al afano?

Atufarse: Enfadarse, disgustarse. Va, se atufa, se mete en el salón y se pone a bailar.

Buir: Afilar un arma cortante. El afilador se ocupa en buir unas cuchillas de zapateros. 

Chaira: Navaja. (del árabe safira, cuchilla de zapatero) Abrí la chaira y le tiré dos viajes.

Enteco: Enfermizo, débil, de mala contextura. Un jovenzuelo enteco, amarillo.

Atrabiliario: De genio destemplado, malhumorado. La verdad era que aquel patrono un tanto atrabiliario, propenso a la complexión sanguínea.

Gabrieles: Garbanzos, especialmente los del tradicional cocido madrileño. Hace treinta y cinco anualidades que me gano los grabieles con el sudor de mi cuerpo.

Hocicar: Someterse, fastidiarse, tener que pasar un ma trago. Chico, la verdad, me hicieron hocicar.

Lacha: Vergüenza, pundonor. No tendría yo lacha si hablara bien de ese político.

Magoy: Tonto, bobo. Parece gitanismo, aunque algo confuso. Se hace la magoya y aprieta el paso.

Acrimonia. Aspereza, desabrimiento. Su acrimonia es constante.

Pigre: Perezoso, gandul. ¿Por qué estás tan pigre que no bajas por allí de cuando en cuando?

Pirandón. Golfante, juerguista. ¡Vaya pirandón que estás hecho!

Talegazo: Caída total, estrepitosa. Golpazo contra el suelo. Cada talegazo que daba, juerga que se armaba en el bar.

Servil: Rastrero, que actúa con servilismo frente a los poderosos, que acepta pasivamente el despotismo. Del latín servilis: propio de los esclavos.

Poltrón: Que evita el trabajo y las molestias. No seas tan poltrón y ayúdame a limpiar la casa. Holgazán.

Cancel: Verja o barandilla enrejada. Contrapuerta o mampara. La cual sirve para evitar corrientes de aire cuando se abre la puerta exterior de un edificio o local. Balaustrada o reja que delimita el altar de una iglesia o rodea la pila bautismal. Puerta o verja que separa el vestíbulo o el patio de un zaguán.

Ser uno de dos haces. Decir una cosa y sentir otra. Mejor que pongas en entredicho sus palabras, pues ese Fulano tiene fama de ser de dos haces.

Zumbona: Se aplica a la persona que hace burla con frecuencia o es poco sería o bromista. Con él siempre te ríes porque es muy zumbón. Guasón.

Baratear: Vender una cosa a precio bajo. Regatear.

Zaraza: Cierta tela de algodón estampada. Su traje, no siempre aseado, consistía en falda de zaraza.

Diserto: Que habla con facilidad. El sutil ingenio, el copioso saber, la palabra diserta, la cláusula elegante. 

Finchado: Vano, engreído. El futbolista Pérez, finchado y vanidoso, se paseaba por la calle del Corral. 

Balda: Anaquel de armario o alacena.  De cuyas baldas con muescas pendían boca abajo catavinos.

Ulular: Dar gritos o alaridos. El silencio se había hecho más ululante.

 

 

 

 



viernes, 18 de septiembre de 2020

Niveles de miedos

Repasando mis notas me detengo en una donde analizo hechos que pusieron en peligro mi vida y en los que el miedo era lógico que surgiera. El pavor causado por tales acciones está calificado del uno al tres. Por ejemplo, accidente de moto que me dejó a escasos centímetros de un camión que frenó a tiempo y del cual salí como un eccehomo. El nivel que le concedí a mi miedo fue de dos. Pues entendí que me había salvado por los pelos.

Viaje con la Agrupación Deportiva Ceuta. El autobús derrapó al tomar una curva y se fue derecho hacia un precipicio. Gracias a las ruedas traseras, frenadas por tierra, piedras y maleza, el vehículo se quedó con los neumáticos delanteros ocupando un espacio en el vacío. Lo conveniente era que los futbolistas fueran bajando de uno en uno y con las precauciones lógicas para que no se produjera la tragedia. Hicieron lo contrario. Ante la estupefacción del delegado y de quien escribe, que decidimos quedarnos para socorrer al conductor que había sufrido una lipotimia. Mi miedo no pasó del nivel uno. 

Día 24 de diciembre de 1995. Tres individuos me esperaron a la salida de mi trabajo para ajustarme las cuentas. Supe en seguida que me iban a poner como un pulpo. Lo lógico hubiera sido salir corriendo. Pero decidí afrontar la terrible situación. No consiguieron amilanarme. De haberme acoquinado, entonces, sigo pensando que habría sido un impedido toda mi vida. Mi jindama fue leve.

Hace dos años y medio, más o menos, tuve un problema cardiaco y le vi la cara a la muerte. Yacía en el suelo convencido de que me quedaban segundos de vida. Tiempo suficiente para pensar lo que dice el poeta: que la muerte es el final de una aventura. Aunque yo no creo que sea el comienzo de otra: no lo sé... Gloria, mi mujer, me salvó la vida con su rapidez de reflejos. En esta ocasión, ni tiempo me dio a calibrar mi miedo.    

Miedo de verdad, el más grande que recuerdo, lo pasé en 1961. Andaba yo haciendo el servicio militar en el Ministerio de Marina. Y todos los fines de semana me daban franco de ría. Permiso de fin de semana que me permitía jugar al fútbol como profesional. Así que dormía en pensiones madrileñas. Todas de olor de cocido y de paso fugaz de los viajantes de comercio. Había pensiones de todo tipo y condición. Estaban las burguesas de la calle de Ayala, y también las pensiones de estudiantes de Argüelles. Y la de la calle de la Cruz, Princesa y plaza de Santa Ana, mezcladas con la prostitución. 

Un sábado me alojé en una pensión de la calle de la Cruz. La habitación tenía una puerta con cristales azogados y se cerraba con un pestillo. Aquella noche sabatina, cuando ya estaba a punto de conciliar el sueño, la patrona golpeó la puerta para que le cediera el paso. La acompañaba un tipo corpulento que iba revisando las habitaciones convencido de que en una de ellas estaba su mujer con el amante. En la mano derecha llevaba una navaja descomunal. Gritaba como un poseso y amenazaba con matar... Miró debajo de la cama. Y me preguntó si yo sabía algo del asunto... Le dije que no entre balbuceos atiborrados de canguelo.

Este suceso, en el Madrid de los 'felices sesenta', sí me causó miedo de verdad. Hasta el punto de que reza en mis notas con un tres de nivel. Ahora bien, esquivarlo o protegerse del miedo es una finalidad que todos tenemos. Y sobre todo si se trata de algo desconocido. Verbigracia: el coronavirus me tiene muy preocupado, desconcertado y el nivel de mis temores ha alcanzado ya cifras mareantes. No conviene, bajo ningún concepto, perderle el respeto al 'bicho'.    


 



 


 

 

 


  

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 17 de septiembre de 2020

Como el agua clara

Leer para escribir es primordial. Yo suelo leer a esa hora vaga de mediodía. Hoy he mirado hacia los anaqueles donde reposan ANUARIO DE LOS PROTAGONISTAS y el azar ha querido que cogiese el correspondiente a 1992. En este anuario, como en todos, aparecen los nombres propios que más se significaron a lo largo del año: personajes del mundo de las artes y las letras, la religión, la política, el deporte, la empresa y otras actividades, que conforman un fresco sumamente representativo de nuestra historia más reciente.

He estado hojeando vida y milagros de varios personajes, sin saber que me iba a encontrar con la biografía de JOSÉ MONGE CAMARÓN DE LA ISLA. Cantaor flamenco, mito del cante hondo, cuyas esencias revolucionó con su voz y estilo inimitable. Aun perdura en mí el recuerdo de cuando lo escuché cantar, por casualidad, en un reservado de un bar de Chiclana, porque así lo quiso él, debido a su amistad con el propietario de aquel establecimiento. No pocas veces fui espectador de sus actuaciones. La última fue en Ceuta. 

"Ya vale no cantes más, que lo aprenden los payos", le gritaban los gitanos  que ocupaban las primera filas en sus recitales.  Los payos no aprendieron. Y los gitanos tampoco: su voz, su estilo, mezcla de genialidad y heterodoxia, y ese grito desgarrado eran inigualables". Se entregaba a todo con la misma fuerza y pasión: el hijo de fragüero y de gitana canastera, introvertido, tímido, jugó con su salud en un proceso ininterrumpido de adicciones. 

La leyenda del tiempo, Viviré, Calle Real, Como el agua, Yo vivo enamorado, son algunos títulos de su larga discografía en la que destacan, sobre todos, Flamenco vivo (1987), grabado en directo con la única compañía de su fiel Tomatito; Soy gitano (1989), un elepé que rompió todas las previsiones, pues en una semana vendió 50.000 copias, y el publicado antes de su muerte, Potro de rabia y miel, un elepé en el  que el Principe de los gitanos se reencontró, tras muchos años, con Paco de Lucía. Fue su obra póstuma.

En ocasiones, cuando la nostalgia trata de invadirme por motivos que no vienen al caso contar, no dudo en escuchar a Camarón de la Isla. Y me vengo arriba. Terapia que también me vale cuando decido dar oídos a los cantes por bulerías de José Jiménez Cortés, de sobrenombre Pansequito. Hoy, precisamente, he conectado con los dos. Y he decido contarlo. 
















miércoles, 16 de septiembre de 2020

El pésame de Pedro Sánchez

Los políticos no dudan en prometer el Paraíso con tal de obtener el poder. Consideran que la mentira es un arte de valor incalculable y que deben ensayarla diariamente para convertirse en actores y actrices de una comedia cuya representación se eternice en los carteles con éxito de prensa y público. Lo cual no es tarea fácil. Por ejemplo, a Pedro Sánchez le ha costado lo indecible acceder a ese teatro de La Moncloa y compartir escenario con Pablo Iglesias. Un galán secundario y que desentona porque cualquier prenda que se pone le sienta peor que los pases por alto a los victorinos.

Pero no es de la coalición PSOE-Unidas Podemos de lo que deseo escribir. Sino de cómo el presidente del Gobierno -tal vez por necesidades perentorias- ha sido más cumplido que un luto en un duelo inadecuado, con el fin de mostrar su humanitarismo. "Lamento profundamente la muerte del preso etarra en la cárcel de Martutene (Guipuzcoa)", dijo Pedro Sánchez. Egor González se llamaba el difunto y formó parte de un grupo que mataba con alevosía. Alguien que ha matado, lo ha vivido todo. Ya puede morir. El asesinato es exhaustivo.

Esa especie de duelo por la muerte del etarra hizo que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad alzaran la voz en señal de protesta contra el presidente del Gobierno. Y qué decir de los familiares de cuantas personas fueron asesinadas. Y que jamás olvidarán ni a los suyos ni el drama que vivieron en su momento. Pues bien, cuando lo esperado era que Pedro Sánchez rectificara, resulta que ha salido a la palestra Fernando Grande-Marlaska, Ministro del Interior, para secundar el pésame del presidente. Nadie lo hubiera imaginado de quien fuera un juez implacable contra ETA.

Visto lo visto, no podría extrañarnos que, ante el recrudecimiento de las críticas al respecto, apareciera un tercer cargo socialista para leernos el sermón de 'Duelo por la muerte' escrito por John Donne. El cual nos recuerda que nadie es una isla.

 




 

 

 

 

 

 

 

 

martes, 15 de septiembre de 2020

Rafael Montero Palacios

Nos encontramos en la Clínica Séptima Dental por casualidad. Aunque a primera vista hemos dudado ambos de ser los que pensábamos. Y es que han pasado muchos años sin coincidir en ningún sitio. Y, tras saludarnos como mandan los cánones actuales, Rafael Montero y servidor decidimos pegar la hebra durante nuestra estancia en la sala de espera. Salieron a relucir nuestros alifafes. Y es que los años no pasan en balde para nadie. Aunque yo le recomiendo que permanezca activo. Y es entonces cuando me habla de una afición que le permite evadirse de los achaques. 

Parece que fue ayer cuando Rafael Montero me llamó por teléfono para ofrecerme el cargo de entrenador de la Agrupación Deportiva Ceuta. Pero ya han transcurrido 38 años. La segunda llamada se produjo dos días después: "Manolo, debo decirte que he dejado la presidencia del club y que Arjanda Walwanda Lalwani será el nuevo presidente. Y me ha dicho que él también desea contar con tus servicios". Corría el mes de julio de 1982. Montero había logrado ascender al equipo caballa en la temporada 79-80. Cercenando las ilusiones de ascenso del Portuense en el penúltimo partido. 

Rafael Montero era editor de El Faro de Ceuta. Y me ofreció escribir en el periódico decano en los años noventa. Cuando lo creyó conveniente me dio de alta como profesional de la cosa. Y a partir de ahí trabajé duramente para aprender y, cómo no, para "ganarme las habichuelas". Incluso me ofreció la oportunidad de lograr el título de periodista por la llamada "Tercera Vía". Y le respondí que la titulitis no me afectaba. Y me miró como si yo fuera un bicho raro. Máxime cuando algunos se desvivían por obtener esa licencia.

Rafael Montero solía llamarme a su despacho cada dos por tres para decirme que mi opinión distaba mucho de la línea editorial del medio. Y a veces el desacuerdo era evidente. Pero nunca hubo entre nosotros una palabra más alta que otra. Ambos cedíamos lo justo... El editor de El Faro tenía la buena costumbre de pagar al final de cada mes. Jamás se olvidó de que eso era una obligación. Cierto día, tras estar varios años en su periódico, le comuniqué que me iba. Que mi etapa allí había acabado. Y mentiría si no dijera que trató de convencerme por todos los medios para que permaneciera en su periódico. Pero...
 
Hoy, tras nuestra conversación en la sala de espera de Séptima Dental, lo menos que podía hacer es recordar cómo fueron mis relaciones con Rafael Montero desde que me llamó por teléfono aquel día de julio de 1982. Y, sobre todo, porque al margen de las diferencias habidas entre nosotros en muchos momentos, que las hubo, por ser esta una ciudad pequeña donde todo se magnífica, todo se infla, todo termina por hincharse hasta extremos insospechados, le deseo lo mejor. Es decir, que sus alifafes lo dejen en paz y que le permitan seguir disfrutando de esa nueva afición tan dulce de la que me ha hablado.
 
 
 
 
 

 


lunes, 14 de septiembre de 2020

Mariano Rajoy está en la picota

No pocas fueron las veces que escribí yo de Mariano Rajoy entre 2011 y 2018. Porque, además de que era presidente del Gobierno, es un personaje que ni pintiparado para describirlo. Así que no dudé en hacerle la prosopografía correspondiente y que reproduzco a continuación. Debido a que el expresidente lleva varios días puesto en evidencia.
 
Es un Bon Vivant. Amante de una buena mesa, un buen vino y el habano correspondiente. Irresoluto. De figura desgarbada y dificultades para vocalizar. Da la impresión de ser un hombre antiguo. El cual está convencido de que el paso del tiempo lo cura todo. Discípulo de Manuel Fraga, de quien se decía que el Estado le cabía en la cabeza, Mariano Rajoy lleva tantos años ocupando cargos políticos que ha llegado a convencer a los suyos de que hablar de ensoñaciones políticas o ideológicas, sean las que sean, no hace sino alejar a la gente que no le presta la menor atención a tales cuestiones. Alardea de ser un hombre normal. Lo cual hay que traducir por inteligente. Tampoco escatima elogios para el aburrimiento. 
 
El mejor Rajoy es cuando desdeña la timidez y recupera su estilo alegre, sencillo, repleto de espontaneidad estudiada y teñido de un humorismo que habría firmado el mismísimo Julio Camba, escritor gallego. A mí me encanta el Rajoy que echa mano de la ironía y remata, si la ocasión lo requiere, con el sarcasmo. Es cuando sus palabras salen en el Congreso de los Diputados cortantes como un bisturí. Momentos en que afluyen a su rostro las arrugas y sus ojos se mueven a velocidad vertiginosa. A veces bizquea... Y hasta da la impresión de que los aplausos de sus palmeros le sientan peor que un traje de luces a un torero nacido en Wisconsin.
 
De aquel Rajoy me había olvidado ya. Me quedaba el recuerdo de verlo caminar con su estilo tan peculiar por los parajes de su Galicia natal. Y, cómo no, del día en el cual salió de Génova para refugiarse en el reservado de un bar cercano para no pensar en el voto de censura que se iba a producir de un momento a otro en el Congreso. Lo que nunca pensé es que lo pudieran poner en la Picota. Columna de piedra siempre dispuesta para abochornar a una persona a causa de sus faltas. Ojalá que el expresidente del PP salga de esa situación dando respuestas convincentes. 

domingo, 13 de septiembre de 2020

La parábola

Me pregunta uno de mis lectores si yo leo mucho. Y le digo que sí. A pesar de saber que semejante reconocimiento me expone a ser criticado por quienes consideran que esa respuesta es presuntuosa. Y además no tengo el menor inconveniente en contarle que mi pasión por la lectura se la debo a David Almorza Salas: destacado profesor de literatura en el Colegio de la Pescadería de El Puerto de Santa María. Gran persona y un tipo que amaba el fútbol y se bebía los vientos por el Cádiz. 

Mi interlocutor también desea saber si soy muy exigente como lector. Y aprovecho la ocasión para recomendarle que lea a Fernando Savater, en un ensayo titulado "Cuestión de estómagos", incluido en el libro Sobre vivir, en el cual emplea la parábola de la alimentación, que incluye metáforas gástricas, para hablar de la lectura.

La parábola de Savater: Siempre he creído que el buen lector como animal auténticamente superior que aspira a ser, debe definirse como omnívoro. Un buen estómago, es decir, un estómago que todo lo digiera a favor y un apetito sin ascos insuperables ni exclusiones a priori me parecen características esenciales del auténtico poseído por la pasión literaria. 

El remilgado, el que picotea entre bostezos, el que lee con el dedo meñique en alto, el que encuentra buenas razones para abandonar en la página veinte la mayoría de los libros que empieza... es casi con certeza un cagatintas intelectual que quiere sentar plaza de sibarita; en el otro extremo el obseso, el monófago, el hombre de un solo tema. 

Por supuesto que ser omnívoto no es lo mismo que carecer de paladar, más bien lo contrario: comiendo de todo con gusto y provecho se aprende a saborear cada género según su propia gama de matices. Todo es cuestión de estómagos y de todo hay que comer, aunque uno no pueda por menos de añorar de vez en cuando el pan y el chocolate al sentirse harto de tocinos de cielo y de tortilla de tontería".


sábado, 12 de septiembre de 2020

Parafrasear


Dicen que Oscar Wilde parafraseó e invirtió las frases ingeniosas y los epigramas de otros. Su método de piratería literaria seguía la línea del ladrón Caco, que arrastraba las vacas robadas por la cola haciéndolas andar hacia atrás hasta llegar a su caverna, para que las huellas no le descubriera. Pues bien, hoy, salvando las distancias, como no podía ser de otra manera, trataré de emularlo.

Hay una autoridad en Ceuta que -cuando era funcionario- comía, bebía y disfrutaba del momento con ganas. Eso sí, cuando llegaba la hora de meterse la mano en el bolsillo solía expresarse de esta guisa: "Paga tú, Fulano, porque a mí no me gusta hacer ostentaciones". El sujeto sabe muy bien como ganar dinero, pero no sabe gastarlo. Es su mejor cualidad.  

Cuando yo me acuesto pienso que soy más tonto de lo debido. Duda que no acompaña a cuantos aprovecharon  el declive del Grupo Independiente Liberal (El GIL) para darse de alta en el Partido Popular. Y desde entonces no han dejado de servir al político que descubrió en ellos una inteligencia basada en decir amén y a mandar, señor, que para eso estamos.

Los políticos aborrecen las críticas adversas. Y dado que tienen recursos suficientes para suprimirlas, lo primero que hacen es pedir la cabeza de quien las escribe. Sin caer en la cuenta de que no las extinguen: dado que más pronto que tarde aparecerán por otros canales. Y serán como su autor quiera que sean. Prueba evidente de que no era él quien deseaba perseguir sañudamente al monterilla.

El Covid-19, enfermedad del siglo XXI, parece tener la misión de recordarnos la vulnerabilidad de la especie. La pandemia ha logrado cundir el pánico entre la gente. No obstante, todavía no ha conseguido que el sentido común brille en todo su esplendor. Y ahí esta el quid de la cuestión. Que no solemos aprovecharnos de esa salud contagiosa.

Cuando vea a nuestro alcalde muchas veces en la televisión local, dé por hecho que ya está preparando la próxima campaña electoral. Menos mal que el poder envejece y por consiguiente sus discursos son cada vez más cortos y previsibles: "Ceuta, chiquita y marinera...". Y a partir de ahí se le nota el cansancio y el deseo de hacer cuanto antes mutis por el foro.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

viernes, 11 de septiembre de 2020

Ni esparadrapo

En febrero acudí yo a un centro de salud para que me tratasen una herida que no dejaba de sangrar. Y la enfermera de guardia me dijo que no tenía ni esparadrapo. Denuncia amarga, sin duda alguna, según deduje por la expresión del rostro de una profesional que se avergonzaba de tamaña irresponsabilidad por parte de las autoridades que gestionan la cosa. Y me hice cargo de su desaliento. 

Así que no me sorprendí cuando en marzo el coronavirus cogió a los hospitales escasos de personal y sin medios adecuados para enfrentarse a la enfermedad... ¡Pues qué coño -perdonen la interjección- van a tener unos centros donde carecen hasta de esparadrapo!  Lo ocurrido en el tercer mes del año no se borrará de la mente de quienes pudimos salvar el primer embate de la Covid-19.

 
Fueron días confinados y atentos a las noticias televisadas. Informaciones preñadas de muertes y desolación. Y sobre todo del horror que nos causaba saber que médicos, enfermeras, enfermeros y auxiliares se enfrentaban al 'bicho' sin posibilidades de combatirlo con los materiales necesarios. Así se mantenían en sus puestos: con arrojo suficiente para salvar vidas a costa de poner en peligro las suyas y la de sus más allegados.

La actitud de los profesionales de la medicina caló hondamente entre la ciudadanía. Y los balcones fueron las atalayas elegidas para homenajearlos todos los días y fiestas de guardar. En vista de que era notorio que si ellos flaqueaban la Parca se haría dueña de la situación. Cundió el miedo a la par que hacía acto de presencia la admiración por quienes hasta entonces se habían visto obligados a quejarse públicamente del maltrato que recibían por cumplir con sus obligaciones en sus puestos de trabajo. 
 
A medida que el virus fue perdiendo fiereza, aunque se nos dijo por quienes saben que esa tregua duraría hasta la llegada del otoño, los políticos no han cumplido con su deber: el cual no es otro que hacer acopio de materiales y de personal suficiente para que los hospitales no parezcan el campo de Agramante. Lugar donde reina la confusión y el desorden. Máxime cuando la infección evidencia cada día que no está dispuesta a rendirse.

El incumpliento de los gobernantes se nota en que ya faltan camas para acoger a los enfermos, cuando aún no ha llegado el otoño. En que el personal sanitario insiste acerca de que la mitad de sus compañeros están dados de baja por la enfermedad y sobre todo por la angustia -antesala de la depresión- que se apoderó de ellos. Y que es de vital importancia la contratación de personal cualificado para afrontar una segunda oleada de contagios que no cesan. Pero nadie parece prestarles la atención debida. 


En fin, si las autoridades alegaron en marzo que el virus los había cogido cuando estaban pensando en las musarañas, que es un estado placentero para descansar de tanto currar (?), no creo que ahora puedan alegar lo mismo. De ser así se habrían ganado el derecho a ser corridos a gorrazos. Que es el mínimo castigo al cual se habrían hecho merecedores.
 
 
 


 
 
 
 
 

 
 
 
 
 
 
 
 



jueves, 10 de septiembre de 2020

El amigo convertido en enemigo

Acabo de cumplir setenta y ocho años y no quiero que me presenten a nadie más. Ya he conocido a muchísima gente. Sus palabras me suenan a decepción. Pues quien las pronuncia siempre se ha mostrado abierto al diálogo. Y desde luego es reconocido por su guasa. Esa gracia seria, en reposo, disfrazada con cierto toque de cinismo, un mucho de ironía, una gran carga intelectual. De modo que, cuando la saca a relucir, a mí me recuerda inmediatamente a la guasa gaditana. Esa que en El Habla de Cádiz, libro escrito por Pedro Manuel Payán Sotomayor, se destaca como 'una gracia filtrada por la razón'...

La condición física de AC es buena. Tampoco puede quejarse de su posición económica. Debido a que goza de una jubilación espléndida. Verdad es que los años no pasan en balde. Por más que se vaya ganando en lucidez. En vista de nuestra amistad, que se gestó en tiempos de Maricastaña, me atrevo a decirle que hay que procurar por todos los medios acercarse a la vejez siendo uno mismo. Y el rostro de mi amigo se convierte en un gesto exagerado y cómico. Un visaje que evidencia su tristeza. Por lo cual decido despedirme de él. Pero AC me pide que caminemos juntos unos minutos. Así que acepto su petición y me preparo para escucharle atentamente.

Y pronto me habla de un amigo traidor. Cuando me pone al tanto de lo que le ha ocurrido, entiendo perfectamente que AC haya perdido las ganas de chacharear con nadie y de hacer nuevas amistades. Aunque yo le quite importancia al asunto para no ahondar en la herida de quien no entiende cómo ha podido ser víctima de una persona a la cual consideraba como parte de su familia. Más bien un hermano. 

Cuando llego a mi casa, lo primero que hago  es coger El Criterio, escrito por Jaime Balmes, que obra en mi poder como libro de consulta. Y me voy directo al capítulo, titulado El amigo convertido en monstruo, página 176. Y releo cuanto dice el jesuita acerca de la amistad. He aquí el resumen de las dos páginas dedicadas a ella. 

Tenemos un amigo cuyas cualidades nos encantan, cuyos méritos nos apresuramos a encomiar siempre que la ocasión se nos brinda y de cuyo afecto  hacia nosotros no podemos dudar. Nos niega un día un favor que le pedimos, no se interesa bastante por las personas que le recomendamos, nos recibe alguna vez con frialdad, nos responde con tono desabrido o nos da cualquier otro motivo de resentimiento. Desde aquel instante experimentamos un cambio notable en la opinión sobre nuestro amigo; tal vez una revolución completa.

Ni su talento es tan claro, ni su voluntad tan recta, ni su índole tan suave, ni su corazón tan bueno, ni digno de confianza... En todo hallamos que corregir, que enmendar; en todo nos habíamos equivocado; el lance que nos afecta ha descorrido el velo, nos ha sacado de la ilusión; y fortuna si el hombre modelo no se ha trocado de repente en un monstruo. 

¿Es probable, se pregunta Balmes, que fuera tanto nuestro engaño? No; pero sí lo es que nuestro afecto anterior no nos dejaba ver sus lunares y que nuestro actual resentimiento los exagera o los finge. ¿Por ventura, no creíamos posible que el amigo pudiera jugarnos una mala pasada? El motivo está patente: nos sentimos heridos; y quien piensa, quien juzga, no es el entendimiento ilustrado con nuevos datos,  sino el corazón, irritado, exasperado, quizá sediento de venganza.

Frase de Bertolt Brecht

Porque no me fío de él, somos amigos.

 


miércoles, 9 de septiembre de 2020

Cayetana es indomable

A mediados de agosto, Cayetana Álvarez de Toledo fue destituida como portavoz del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso de los Diputados. Y desde entonces, como era previsible, aprovecha cualquier motivo para arremeter contra Pablo Casado. Quien debe estar de ella hasta los mismísimos... Dado que no es fácil enfrentarse a una mujer tan preparada como capaz de bisbisear denuncias políticas sin perder un ápice de su ya conocido temperamento colérico. Forma de proceder que causa tanto respeto como agobio.
 
El presidente del Partido Popular dijo entonces que era necesario prescindir de Cayetana como portavoz. Alegando que una democracia sin talante centrista está llamada a radicalizarse hasta el desgarro. Más o menos lo que dijo Miguel Herrero de Miñón en su día. Declaraciones que le sentaron como un tiro a doña Cayetana Álvarez de Toledo. Tampoco le habrá hecho mucho tilín enterarse de lo que chamullan sus compañeras de partido: La risa de Cayetana es sardónica. Lo mismo que murmuraban de Margaret Thatcher las damas de la época. Pura envidia...  

Los enemigos y enemigas de Cayetana Álvarez de Toledo la tachan de creerse que es el ombligo del mundo de la política. Y que está convencida de que sin una destacada participación de ella en el Congreso de los Diputados y en la sede de Génova es imposible que Pablo Casado salga de la mediocridad en la que está inmerso. Lo que no había oído hasta ahora es que la exportavoz del Congreso de los populares es una política fracasada que utiliza los medios de comunicación social en su servicio. Pero todo llega...

La crítica se ha debido a que la señora Álvarez de Toledo ha aireado sentirse relegada por su partido al no permitirle asistir al Pleno de Control de este miércoles en el Congreso. Y lo ha hecho en YouTube. Desde el PP han tardado nada y menos en salir en tromba a desmentir a doña Cayetana. Exponiendo las razones habidas para que ella no estuviera en ese pleno. En fin, en vista de que la exportavoz del PP es más dura que el bisté de los años 40, estoy convencido de que, salvo milagro, Pablo Casado terminará pidiendo a voz en cuello que lo ayuden a quitarse de encima a una diputada que él ya no considera importante. 

 

 

 

martes, 8 de septiembre de 2020

Bale, Busquets y Ramos

 Gareth Bale

El  galés es noticia diaria. Lo cual tiene un mérito incuestionable. Ahí es nada convertirse en el monstruo del Lago Ness durante un verano en el cual otro monstruo, llamado coronavirus, acapara toda la atención. Ni siquiera la rebelión de Messi, tan sonada como breve, hizo posible que los periodistas se olvidaran de la existencia del futbolista del Madrid. Lo de Bale es un coñazo. Peor que un empate a cero como dijo un día Sánchez Ferlosio sobre las reivindicaciones de los nacionalistas catalanes. Gareth Bale es un caso perdido desde que Zidane lo despreció publicamente con esa despedida tan inoportuna: "Si Bale se puede ir mañana, mejor". A partir de entonces el jugador le dio rienda suelta a su abulia. Holgazanear fue la mejor manera de mostrar su enfado con el técnico. La inmovilidad, que es mala consejera, ha evidenciado algo que ya se sabía: en casos así,  muchas veces no se puede lo que se quiere... 

Sergio Busquets 

Hace ya tiempo, cuando el jugador azulgrana y titular indiscutible de la Selección Española era elogiado con tanto entusiasmo como exageradamente, quien escribe se atrevió a opinar sobre su evidente decadencia futbolística. Tal vez porque yo suelo retorcerle el cuello a la pasión para no repartir ditirambos a granel. Mientras que los narradores y comentaristas de los partidos aprovechan cualquier detalle para gritar a voz en cuello las bondades de Sergio Busquets: exclamaciones basadas en una ruleta, finta, regate innecesario, o pasecitos cortos y horizontales que no proceden. Todo ello cuando su equipo domina y siempre amparado en un trote cochinero. Defender, lo que se llama defender como mediocentro defensivo, nunca fue cualidad de tan celebrado futbolista. Por más que se empeñen en proclamarlo sus admiradores. Valverde lo entendió así y le costó el cargo. Luis Enrique sabe que Busquets aún puede dar el pego con el viento a favor. Pero que ya no está para nadar a contracorriente. 

Sergio Ramos 

La de veces que habré dicho yo que el Madrid necesita fichar a un central zurdo. A fin de evitarle a Ramos jugar a pierna cambiada por sistema. Tarea que no es fácil y que le ocasiona problemas tanto a él como a su equipo. Pues bien, no pocos lectores de este blog creen que mi opinión se debe a lo mal que a mí me cae el 'Gran Capitán del Madrid'. Nada más lejos de la realidad. Sergio Ramos, de haber jugado en el lado derecho de la zaga, habría tenido mejores actuaciones defendiendo. Y sobre todo hubiera evitado pasar por momentos en los cuales se puso en duda su calidad defensiva. Cierto es que actúa en esa posición porque Varane es diestro. Pero pronto tendrá el club que afrontar la contratación de un central siniestro. Luis Enrique, sin embargo, ha optado por buscarle a Ramos un compañero zurdo en la selección. Pues sabe el valor que atesora la distribución racional de los jugadores en el terreno de juego.   

 

 

 


 
 


lunes, 7 de septiembre de 2020

Los zarcillos de brillantes

Hace meses me regalaron un libro de anécdotas taurinas. Y, tras hojearlo, lo coloqué en uno de los anaqueles del mueble que ocupa gran espacio en mi modesta biblioteca. Ayer, tal vez por el mal momento que atraviesa el mundo del toro y por la inquina que se le tiene a los toreros, decidí leer detenidamente muchas de las historietas que se cuentan de ellos. Así que he espigado una de Juan Belmonte.

A pesar de su tartamudeo, Belmonte narraba con gracejo sus anécdotas. Era uno de los hombres más populares de España y vivía por entonces en la madrileña calle de Espalter, silente, solitaria y alejada del ajetreo. Vivía solo. Belmonte no fue amigo de las juergas estrepitosas, a las que tan propicios se mostraban los toreros de antaño. Salía poco de casa. Allí recibía a sus amistades y a sus admiradores. Físicamente no era un hombre ni guapo ni arrogante, más bien feo y desgarbado. Sin embargo, las mujeres le reputaban de muy interesante. Eran su patetismo y su leyenda lo que las ganaba, si bien hasta cierto punto. Tuvo enamoramientos fugaces.

Uno de ellos fue una chiquilla agraciada de palmito y de carácter, muy aspaventera. A Juan le encantaba la gestera, y le compró en cierta ocasión unos zarcillos de brillantes que le ofrecieron baratos. La convidó a cenar en su casa de Espalter. "¿A qué no sabes lo que es esto?" Tratando de sorprenderla después de cenar. 
 
-¡Uy qué rico es mi chatito del alma! -le responde ella entre besos, mientras abre el estuche.
   
 Juan de pronto se aparta y se derrumba en un sillón. Dice melodramáticamente: 
 
-Como todas. La alhaja es lo que cuenta. El hombre, qué más da...
 
-Juan, no me amargues estos momentos de felicidad. Tú sabes muy bien que para mí no hay en el mundo más hombre que tú... ¡Mira lo que hago con tus brillantes y mira lo que hago contigo! 
 
Va hacia el balcón y tira a la calle los zarcillos, para volver inmediatamente a abrazarlo. Pero, cuando la apasionada escena de amor frenético acaba, Juan se ausenta de la habitación. La chiquilla, con vertiginosa rapidez, se echa rauda escalones abajo. Los recoge y vuelve a subir.
 
-¿De dóne vienes? -pregunta Belmonte escamado.
 
-Pues de ahí... He ido al comedor a beber un poco de agua.
 
-Mentira. Dime ahora mismo de dónde vienes.
 
-Juan, tú eres un brujo. Ha sido un mal pensamiento. Me atormentaba la idea de que alguien pasara y se llevase los zarcillos.
 
-Hipócrita, mentirosa. Eres como todas. Te ha salido mal la combina. Lo siento. Entre los zarcillos y yo has elegido los brillantes. Quédate con ellos. Conmigo has terminado para los restos. 
 
 
 
 
  
   

domingo, 6 de septiembre de 2020

España golea a Ucrania

La idea de salir jugando desde atrás, aunque cueste perder balones que pongan al portero al borde de una ataque de nervios (ante una Selección Española que presionó desde el comienzo del partido), más que error por parte de quien lo ordena me parece necedad. Verdad es que a los dos minutos Ansu-Fati hizo una jugada extraordinaria que acabó en penalti. Sergio Ramos lo ejecutó con su habitual seguridad y los ucranianos siguieron con su fútbol pueril, enjuto e inoperante.

De Ansu-Fati cabe decir que jugó una gran primera parte y que el equipo español estuvo sensacional como bloque convencido de sus posibilidades. Me agradó sobremanera la concordancia existente entre los laterales y los interiores. Es decir, el buen entendimiento entre Navas y Olmo y el de Reguilón con Ansu Fati. La interpretación del 4-3-3 fue muy buena. Con Thiago, Rodri y Merino dominando el centro del campo: lugar donde se cuecen las victorias y las derrotas. 

En el equipo español corre la pelota y corren sus jugadores. Se han acabado, según estamos viendo, los pasecitos cortos y horizontales por sistema y se busca, en cuanto se roba el balón, la portería adversaria con el mínimo de toques y atacando los jugadores más cercanos a la acción. Impera la velocidad por los costados. Y parece ser que el seleccionador no permite adornos incecesarios. Sabedor de que el fútbol de tuya y mía... ha dado ya paso otro estilo amparado en la presión, robo y presentarse raudo en el área contraria.

Luis Enrique, además, ha logrado que Ramos juegue mejor en el lado derecho de la zaga. Demarcación en la cual no se le ven los defectos que acusa en el lado siniestro. Debido a que en esa posición actúa con más naturalidad y con menos esfuerzos. Y, claro es, comete menos errores.  Tampoco conviene echar en saco roto que el seleccionador distribuye a sus hombres con la racionalidad que exige el fútbol. Salvo casos aislados donde convenga que alguien juegue a pierna cambiada o bien por necesidad. 

En rigor, hemos visto a un combinado español donde el rendimiento generalizado nos permite creer que dará muchas alegrías a los aficionados. Golear a los ucranianos no es tarea fácil. Por más que ellos hayan tenido una noche aciaga. Debido a que enfrentarse a España jugando algo parecido al gilifútbol es exponerse a salir trasquilado. Y así ha sido. 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

sábado, 5 de septiembre de 2020

La columna

La finalidad de la columna es similar a la del editorial: es un artículo que interpreta, orienta y valora. Sin embargo presenta una diferencia fundamental: el editorial no va firmado mientras que la columna se firma y la responsabilidad es del autor. Lo escrito puede coincidir o no con lo que piensa el periódico sobre el asunto. El periódico suele advertir acerca de la responsabilidad del autor con respecto al punto de vista adoptado. 
 
La columna puede tener, o no, forma de artículo, pero el articulista no es un columnista. El articulista no escribe obligatoriamente ni en el mismo espacio ni con la misma frecuencia. En cambio, el columnista es el que escribe periódicamente en el mismo espacio sobre diferentes temas; lo que define concretamente a la columna es su periodicidad. En algunos periódicos existen lugares fijos para este tipo de comentarios.

Se suele decir que un columnista de opinión no trabaja para un periódico, sino que trabaja en un periódico. Y que su trabajo consiste en pensar, manifestar, revelar, disentir y en asumir el riesgo de la emisión de sus pareceres. Que suelen ir en contra, no pocas veces, de la opinión del director y, posiblemente, del editor. Tarea compleja y difícil de llevar a cabo. Porque el columnista se expone a que una hora antes del cierre sea llamado por teléfono para comunicarle que o cambia tal o cual cosa o bien que no se le va a publicar lo escrito. 

Lo cual suele ser uno de los trances más amargo del hacedor de columnas. Aunque sepa que censura ha habido siempre, en España y en el mundo, y que la censura es buena porque obliga al escritor a ser más perspicaz. Todo escritor tiene el deber de ser más listo que sus censores. Evitando decir las cosas frontalmente. Pero eso supone aumentar la presión de quien debe escribir a gran velocidad porque si no corre el riesgo -como bien decía Fernando Fernán Gómez- de que, al llegar al último renglón, ya no tenga actualidad el primero.

Escribir una columna diaria en una ciudad pequeña es complicado. Dado que todo se analiza minuciosamente y las filias y las fobias se disparan. Hipertrofia, sin duda, que exige gran vitalidad para soportar las ataques de los políticos. No olvidemos que "los políticos vapuleados son como boxeadores golpeados: el doble de peligrosos".  En fin, que un buen día decidí no escribir más en periódicos... Por cierto, periódicos donde han desaparecido las columnas y aparecen artículos que duran una eternidad en su lugar y acaban por tanto oliendo a rancio. Lo digo con la mejor de mis intenciones.

viernes, 4 de septiembre de 2020

Messi se queda en el Barcelona

Lionel Messi pasará a la historia como el más grande entre los grandes futbolistas habidos hasta ahora. Así que no necesitaba enviar un burofax para asegurarse la inmortalidad. El envío de ese documento fue un error espectacular por parte de la estrella argentina. La cual ha estado desde entonces en el candelero por encima incluso del Covid-19. Que ya es decir. 
 
Pues bien, Messi ha salido ya a la palestra para airear que se queda en el Barcelona porque "Jamás iría a juicio contra el club de su vida". Poniendo fin a un culebrón de poca calidad. En el cual su actuación ha dejado mucho que desear. Aunque nos ha permitido ver que es un narciso que ha estado disfrazado con ropajes de humildad y sencillez. 
 
De no haberse sabido lo del burofax tampoco nos habríamos enterado, por más que lo percibiéramos, que Messi lleva ya muchos años poniendo y quitando entrenadores, protegiendo a unos compañeros mientras que miraba por encima del hombro a otros y haciendo y deshaciendo alineaciones. Y hasta poniendo firme a los presidentes por no seguir sus indicaciones. 
 
En esta ocasión, tal vez porque le dolió en el alma que Luis Súarez pudiera causar baja en el club, así como Arturo Vidal y otros pertenecientes a su camarilla, derramó lágrimas del color de la ira. Y en un arrebato de cólera decidió hacer público su malestar. Tratando por todos los medios de acollonar a Bartomeu y dejar a la institución a la altura del betún. 

Menos mal que el presidente azulgrana, tras la lógica desorientación por el golpe bajo recibido, recobró el segundo aliento en un amén y lo primero que hizo es exigirle al argentino los millones de euros que hay acordados en el contrato para que éste pueda ser rescindido. Y, claro es, ningún club ha aceptado el envite. Decisión que no esperaba, bajo ningún concepto, el genio argentino, y que ha debido causarle deterioro en muchos aspectos.
 
El genio argentino, creado en la Masía desde que era un niño protegido por Carlos Rexach, se ha convertido en un monstruo para su club. Un monstruo que perdió el oremus hace días y ha tratado de enmendar su craso error contándonos el cuento del alfajor. Sin caer en la cuenta de que una vez la pasta de dientes está fuera del tubo, es endiabladamente difícil hacerla entrar de nuevo. Lionel Messi se pasó de ínfulas y se ha visto obligado a derramar lágrimas de cocodrilo.
 


jueves, 3 de septiembre de 2020

Gol de Gayá en el minuto 96

El gol de Gayá en la última jugada del partido no deja de ser el mejor estimulante para la Selección Española. Sobre todo teniendo en cuenta que el rival es de los mejores del mundo. Aunque ese empate no debe, bajo ningún concepto, servir de capa para tapar los defectos que evidenció el equipo dirigido por Luis Enrique.

Los alemanes con tres centrales fornidos, duros de cintura y arriesgando en la salida del balón sin venir a cuento, invitaron a ser presionados insistentemente por los jugadores españoles. Pero sus fallos no fueron aprovechados por Rodrigo. Quien pifió dos ocasiones claras para batir a Kevin Trapp. Tampoco es menos cierto que De Gea hizo tres paradas extraordinarias. 

España trató de combatir la defensa de tres de sus rivales con Navas y Ferrán por las bandas. Actuando por delante de Carvajal y de Gayá. Pero nunca consiguieron desbordar ni a Can ni a Süle ni a Rüdiger. A pesar de que los tres acusan debilidades cuando se les hace salir a los costados. Tampoco  intentaron buscar las zonas interiores a fin de que  Carvajal y Gayá se sumaran al ataque. 

Comenzó Kroos a manejar el partido como acostumbra: con pases precisos y buscando tanto a Sané como a Draxler o Werner. Mientras que Busquets se iba apagando... Lo cual sucede siempre que los contrarios dominan la situación. Y, claro es, llegó el gol de Werner. Y bien pudieron lograr algunos más. La lesión de Sané perjudicó ostensiblemente a su equipo. Máxime cuando Joachim Löw reforzó más la defensa que el ataque.
 
Insisto: el gol de Gayá vale un Potosí. Puesto que empatar con los alemanes en su campo no es tarea fácil. Lo que debe proporcionarles un chute de entusiasmo a los futbolistas españoles. Y, naturalmente, un deseo de mejorar en todos los sentidos. Sergio Ramos volvió a jugar en la demarcación de central por la derecha. Con Pau Torres a la izquierda. Distribución racional. Como debe ser. Y nada más que decir...


 




miércoles, 2 de septiembre de 2020

Vacunarse contra la gripe

Desde que amanece hasta que anochece (amén de cuando despiertas sobresaltado mientras duerme por mor de las noticias relacionadas con el Covid-19 durante horas y horas) el papel natural de hombres y mujeres es la angustia. Ese miedo irracional que va socavando nuestra entereza; menguando nuestro ánimo y aguante ante una pandemia que sigue fuerte en tiempo que se preveía de tregua y dispuesta al ataque furibundo en cuanto caigan las primeras hojas de los árboles.

La llegada del otoño fue siempre temida por quienes padecían de afecciones respiratorias. Los tuberculosos se morían a chorros y los curas no daban abasto para cumplir con las ceremonias religiosas. La vida pendía de un hilo en la década de los cuarenta. En las casas de vecinos los contagios estaban a la orden del día. La canina y la falta de higiene ayudaban a que la bacteria se expandiera. Los niños llevábamos como única defensa un escapulario colgando del cuello.
 
La llegada del primer antibiótico, descubierto por Alexander Fleming, comenzó a salvar la vida de los ricos. Quienes fueron los primeros en poder acceder a los tarritos de penicilina. Los cuales escaseaban y había que acudir a los estraperlistas. Ricos que además podían permitirse el lujo de residir en sanatorios construidos en lugares donde el aire campestre era el ideal para hacerle frente a la enfermedad. 
 
Conocedor de esta situación por haberla vivido plenamente, y cambiando lo que haya que cambiar, tengo la impresión de que los hechos se repiten. Verdad es que no existe todavía la hambruna de entonces, ni la higiene es la misma de aquel tiempo, ni las viviendas son tan insalubres... Cierto es que la medicina ha evolucionado lo indecible. No obstante, hasta ahora nadie ha sido capaz de hacerle frente al bicho con la determinación necesaria.  

Así que estamos llegando al otoño con el canguelo subido de tono. Con la angustia que, de vez en cuando, se deja sentir con una frialdad pasmosa desde la cabeza a los pies y vicerversa. Sin saber si nuestra gripe otoñal, que siempre acude puntualmente a su cita, como los vendimiadores a su tajo, viene acompañada del virus que mata, y los malos pensamientos  se disparan y terminan recorriendo todas las paredes del organismo. 

Se nos ha dicho, tal vez para tranquilizarnos, que este otoño más que nunca hay que vacunarse contra la gripe. Y que hasta los sexagenarios deben hacerlo. A fin de evitar confusiones entre los médicos y para que los hospitales no se colapsen. En mi caso, que no me he vacunado nunca y que he recibido los catarros a puerta gayola, estoy deseando que anuncien los días y el lugar al cual debo acudir para recibir el pinchazo correspondiente. A fin de prevenir y, sobre todo, para que mi jindama se apacigüe y mi angustia no pase de ser el pórtico de otra cosa peor.


 
 
 
 

martes, 1 de septiembre de 2020

El campo de Eduardo Dato

Campo del Racing Club Portuense en el cual entrené yo al equipo de mi pueblo en la temporada 71-72. Tras haber sustituido a Ventura Martínez -gran entrenador y buen amigo- durante el último tercio de aquella temporada en la que Murcia, Cartagena, Jaén, Badajoz, Huelva y AD Ceuta, entre otros destacados equipos, participaban en el Grupo IV de una potente Tercera División. 

Quién me iba a decir a mí, cuando acudía de la mano de mi padre, lloviera o venteara, que el último partido que se iba a jugar en aquel vetusto recinto iba a estar yo sentado en el banquillo como entrenador, en un encuentro frente al Cádiz, dirigido por José Antonio Naya. El equipo de la capital necesitaba aquel amistoso para enfrentarse al Sestao en la promoción de permanencia. Y el Portuense lo aprovechaba para homenajear a los jugadores que habían logrado el éxito de la permanencia con goles y buen juego.
 
Nunca más se volvió a jugar en ese campo. Escenario modesto, preñado de recuerdos para los aficionados portuenses y sobre todo para los niños y adolescentes de la postguerra. Por cierto, en ese terreno de juego había tenido el equipo de mi pueblo la primera oportunidad de ascender a Segunda División A frente al Deportivo Alavés.

En el verano de 1972, en el mes de agosto, se inauguró el Estadio José del Cuvillo. Pero una discusión con el entonces presidente, Bernardo Sancho, impidió mi continuidad. Transcurridos siete años, regresé para estar tres temporadas en las que primaron los buenos resultados. Y en la primera tuvimos el ascenso al alcance de la mano. Ascendió la A D Ceuta y a mí se me quedó cara de tonto. Puesto que había perdido la oportunidad de entrenar en Primera División. Dado que el ascenso del Portuense debía producirse para que ese presidente de la División de Honor justificara mi fichaje. 

De cuando entonces, conservo un grato recuerdo de todos los jugadores que estuvieron conmigo. Así lo he propalado en no pocas ocasiones. Y, cómo no, de los directivos que me soportaron tanto tiempo. Pero el motivo de escribir estas líneas se ha debido a que hasta hoy, créanme, no me había percatado de algo que, aunque carezca de importancia, conviene decirlo: quien escribe ha sido el único entrenador de la historia del Racing Club Portuense que ha llevado a cabo su trabajo en el campo de Eduardo Dato y en el Estadio José del Cuvillo.